El cinturón de seguridad es posiblemente uno de los mejores inventos de toda la historia del automóvil. Sin lugar a dudas, es el elemento de seguridad más efectivo, más sencillo, y que más vidas ha contribuido a salvar desde su introducción masiva en los automóviles. El cinturón de seguridad estaba inicialmente colocado en las plazas delanteras, y con el tiempo se extendió también a las plazas traseras. Es obligatorio abrocharse en cinturón para todos los pasajeros que viajen en el coche, incluidos los de las plazas traseras. Por favor, oblígales a abrochárselo. No solo se juegan su vida.
El cometido del cinturón de seguridad es muy sencillo. Nos sujeta al coche, retiene nuestro cuerpo cuando ocurren fuertes deceleraciones. Deceleraciones que pueden producirse por un fuerte frenazo, o por un accidente. Cuando el coche reduce su velocidad bruscamente, un pasajero sin cinturón de seguridad seguirá viajando a la velocidad del coche, debido a la energía cinética que acumula. Sin cinturón que lo frene, acabará impactando contra el salpicadero y el parabrisas, si ocupa los asientos delanteros. Un accidente a más de 30 km/h ya puede provocar heridas mortales o lesiones muy graves si se viaja sin cinturón de seguridad.
El vídeo que te dejamos tras estas líneas te lo demostrará empíricamente. Si te deja mal cuerpo, ha cumplido su cometido.
Ahora bien, podrías pensar que un pasajero que viaja en las plazas traseras estaría más seguro. «Sólo son 5 minutos», dice este pasajero, que no quiere pasar el «mal trago» de encontrar el anclaje del cinturón de seguridad. Una ligerísima incomodidad que evita poner en peligro las vidas de todos los pasajeros del coche. Cuando se produce un accidente y uno de los pasajeros de los asientos traseros no lleva el cinturón de seguridad, su cuerpo sale proyectado hacia delante con una fuerza descomunal. En un accidente frontal a 60 km/h, cualquier objeto suelto dentro del coche multiplica su peso por 56.
Un pasajero de apenas 50 kilos, pasa a pesar 2,8 toneladas. Un objeto de 2,8 toneladas, moviéndose a 60 km/h por el interior de un coche cuya velocidad se ha reducido a prácticamente cero. Este peso es suficiente para arrancar el asiento de sus carriles y aplastar al conductor o copiloto, cuyos cinturones de seguridad y airbag perderían su utilidad – incluso llegando a herirlos. El resultado serían heridas potencialmente mortales para los pasajeros implicados, con graves traumatismos craneo-encefálicos para todos, aderezado con un aplastamiento de espalda y abdomen para los que ocupen los asientos delanteros.
Por si esto fuera poco, el pasajero-proyectil podría también herir a ambos ocupantes de las plazas delanteras, si su cuerpo sale volando por encima de los reposacabezas. Os lo vuelvo a recordar, a 60 km/h cualquier objeto suelto multiplica por 56 su peso. Si tus tres colegas viajan en los asientos traseros del coche, pesan 80 kilos cada uno, viajan sin cinturón de seguridad y tenéis un accidente a 50 km/h – un accidente típico en ciudad – contra tu espalda y la de tu acompañante chocarán 2,4 toneladas, mientras el que viaja en posición central impactará contra la consola central del coche.
Por el bien de tus pasajeros y por tu propio bien, haz que se pongan el cinturón de seguridad. Aunque vayas a la vuelta de la esquina. Si tus pasajeros se niegan, niégales el derecho de viajar en tu coche – así de claro, así de tajante. Si quieres convencerles, recuérdales lo siguiente: más de la mitad de los ocupantes fallecidos en accidentes de tráfico no llevaban el cinturón de seguridad abrochado. Tus posibilidades de morir en un accidente de tráfico se multiplican por tres si viajas en el asiento de atrás y no llevas el cinturón.
Se puede decir más alto, pero no más claro.