El cambio climático se ha convertido en gran foco de debate por múltiples motivos. Exagerado por algunos en busca de provecho propio, y negado por otros guiados por la misma razón, se hace difícil incluso saber en qué información confiar. Sin embargo, la realidad es que algunas de las consecuencias del cambio climático sí se han hecho notar de forma innegable. Y de hecho, algunas son muy preocupantes, como puede ser el ejemplo de la reaparición de la amenaza de la malaria.
La malaria, de mito a preocupación real
Muchos de nosotros conocimos la malaria casi como un mito, una leyenda de una enfermedad grave que tuvo cierta presencia hace décadas y que todavía estaba presente en determinadas regiones del mundo, principalmente en África. Y es normal que para muchos fuera un mito cuando se consideraba erradicada en España desde el 1964.
Sin embargo, la malaria sigue siendo una enfermedad viva. Y el problema es que las cifras de casos de malaria han ido aumentando con el paso del años. Uno de los motivos relevantes es el cambio climático, aunque no es el único.
El cambio climático «ayuda» a la malaria
El cambio climático es ideal porque favorece un caldo de cultivo ideal para la enfermedad. Y de hecho, la expresión «caldo de cultivo» es prácticamente literal. El cambio climático ha contribuido a unas cifras de temperaturas más altas y a modificaciones en las precipitaciones y, por tanto, a una mayor cantidad de humedad.
Estos dos aspectos: temperatura y humedad; juegan «a favor» de la proliferación de las poblaciones de mosquito Anopheles, que es el medio de transporte de la malaria.
Por otro lado, la existencia de eventos meteorológicos extremos ha llevado a desplazamientos de grandes cantidades de personas de una zona a otra, produciendo así que personas no inmunizadas vayan a una zona donde haya una gran cantidad de casos de malaria, o que portadores de la enfermedad inmunizados lleguen a zonas donde hay personas que no cuentan con inmunización.
Pero incluso cambios en la distribución geográfica climática hacen que cambien las zonas óptimas para la vida del mosquito Anopheles, de forma que se desplacen a un área donde anteriormente no estaban.
El COVID-19 también ha sido un problema
A los factores anteriores, hay que sumar uno más relacionado con el cambio climático. Todos los presupuestos focalizados en luchar contra el cambio climático, así como aquellos destinados a paliar los desperfectos producidos por los desastres naturales, han hecho que se tengan que posponer diferentes campañas de inmunización y de tratamientos para combatir la malaria. Lógicamente, esto ha llevado un aumento de casos.
La pandemia por el COVID-19 ha dificultado también el desarrollo de los programas de inmunización y tratamiento. Y es lógico, los esfuerzos estaban focalizados en una enfermedad que requería una preocupación más inmediata.
Todas estas cosas han llevado a que la malaria haya vuelto a surgir como una amenaza para el mundo entero.
En España gana presencia
Lo curioso de los casos de malaria en todo el mundo es que parece que se contienen las cifras en las zonas donde la enfermedad estaba más presente. No bajan, pero tampoco crecen.
Sin embargo, están creciendo en zonas donde la malaria era menos común. Aquí influyen los motivos relacionados con los desplazamientos y los climas cambiantes, que hacen que donde antes no había un problema, ahora sí.
De hecho, incluso en países como España donde la malaria no es una enfermedad común, la presencia de malaria es cada vez mayor. A pesar de haber estado unos 50 años sin casos de malaria autóctona, en los últimos años eso ha cambiado, y han surgido casos de personas contagiadas de malaria por la posible picadura de un mosquito en nuestra región.
Además, debido a que la malaria es una amenaza cada vez más preocupante según la OMS, es normal que también haya más casos de españoles o residentes que portaran la malaria al volver de viaje de un país extranjero, o al haber sido contagiados por alguien que la portaba.
Sea como sea, a la OMS le preocupa la subida de casos de malaria. Y es que en 2022 hubo 16 millones de casos más que en 2019. Una de las principales causas es el cambio climático. Y es un recordatorio más de lo importante que es combatirlo, ya no solo por una cuestión puramente ecológica, sino también porque las consecuencias de este pueden ser catastróficas.