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Una de las principales preocupaciones de quienes van a comprar un coche (una moto o cualquier otro vehículo) de segunda mano es que los kilómetros que marca su odómetro sean los reales y no esté trucado o presente ningún otro tipo de alteración. Hace años estas prácticas eran muy habituales por algunos «profesionales», yo mismo recuerdo como una importante compra-venta de mi zona cayó por ese motivo, y también por algunos particulares con coches antiguos donde el máximo kilometraje que marca es 99.999 km y se les olvidan indicar cuántas vueltas ha dado. No obstante, los nuevos coches, más cargados de electrónica, y una legislación más disuasoria, están haciendo que estas prácticas estén casi en el olvido, pero no extinguidas.
Sea como fuere, en esta ocasión os presentamos una pequeña guía con todos los trucos y consejos para detectar esa manipulación del cuentakilómetros, y que se suma a todas aquellas que ya hemos ido preparando en Diariomotor, como las 8 claves para comprar un coche con más de 10 años de antigüedad, 10 consejos para comprar un primer coche o incluso cómo realizar el cambio de titularidad o transferencia.
1. Revisa la documentación
La forma más fácil de detectar una manipulación de kilómetros, y nunca miente, es mediante la documentación. Para ello, en primer lugar, y hasta incluso antes de ir a ver el coche (sobre todo si está alejado de tu zona) deberías solicitar un informe completo del vehículo a la DGT, el cual tiene un coste de 8,50 € y con el que puedes conocer datos como su historial ITV con el correspondiente registro de kilómetros, propietarios anteriores, si tiene alguna carga o gravamen pendiente o si es apto (o no) para ser transferido.
Además de ello, también puedes pedir al vendedor que te muestre la Ficha Técnica del vehículo, en la que además de mostrar todas las especificaciones del coche, fecha de primera matriculación o si anteriormente ha sido usado como taxi o autoescuela, también podrás comprobar ese historial de ITV con sus correspondiente registros de kilómetros y asegurarte que todo cuadra.
Por último, un escrupuloso historial de mantenimiento, con fechas y kilómetros anotados (no es necesario que sea del Servicio Oficial) te ayudará a detectar cualquier tipo de fraude, en especial durante los primeros cuatro años en los que el coche no ha pasado por una ITV independiente en la que sea la Administración que empiece también a llevar ese registro de kilómetros y fecha.
2. Inspección visual
A partir del punto anterior es cuando comienzan los pasos más «detectivescos». Para ello, busca en su interior cualquier signo de desgasta anómalo para un coche con el kilometraje anunciado. Por ejemplo, un asiento del conductor demasiado rozado, al igual que la propia junta de goma de la puerta o la placa metálica a modo de embellecedor que suelen tener muchos coches en el umbral de la puerta, así como el propio pomo o volante. Es más, incluso un volante retapizado de forma convencional, es decir, que no se haya hecho por capricho para añadir materiales como alcántara o algo similar, sino por ocultar un gran desgaste del mismo.
Asimismo, no olvides tampoco de comprobar el estado de mandos que son muy usados por el conductor, como el interruptor de las luces, los de la radio o el sistema de climatización, y hasta incluso las ventanillas, el parasol o el estado de los pedales y alfombrillas.
3. Prueba en carretera
Si todo lo demás encaja, es hora de de dejar que sea el propio coche quien nos diga «cómo se encuentra». Así, mediante una pequeña prueba en carretera puedes tratar de encontrar signos que no sean propios de un vehículo con la edad y kilometraje anunciados, como un excesivo juego en la dirección u holguras en la palanca del cambio, una caja de cambios automática que no vaya del todo fina y suave o ruidos extraños provenientes de la suspensión.
No obstante, deberás tener presente que muchas veces esos defectos pueden deberse también a un estado de mantenimiento que no sea el mejor de todos los posibles o que su anterior propietario no sea muy cuidadoso con él, por lo que no es tampoco una prueba irrefutable de una manipulación del odómetro como si lo era la documentación.
4. Revisión mecánica
Un paso más allá de los anteriores es que un mecánico cualificado lleve a cabo una revisión del coche. En ella, viendo el desgaste de elementos como los discos y pastillas de freno, las rótulas, estado de los silentblocks de los diferentes brazos de la suspensión, soportes motor y caja de cambio o también de los propios amortiguadores, podrá estimar el kilometraje verdadero de ese coche. Por ejemplo, con 50.000 kilómetros no es lógico que unos amortiguadores estén casi al final de su vida.
Además, también se fijará en otros indicios, como los rezúmenes de los diferentes elementos del coche (motor, caja de cambios, diferencial…) o si presenta alguna pieza de desguace, normalmente marcado con el típico rotulador amarillo, las cuales no se suelen emplear en coche muy nuevos o con pocos kilómetros.
5. Busca evidencias de la manipulación
Finalmente, busca signos claros de esa manipulación in situ. En los coches con cuentakilómetros analógico es necesario desmontar el cuadro de instrumentos para proceder a su alteración, por lo que marcas en el mismo o muescas en los tornillos que lo fijan son una señal de que se ha desmontado, aunque de nuevo no irrefutable, ya que también cabe la posibilidad de que se haya sacado para cambiar una simpe bombilla fundida.
Por el contrario, en los vehículos más modernos con odómetro digital el panorama cambia bastante, puesto que es muy fácil alterar el kilometraje del mismo, sólo basta conectarse al puerto OBD y teclear la nueva cifra. Sin embargo, lo que sí es sumamente complicado es hacerlo de forma que no se deje rastro, borrando todos los registros de acceso y modificación, ya que hasta incluso existen coches que «guardan copia del kilometraje en la llave». Así pues, un especialista en electrónica del automóvil podría encontrar esos rastros de manipulación.
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