Tu vecino acaba de estrenar un [Tesla] (póngase aquí cualquier otro eléctrico), que luce espectacular con su impoluta pintura metalizado, cuando entra sigilosamente al garaje. «Prácticamente conduce solo», dice orgulloso, mientras acaricia con una formidable delicadeza su enorme pantalla en el centro del salpicadero. Si hay algo que le gusta aún español, incluso más que alardear de su billetera, es de haber hecho la compra más inteligente. «Me salió más barato que mi último [coche] (póngase aquí cualquier premium alemana), me lo entregaron en apenas unos días y me ahorraré un pastiche en gasolina»
El coche eléctrico de tu vecino lo estás pagando tú
Lo que ignora tu vecino es que sabes, porque has leído nuestros artículos, todo lo que rodea al coche eléctrico. Lo sabes, mientras no puedes hacer otra cosa que estirar ese diésel que compraste hace diez años, cruzando los dedos para que el ayuntamiento no vete el acceso a los etiqueta B. O con mucha suerte, mientras vas a trabajar en un coche nuevo, pero con un motor de gasolina. Incluso también, si eres algo más afortunado, y has seguido nuestros consejos, mientras te mueves un coche híbrido o microhíbrido, que sientes que te costó un dineral pero, a fin de cuentas, respirando aliviado, te aporta algo de tranquilidad con su etiqueta ECO.
Pongo la herida antes que la venda. No tengo nada en contra de tu vecino, ni aún menos pretendo desacreditar el coche eléctrico. No creo en teorías extrañas, ni en nada que no haya demostrado la ciencia. Tampoco estoy en contra de beneficiar al coche eléctrico y sus propietarios. Es más, estoy tan a favor de que se beneficie al coche eléctrico que he elaborado este artículo, que solo espero te suscite una mínima reflexión al respecto de lo que está aconteciendo.
Las ayudas al eléctrico las pagamos todos, aunque no compremos un eléctrico
Tu vecino ha comprado su coche, como la mayoría de los españoles, pagándolo a plazos, pero el concesionario «hizo un buen precio» y qué decir de «los 7.000 euros que se ha ahorrado» por las ayudas del Plan MOVES. Ignora el vecino que estás bien informado de que las ayudas del Plan MOVES (aún) no se hacen efectivas inmediatamente, y tardará en recibir sus 7.000 euros, pero salvo sorpresa los recibirá. Y de esta forma habrá recibido 7.000 euros del erario público que no recibiremos si lo que nos compramos es un coche de gasolina.
Simplificar el concepto de ayuda pública o subvención, y tributos, a un escenario de suma cero puede resultar superficial, probablemente incluso demagógico. Los hechos, hechos son. Y para que tu vecino y cualquier otro comprador reciba una ayuda para comprarse un coche eléctrico tiene que haber alguien que lo sufrague, en este caso todos los contribuyentes, o que se vea perjudicado, o agraviado comparativamente, en este caso aquellos que compremos un coche que no sea eléctrico, y que por lo tanto no se vea beneficiado por este tipo de ayudas.
No entraremos a valorar el beneficio general de comprar un coche eléctrico. Porque definitivamente, insisto en ello, no será necesario para extraer una moraleja al final de este artículo.
Hacienda somos todos, pero solo los eléctricos desgravan
Existe otra tradición muy castiza. No hay nada que genere más conexión y fraternidad que atacar a Hacienda, y quejarse de los impuestos, con expresiones como «crujir» y «machacar». No es el caso. El vecino se siente aún más satisfecho con su decisión, «3.000 serán los euros» que se desgravará en la declaración del IRPF. ¿Hemos hablado ya del concepto de suma cero? Para que tu vecino reciba 3.000 euros tendrá que existir alguien que sufrague su desgravación, efectivamente, todos los contribuyentes. 3.000 euros que, de alguna forma, le estamos pagando a nuestro vecino.
Mientras tanto, el coche de gasolina que acabas de comprarte no solo no te aportará ningún beneficio fiscal sino que, para más inri, estará gravado – probablemente – con un impuesto de matriculación añadido que, aunque no aparezca desglosado en esa atractiva oferta que viste en un corte publicitario, ya se ha repercutido. He aquí, de nuevo, el agravio comparativo.
Y es precisamente ese impuesto de matriculación una de las razones, ni mucho menos la única, por la cual tu coche nuevo te costó bastante más de lo que inicialmente habías imaginado. Y una razón más por la cual la sensación más habitual, cada vez que visitas un concesionario, es la de que los precios de los coches nuevos se han disparado.
Los beneficios a los eléctricos que todos pagamos
La tranquilidad. «La tranquilidad es lo que más se busca», apunta nuestro vecino. Y no hay mayor tranquilidad que disponer de una etiqueta Cero Emisiones con la que sabemos que podremos acceder a cualquier área restringida, por tratarse de una Zona de Bajas Emisiones. Beneficio que no llega sin su agravio para todos aquellos que no lucimos en el parabrisas de nuestro coche una pegatina azul.
