Europa sigue decidida a que en 2035 cesen las ventas de coches diésel y gasolina, el adiós a la combustión interna que, necesariamente, será sustituida por coches eléctricos, de batería o pila de combustible. Mientras tanto, cada vez son más los fabricantes que respaldan estos objetivos. Entre, el Grupo Volkswagen que reconoce que es un objetivo ambicioso, pero alcanzable y Stellantis, que ha adelantado ese hito a 2030, representan prácticamente de la mitad de las ventas de automóviles en la Unión Europea.
Ahora bien, el fin de los coches diésel y gasolina en 2035 es, tan solo, la punta del iceberg. Los fabricantes siguen planificando la hoja de ruta de la electrificación de su gama de productos, pero también cómo alcanzar la neutralidad de carbono en toda la cadena de valor.
Y eso implica producir coches en fábricas que no emitan CO2 y utilicen energía renovable para su actividad. Pero también implica que los suministros sean CO2 neutrales y, por lo tanto, la transformación de la actividad de todos sus proveedores.
El fin del diésel y la gasolina, la punta del iceberg
Mercedes-Benz ya ha apuntado que sus principales proveedores, que representan un 90% de su volumen de aprovisionamiento, tendrán que proporcionar componentes CO2 neutrales y, por lo tanto, haber eliminado por completo su huella de carbono. Su objetivo, más allá de vender cada vez más eléctricos, es reducir a la mitad la huella de carbono de la compañía en 2030. Ola Kallenius, CEO de Mercedes-Benz, ya habría advertido a sus proveedores, «si queréis hacer negocio con nosotros en el futuro, necesitaréis una estrategia de negocio sostenible» (Autonews).
Desde Polestar ya habrían requerido a sus proveedores de primer Tier, los que suministran directamente a las plantas que ensamblan automóviles, que «se requerirá a todos ellos utilizar únicamente energía renovable en 2025». Polestar se ha propuesto alcanzar la neutralidad de carbono en 2040 (Autonews).
Para 2035, Ford no solo se ha propuesto que todos sus coches sean eléctricos, sino también alcanzar la neutralidad de carbono de todas sus actividades. Y eso, de nuevo, implica que todos sus proveedores también alcancen la neutralidad de carbono.
La descarbonización de la cadena de valor
En la industria encontramos más ejemplos de la presión que trasladan estos objetivos de descarbonización a los proveedores. El Grupo BMW espera reducir un 20% la huella de carbono de sus aprovisionamientos en 2030, con respecto a 2019.
Para Porsche, los proveedores son responsables de un 20% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de su negocio. Con el aumento de ventas de coches eléctricos, para 2030 esas emisiones podrían representar un 40% de la huella de carbono de Porsche. De ahí que los alemanes también estén presionando a sus proveedores, sobre todo en la producción de baterías y componentes para vehículos eléctricos, para producirlos empleando única y exclusivamente energía renovable.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando la emisión de CO2 es inevitable?
La industria del automóvil está estrechamente relacionada con la metalurgia y requiere de una gran cantidad de aluminio y acero. Y los procesos que durante siglos ha empleado la humanidad para trabajar los metales requieren, necesariamente, del empleo de carbón y de la emisión de gases de efecto invernadero. Para la metalurgia la descarbonización es algo (mucho) más que sustituir energía «sucia» por energía renovable.
En los últimos años hemos asistido al surgimiento de proyectos e investigaciones que pretenden transformar la metalurgia tradicional, prescindir del carbono de coque, y reinventar los procedimientos, para producir aceros verdes, o aluminios verdes, metales nacidos de procesos que no requieren emitir CO2 o reducir significativamente la emisión de gases de efecto invernadero. Procesos que, como podemos imaginarnos, son costosos, y en muchos casos se encuentran en fases experimentales.
Como os decimos, la industria metalúrgica también está buscando cómo reinventar los procesos, prescindir de fuentes de emisión de gases de efecto invernadero y, en aquellos casos que no sea posible, encontrar soluciones para compensar las emisiones generadas, como las diferentes tecnologías que están investigándose para la captación de CO2.