Hacer frente al cambio climático requiere una importante inversión de capital. Se cree que habrá que invertir 9,2 billones de dólares en activos físicos al año de aquí al año 2050. La transición hacia objetivos de emisiones netas cero implicará tecnologías energéticas emergentes.
Las enormes sumas de dinero implicadas en la lucha contra el cambio climático
Los proyectos relacionados con la transición energética suelen ser largos, complejos y requieren muchos recursos. Además, el número de proyectos en curso puede ser insuficiente para la transición, especialmente a medida que aumentan los gastos implicados con materia prima, construcción y suministro. Y es que las tecnologías incipientes carecen de un historial de lecciones que ayuden a la productividad y a la ampliación, y este es un reto innegable al que se enfrentan todos estos proyectos.
Pero no todo es malo. A pesar de la complejidad, la inversión en proyectos de energía limpia se ha acelerado, como en el caso de la Ley de Reducción de la Inflación, que proporcionó 370.000 millones de dólares en financiación de créditos fiscales para proyectos de energía limpia.
Los dígitos de las inversiones deben continuar aumentando
La capacidad mundial en cuatro áreas, incluidas las energías renovables, el hidrógeno, el almacenamiento en baterías y la captura de carbono, debe aumentar significativamente en los próximos 30 años para lograr la descarbonización. El potencial de gasto de capital verde es enorme, y se espera que la inversión se triplique de aquí a 2050.
Pero es evidente que incluso dentro del sector de las energías renovables hay contrastes. Por ejemplo, mientras que industrias como la solar y la eólica están muy avanzadas en la expansión de la capacidad renovable, la tecnología como la captura de carbono aún está en desarrollo. ¿Por qué? Porque en el avance constante de las energías limpias, surgen y surgen tecnologías nuevas, que pasan por diferentes fases de prueba, que deben encontrar inversores, hacerse un espacio en el mercado y establecerse. Esto es natural, pero como estamos hablando de una urgencia que atañe a nuestro planeta y a la vida en él, también es natural que se necesiten grandes empujones para que estas tecnologías avancen más rápido.
Por otro lado, se prevé que la tecnología de las baterías experimente un crecimiento significativo, pero la industria puede tener dificultades para conseguir materias primas como el litio, el cobre y el níquel, que son esenciales para producir a escala. Solo para satisfacer la demanda mundial de cobre y níquel puede ser necesario un gasto de capital de entre 250.000 y 350.000 millones de dólares de aquí a 2030 para aumentar la capacidad nueva y sustituir la capacidad existente agotada.
¿El hidrógeno verde salvará el día?
Se cree que el hidrógeno, junto con la electricidad, representará el 50% de la combinación energética mundial en 2050, con el hidrógeno verde producido por electrólisis del agua como fuente clave. Aunque hay esfuerzos para aumentar la capacidad mediante nuevos proyectos, no está claro cómo se financiarán, y la industria debe mejorar los sistemas electrolizadores, aumentar los gastos de capital y reducir los costes de la electricidad para lograr la paridad de costes.
En un escenario acelerado, el hidrógeno verde podría sustituir al 95% del suministro total en 2050, ayudando a reducir la demanda en el sector del transporte, que se espera que crezca significativamente. Para esto, tanto las inversiones de este sector como las tecnologías relacionadas al mismo deben continuar recibiendo impulsos sustanciales.
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