Los parquímetros y las zonas de estacionamiento regulado, por mucho que puedan llegar a irritarnos, no se establecen por capricho. Disuaden de utilizar el coche en áreas congestionadas y también contribuyen, de alguna forma, a la recaudación de las arcas públicas municipales.
De nuevo, tu vecino no solo no tiene que pagar por aparcar su flamante eléctrico en la zona azul, sino que además puede moverse sin las restricciones que ya han comenzado a sufrir en muchas ciudades aquellos que no han querido, o no han podido, cambiar su coche por uno nuevo y con una etiqueta medioambiental más favorable.
Tu coche de gasolina nuevo paga el desarrollo de vehículos eléctricos
Cada vez que alguien se compra un coche que expulsa humo por un tubo de escape está pagando, irremediablemente, el flamante coche eléctrico de nuestro vecino. Cuando compramos un automóvil no solo estamos pagando por una materia prima, metales, vidrios, materiales plásticos y textiles, y su manufactura y ensamblado, para transformarse en un medio de transporte, así como la logística y el nada desdeñable, y cada vez mayor, margen de beneficio para el fabricante y todos los involucrados en la cadena.
Cuando compramos un automóvil también estamos sufragando una inversión tecnológica, un desarrollo. El desarrollo de motores de combustión interna ya hace tiempo que se ha paralizado. La inversión en el coche eléctrico, por contra, es cada vez mayor. Los fabricantes de coches están haciendo una apuesta significativa por el coche eléctrico y todo su foco tecnológico está concentrado, precisamente, en el objetivo de poder fabricar mejores coches eléctricos y en unas condiciones más competitivas.
¿Quién está sufragando esa inversión, para que nuestro vecino pueda disfrutar de su flamante coche eléctrico? De nuevo, los que compramos un coche con motor de combustión interna, cuyo precio se ha encarecido significativamente en los últimos años, estaremos pagando, en buena medida, el coche eléctrico de nuestro vecino.
El IVA reducido de la electricidad también lo pagamos todos
La energía, energía es. Pero por cada litro de gasolina que estás repostando en tu coche, y por cada euro que estás pagando en la gasolinera, una parte importante – según el precio del carburante hasta la mitad del precio que estamos pagando por la gasolina – va destinada a cubrir impuestos, como el gravamen sobre el valor añadido, del 21%, o el especial sobre hidrocarburos.
Nuestro vecino, por su parte, insiste «en lo que se ahorrará en gasolina», pagando únicamente por la electricidad que necesita para recargar su coche eléctrico en el garaje que «a fin de cuentas no está tan cara» y que, por si no fuera poco, se encuentra bonificada con un impuesto sobre valor añadido reducido, de solo el 5%. Recordemos de nuevo la idea de que las bonificaciones, como sucede con otras ayudas, requieren de alguien que las sufrague y alguien que se vea agraviado comparativamente.
Hemos de conceder en este punto un reconocimiento a todos los contribuyentes que, independientemente de que conduzcan un coche o no, gasten gasolina o no, también han estado pagando durante algunos meses la bonificación a los carburantes que se estableció para tratar de mitigar las consecuencias del incremento de los precios que llevamos arrastrando desde 2022.
Todos estamos pagando el coche eléctrico
Con las ayudas y las subvenciones, ventajas fiscales y beneficios en la movilidad urbana, o las bonificaciones a la electricidad que, en última instancia, pagamos todos, de alguna forma estamos pagando el coche eléctrico de nuestro vecino. Con lo que pagamos por nuestro coche nuevo con motor de combustión interna, cuyo precio se ha disparado, y de qué manera, en los últimos años, también estamos pagando de alguna forma el coche eléctrico de nuestro vecino.
Si creemos en que el coche eléctrico es necesario, y merece la pena y – por mucho que te sorprenda después de haber llegado hasta aquí – este servidor así lo cree, estaremos de acuerdo en que es necesario que se potencie y se subvencione el coche eléctrico.
Ahora bien, ¿quién va a beneficiarse de este apoyo que, insisto, considero necesario, se está propiciando para impulsar el coche eléctrico?
El coche eléctrico no es para todos
Lo lamentamos, el coche eléctrico no es para todos. El elevado precio de los eléctricos, en comparación con sus homólogos de combustión interna, incluso aplicando las cuantiosas ayudas y bonificaciones fiscales, son solo una de las razones por las cuales el resto de vecinos, que hasta ahora podían permitirse comprar un coche nuevo, diésel o gasolina, y económico, cada diez años, ahora no pueden permitirse dar el salto al eléctrico.
El precio de los vehículos eléctricos es una importante barrera para pasarse al vehículo eléctrico, pero también el hecho de que, sin una infraestructura de carga pública adecuada, comprar un eléctrico sin un garaje en el que instalar un punto de recarga sea, sencillamente, un despropósito.
