Recuperamos esta historia como continuación de nuestro reportaje El motor de agua: un invento español de hace 50 años que pudo cambiarlo todo, o no cuya lectura es más que recomendable.
«El inventor extremeño, el señor Estévez Varela, ha demostrado una vez más que su motor de agua no es un bulo». Así comenzaba una de las apariciones de Arturo Estévez en los años setenta en el Noticiario Cinematográfico Español, más conocido como NO-DO, que RTVE recuperaría décadas más tarde para elaborar el reportaje que puedes ver en este artículo.
Una historia que ya hemos tratado en Diariomotor, con el artículo de mi compañero José Luis sobre el motor de agua, el invento español de hace 50 años que pudo cambiarlo todo, o no.
Siendo este un artículo de lectura obligada que me llevaba estos días a toparme con otro reportaje en vídeo que nos presenta algunas de las claves acerca de la historia del motor de agua. Claves y suficientes argumentos para que el espectador pueda fundamentar una opinión al respecto y considerar si era un ridículo, como se dice mencionó Francisco Franco para tratar de que no volviera a tratarse el asunto; inviable, tal y como defienden algunos expertos hoy en día; o un concepto de motor que se adelantó medio siglo a la industria.
El motor de agua (o hidrógeno) de Arturo Estévez
Hoy en día el hidrógeno y el coche eléctrico están en boca de todos. El futuro solo se entiende mediante coches eléctricos que funcionarán empleando energía acumulada en baterías, o la energía eléctrica producida en una pila de combustible que consume hidrógeno, preferiblemente hidrógeno verde. Por el camino, han surgido otras muchas alternativas, combustibles sintéticos neutrales, o incluso motores de combustión interna adaptados para funcionar consumiendo hidrógeno.
Y no es ningún secreto que el motor de agua de Arturo Estévez era en realidad muy parecido a estos últimos, un motor de hidrógeno que estaba asociado a un generador que transformaba el agua, que el propio Arturo bebía y vertía después de un botijo al depósito de la motocicleta con la que realizaba sus exhibiciones, en hidrógeno.
Una motocicleta que había sido adaptada, primero, para que su motor de combustión interna funcionase con hidrógeno. Y segundo para obtener ese hidrógeno de la reacción producida entre el agua del depósito y un misterioso mineral que, sin duda, es el gran responsable de que la historia del motor de agua de Arturo Estévez haya llegado hasta nuestros días rodeada de leyenda y fascinación a partes iguales.
Transformando el agua en hidrógeno
Transformar el agua en hidrógeno empleando un mineral, y no otras soluciones como la electrólisis, no era superchería. De hecho se valoran dos opciones que, ya en su día se consideraron como el verdadero secreto de Estévez:
- La primera, y la que habría determinado el Régimen ante la expectación que generó el invento del motor de agua, que fuera boro. Un mineral que aún hoy en día sigue siendo muy costoso, hasta el punto en que un viaje de 100 kilómetros en esta motocicleta pudiera superar los 4.000€.
- La segunda teoría, que se tratase de ferrosilicio, una solución para transformar el hidrógeno en agua que también se habría empleado en generadores de hidrógeno de la industria militar de la época, que sería mucho más accesible y económica.
Sea como fuere, cuesta imaginar que el proyecto hubiera podido ser viable. Como os decíamos, hoy son muchos los fabricantes que están apostando por el hidrógeno, asociado a una pila de combustible para alimentar un motor eléctrico que pueda mover un vehículo. El hidrógeno aún sigue presentando algunos problemas, como su coste, y su disponibilidad, que en un futuro se espera puedan resolverse mediante toda una economía articulada alrededor del hidrógeno.
Otros fabricantes están llegando incluso a proponer ideas más próximas a la de Arturo Estévez. Que si bien es cierto no transforma el agua en hidrógeno en el propio vehículo, sí estarían diseñados para repostar hidrógeno y emplearlo para alimentar un motor de combustión interna. Una solución interesante, en tanto daría una segunda vida a los motores de combustión interna en el futuro, pero no exenta de problemas añadidos, como el de ser mucho menos eficiente que la pila de combustible.