La transición hacia el coche eléctrico, y la preocupación medioambiental, ha de abrir necesariamente un debate que se antoja cuanto menos interesante. Nos preocupan las emisiones contaminantes derivadas de la combustión interna, pero también es importante prestar atención acerca de la problemática de la contaminación por partículas en suspensión en el aire de las ciudades del cual, en parte, también es culpable el tráfico rodado, y a las partículas que se generan por el propio rozamiento y desgaste en frenos, neumáticos, y la superficie del asfalto.
El problema de las partículas generadas en frenos y neumáticos, como os contábamos, se ha conectado en ocasiones al coche eléctrico.
En 2019, la BBC alertaba de ello, apuntando a la petición de las autoridades británicas de llevar a cabo medidas que aborden el problema de la contaminación de los coches yendo más allá de las emisiones generadas por los medios de propulsión, por los motores que mueven nuestros vehículos.
Frenos, neumáticos, partículas y la otra contaminación del coche eléctrico
Es evidente que reducir absolutamente todas las emisiones generadas por un automóvil es técnicamente imposible, incluso para el coche eléctrico. E insistimos en que la preocupación por la contaminación por partículas sólidas es razonable. En los últimos años, los motores de combustión interna han reducido significativamente sus emisiones de partículas que, muy probablemente, serían las más preocupantes si tuviéramos que establecer una escala de peligrosidad, y consecuencias para la salud, en los contaminantes que se encuentran en suspensión en el aire. Primero fueron los diésel, incorporando filtros de partículas, y desde hace unos años estos filtros han comenzado a estandarizarse en motores de gasolina.
La Organización Mundial de la Salud culpaba precisamente a estas partículas como responsables de la mitad de muertes por neumonía en menores de 5 años en todo el mundo. Pero también es importante recordar que son muchas las fuentes que generan partículas, que suelen diferenciarse por su diámetro en PM10 y PM2,5 y que están presentes en el aire y pueden llegar a nuestro organismo al respirar, afectando ya no solo al aparato respiratorio, sino también al cardiovascular.
¿Ha de preocuparnos la contaminación por partículas del coche eléctrico?
El problema que tenemos es que aprovechar la problemática de la contaminación por partículas, generada por neumáticos o frenos, para desprestigiar al coche eléctrico es sencillamente malévolo. Y hablar únicamente de las ventajas de coches con motores que no emiten contaminantes olvidándonos de otras fuentes de contaminación es irresponsable.
El mayor peso de un automóvil eléctrico puede contribuir a que las partículas emitidas en frenos o neumáticos se incrementen, pero no es menos cierto que el coche eléctrico también es capaz de reducir esas emisiones de partículas por su propia lógica de funcionamiento. El uso de sistemas de regeneración de energía puede reducir, y de hecho reduce significativamente, el uso de los frenos, su desgaste y su contaminación. La industria ya está abordando este asunto, si bien es cierto debería hacer mucho más. En los últimos años hemos visto desarrollos como frenos con filtros de partículas y los fabricantes de neumáticos también están trabajando para desarrollar neumáticos con menor impacto ambiental. El mantenimiento de las carreteras también es básico para alcanzar este fin, el de reducir las emisiones de partículas, y preservar el firme de las carreteras es esencial para reducir emisiones, por no hablar de la seguridad.
La verdad incómoda a la que al final apuntaron las autoridades británicas en 2019, sobre todo para la industria del automóvil, y nuestros gobernantes, es que no existe una solución rápida, única y sencilla. Y que además de promover el uso de vehículos con motores que no generen emisiones contaminantes, como el coche eléctrico, o la pila de combustible, debería replantearse el propio uso del automóvil y promocionar medios de transporte menos contaminantes.