La única esperanza de los que ahora estamos pagando el coche eléctrico de nuestro vecino pasa por el abaratamiento de la tecnología y del vehículo eléctrico, en toda su extensión, así como por el desarrollo de una infraestructura pública que permita que todos podamos disponer de un «enchufe» en el que recargar nuestro coche eléctrico. He aquí la visión optimista, y también la esperanza que ha surgido gracias a la irrupción de vehículos eléctricos fabricados en China, mientras se mantengan a precios razonables, pero también de algunos europeos.
Una España a dos velocidades
Luego está el escenario pesimista. De momento la transición hacia el vehículo eléctrico se está llevando a cabo a dos velocidades. La de la Europa en la que el vehículo eléctrico ya goza de una cuota de mercado significativa (Alemania y Francia en el 26,2% y 20,6% respectivamente, de eléctricos de baterías e híbridos enchufables) y la de la Europa en la que esa transición se está llevando a cabo a un ritmo mucho más pausado (España e Italia con una cuota del 9,2% y el 9% respectivamente).
Pero lo peor está en casa, con una transición hacia el vehículo eléctrico en la que, al menos tal y como está planteada en estos momentos, de nuevo propicia dos velocidades: la de una clase media que puede permitirse adquirir un eléctrico y disponer de un garaje en su hogar con un punto en el que recargar su coche y/o una plaza de aparcamiento en su oficina en el que su empresa le permite recargar su coche, y un amplio espectro de la población que hasta ahora había podido permitirse comprar un coche y que a partir de ahora tendrá que:
- Realizar un esfuerzo mayor, recurriendo a los ahorros, o con una elevada cuota mensual, para financiar la compra de su próximo coche si es que pueden adquirir un eléctrico
- Alargar al máximo la vida de su coche actual, hasta poder dar ese salto al coche eléctrico
- Seguir utilizando y comprando coches con motor de combustión interna, por no poder dar ese salto al eléctrico por razones económicas, mientras la legislación se lo permita y cada vez con más dificultades y restricciones
- Tener que verse relegados a renunciar al automóvil como medio de transporte privado, de manera que su movilidad quedará restringida al bonobús, al transporte público, o la bicicleta, no por una decisión personal, sino por razones económicas
Mientras tanto, los conductores que aún no han podido permitirse comprar un coche eléctrico, y han ido situándose en alguno de estos casos, habrán estado pagando, de alguna forma, el coche eléctrico de nuestro vecino.
La esperanza de los coches eléctricos baratos chinos
La irrupción de los fabricantes chinos, con sus coches eléctricos – y no solo eléctricos – económicos podía verse como una luz al final del túnel. Actualmente ya es posible comprar algunos eléctricos que, tras las ayudas, eso sí, se sitúan en un rango de precios razonable y hasta diría que aceptable para una parte importante de la población, comparable al de sus alternativas de combustión interna.
Pero el crecimiento que están viviendo las ventas en Europa de coches fabricados en China ya ha propiciado que la Unión Europea dé la voz de alarma, que se investigue a los fabricantes chinos, que se propongan ayudas a la compra de eléctricos que dejen fuera a los fabricados en China y que, en última instancia, se desvanezca el sueño de una parte de la población de comprar un eléctrico barato.
La irrupción de los coches chinos en Europa no es vista como una oportunidad, sino como una amenaza. Y por supuesto con razón. Pongámonos en el caso de otro de nuestros vecinos, que desde que se sacó un FP ha estado trabajando como operario en una fábrica de coches, que ha cerrado. Porque la transición hacia el coche eléctrico le pilló a pie cambiado a la marca que allí producía sus coches, tuvo que dejar de producir motores de combustión interna y transmisiones y coches que empleaban esos motores y transmisiones, porque Europa se lo prohibió. Y en el momento en que decidió fabricar coches eléctricos se encontró con que no era viable, y no podía competir con los eléctricos fabricados en China.
Una vez más, somos todos los que estamos pagando la transición hacia el coche eléctrico, aunque no podemos permitírnoslo.
La movilidad privada como derecho
Según el artículo 4 de la Ley de Movilidad Sostenible del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible:
Se reconoce el derecho de todos los ciudadanos y las ciudadanas a disfrutar de un sistema de movilidad sostenible y justo en los términos establecidos por la ley, que permita el libre ejercicio de sus derechos y libertades constitucionales, favorezca la realización de sus actividades personales, empresariales y comerciales y atienda las necesidades de las personas menos favorecidas y de las zonas afectadas por procesos de despoblación, y en particular, preste especial atención a los supuestos de movilidad obligada
No solo debería reconocerse el derecho a la movilidad, sino también el derecho a la movilidad privada, al automóvil. El automóvil nos ha permitido desarrollarnos como ciudadanos, disfrutar de una libertad para desplazarnos, pero también para escoger un trabajo, el hogar que más se adecúe a nuestras necesidades independientemente de donde trabajemos, el colegio más adecuado para que estudien nuestros hijos.
Pero, por desgracia, las medidas que se están llevando a cabo para propiciar la transición eléctrico se han concebido para animar, en general, las ventas de coches eléctricos, y no con el foco muy concreto de que el coche eléctrico sea accesible para todos.