El tiempo que se puede demorar una empresa en obtener los permisos necesarios para llevar a cabo proyectos de energías renovables, como la solar y la eólica, puede variar mucho de un país a otro. El reciente informe «The Global Green Subsidy Race» de Economist Intelligence Unit revela estas diferencias, por ejemplo en España una empresa puede esperar casi cuatro años de media hasta que estos permisos son aprobados.
Por otro lado, países como Francia tardan hasta siete años para otorgar los permisos necesarios para poder cristalizar los proyectos eólicos terrestres e Italia está en ese mismo rango de tiempo. Esto contrasta fuertemente con Alemania, que presenta las mejores cifras en cuanto a obtención de permisos, con sólo dos años para proyectos solares y cinco para proyectos eólicos.
La larga tramitación de los proyectos de energías renovables tiene varias implicaciones negativas, como el aumento de los costes, el retraso de la descarbonización y la pérdida de oportunidades para el desarrollo y la adopción de las energías renovables. Para acelerar la adopción de las energías renovables y combatir los efectos del cambio climático, es vital agilizar estos trámites para que su obtención sea lo más rápido posible.
Soluciones que se están llevando a cabo para cambiar la situación
La Ley estadounidense de Reducción de la Inflación de 2022 ha cambiado las reglas del juego en el ámbito de la política climática mundial, al proporcionar importantes inversiones en la industria ecológica en forma de subvenciones. Esto ha sentado un precedente para que otros países desarrollados sigan ese camino, y la Unión Europea no es ajena a esta realidad.
A través del Plan Industrial Europeo de Green Deal, propuestas como la Ley de Industria Neta Cero y el Marco Temporal de Crisis y Transición están facilitando a los países miembros la inversión de capital estatal para fomentar la instalación de soluciones verdes, especialmente a la luz de las ventajas competitivas que proporciona la Ley de Industria Neta Cero.
Francia ya ha aprovechado estas nuevas flexibilidades, ofreciendo importantes subvenciones de hasta el 40% de la inversión de capital verde. Las políticas en vigor para la economía verde tienen diferencias con las de los semiconductores, la inteligencia artificial (IA) y otros sectores estratégicos e incluso geopolíticos.
Por un lado, China es líder mundial en la producción de muchas tecnologías ecológicas, como la energía solar fotovoltaica y además lidera el mercado de las baterías de iones de litio, y se espera que siga siéndolo durante lo que resta de esta década. Además, el país asiático tiene mucha relevancia en el aprovisionamiento y procesamiento de materias primas críticas como el cobalto, el litio, el níquel o el grafito, lo que crea una dependencia de China y algunos países pueden tomar esto como un riesgo geopolítico.
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