No paramos de escuchar por medio de políticos, diferentes instituciones o marcas que los días del diésel y la gasolina están contados y que la única alternativa plausible no será otra que el coche eléctrico. No obstante esa no será ni mucho menos la realidad, puesto que los coches solares y los combustibles sintéticos serán importantes opciones, pero no las únicas. Y es que la plausibilidad de una de ellas depende, en gran parte, de este barco. ¿Por qué? Porque se está moviendo usando únicamente amoníaco como combustible.
Esta tarea corresponde a la empresa Fortescue, la cual lleva haciendo pruebas con el amoníaco desde hace tiempo. Y es que después de analizar cómo de viable sería el hidrógeno verde, otro sustento que poco a poco está más presente en el automóvil, decidieron apostar por el amoníaco para dar vida al MMA Leveque, un barco dd 75 metros de eslora que va mucho más lejos que las pruebas realizadas en locomotoras.
De un barco al coche: así es como el amoníaco podría convertirse en una alternativa al diésel y a la gasolina
Dicho barco hacía gala de unos motores propulsados por diésel y capaces de erogar casi 7.000 CV de potencia, y el reto es conseguir mantener la cifra o al menos lograr una semejante. De momento, y pese a que las pruebas ya se han iniciado, la empresa encargada de llevar a cabo esta este prometedor experimento no ha declarado si finalmente se ha alcanzando un caballaje similar.
Pero si extrapolamos el uso del amoníaco en los coches nos encontramos con un escenario más sencillo. Y es que al fin de cuentas estamos hablando, por norma general, de motores mucho más pequeños y pensados para producir cifras más bajas, lo que hace que sean más fáciles de lograr haciendo uso de un elemento diferente a la gasolina.
Este proyecto lleva en marcha desde el otoño pasado, y si la viabilidad en el sector naval es exitosa podemos hablar de que el mundo del automóvil podrá acogerlo sin mayores problemas. Pero ya no solo porque el amoníaco funcione correctamente como fuente de energía en los barcos, sino también porque este está sumamente ligado al hidrógeno, elemento que ya se emplea como sustento de varios coches y que terminará expandiéndose.
Pero mientras que el hidrógeno resulta apto como para que haya coches a la venta que recurran a este como alternativa a la gasolina y diésel, el amoníaco es más complejo. Ya que mientras que nos encontramos con algunos puntos positivos como su versatilidad para mezclarlo con hidrógeno y otros combustibles, su sencilla obtención por medio de nitrógeno e hidrógeno y que se puede almacenar de manera líquida aumentando su presión, también nos encontramos con ciertos aspectos negativos.
El primero de ellos es que el amoníaco como combustible produce óxidos de nitrógeno (NOx), que pueden producir lluvia ácida. Además su transporte resulta peligroso y, pese a que esto no supone un daño para el ser humano, tiene un problema de eficiencia. Y es que la energía resultante de usar el amoníaco como combustible es de aproximadamente solo un 20% de la que se necesita para crearlo.
No obstante, la viabilidad del amoníaco está sobre la mesa y podría llegar al mercado como una opción plausible ya no solo a la gasolina y diésel, sino también a los coches eléctricos. Y es que por medio del desarrollo de unas células de combustible podría tanto mejorarse la eficiencia de este como evitar varios de los riesgos que supone usar el amoníaco como sustento para medios de transporte.