En España se venden cada año dos coches de segunda mano por cada coche nuevo. Un mercado de en torno a 2,5 millones de coches, desde «trastos» de menos de 1.000 euros hasta coches con apenas unos cientos de kilómetros y precios cercanos a sus tarifas oficiales. Es muy probable que pronto te vayas a comprar un coche de segunda mano, o en un futuro tengas que tomar dicha decisión de compra. Y seguro que estás dudando, ¿merece la pena comprarme un coche diésel de segunda mano? En este artículo trataremos de ayudarte en esta decisión, recomendándote qué coche de segunda mano es el que más te conviene.
¿Por qué sí sería una buena idea?
Aunque en estos momentos el punto de mira de la opinión pública está sobre el diésel y nubes negras se ciernen sobre su futuro, entre las que se cuentan un posible aumento de la fiscalidad y restricciones a la circulación para los más antiguos, la realidad es que sigue siendo una opción muy válida para muchos conductores. No nos importa la corrección política, y es una compra que recomendamos si se cumplen ciertas condiciones, y se está dispuesto a asumir ciertas servidumbres.
El litro de gasóleo sigue siendo más barato que el de gasolina por el momento y el consumo real de un coche de gasolina – equivalente en prestaciones a un diésel – sigue siendo unos 2 l/100 km superior. Es una decisión sensata económicamente sensata si además el grueso de los kilómetros se hacen por autovías, autopistas y carreteras secundarias. Viajes largos en los que el motor diésel gira a un ritmo más o menos constante, en los que sus sistemas anticontaminación no sufren y funcionan de forma óptima. Los recorridos cortos y la circulación urbana son los enemigos de un diésel moderno, su EGR y su filtro de partículas.
Somos conscientes de que un motor diésel moderno es una máquina muy compleja. Muchos coches diésel Euro 4 ya cuentan con filtro de partículas, además de turbocompresores de geometría variable y una válvula de recirculación de gases controlada por la centralita. Son motores que requieren ser mantenidos con mimo – sin exceder el kilometraje recomendado en sus cambios de aceite y usando materiales de buena calidad – y tratados adecuadamente. No obstante, respetando sus intervalos de calentamiento y enfriamiento y conduciéndolo con suavidad, deberíamos tener un motor diésel duradero y fiable.
Si estás valorando la adquisición de un motor diésel, es importante saber por dónde vas a moverte. Si no vives en una gran ciudad, puedes beneficiarte del menor precio de un diésel anterior al año 2006, menos complejo a nivel mecánico y más sencillo de mantener. Si vives en Madrid o Barcelona, o por trabajo tienes que moverte por una gran ciudad, te recomendamos que adquieras un motor diésel con etiquetado medioambiental de la DGT, es decir, compatibles con la normativa Euro IV o matriculados a partir del 1 de enero de 2006.
Por qué no sería una buena idea
Te hemos dado varios motivos por los que la compra del diésel sí sería una buena idea. Pero también existen muchas razones de peso para no comprar un diésel. Y algunas de las más importantes son las relacionadas con la incertidumbre que rodea al gasóleo. Tras el escándalo del Dieselgate el combustible ha pasado al punto de mira público, que lo empieza a considerar contaminante y dañino para la salud. Aunque sus emisiones de CO2 son contenidas, los óxidos de nitrógeno generados en su combustión son dañinos, especialmente en entornos urbanos y en altas concentraciones.
Es en grandes ciudades donde se están empezando a tomar medidas contra los diésel, de momento articuladas en las etiquetas medioambientales de la DGT – que discriminan de forma más dura a los coches diésel, por su mayor potencial contaminante. Tampoco podemos olvidar las intenciones del gobierno de equiparar el impuesto de hidrocarburos del diésel con el de la gasolina, que resultaría en un incremento del precio del gasóleo en hasta 10-15 céntimos por litro. Aunque la mayor eficiencia de los diésel seguiría garantizando un menor coste operativo, es una ventaja que se diluiría de forma notable.
Porque a esto se sumaría una posible modificación del Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica. La famosa «viñeta» será el instrumento de muchos municipios para desincentivar el uso de coches diésel. Aunque ninguna de estas últimas amenazas se han materializado por el momento, podrían hacerlo en cuestión de pocos años, o incluso meses. Aunque como antes os decíamos, el diésel tiene unos costes operativos inferiores a los de un gasolina, para que te salga a cuenta debes rodar un número elevado de kilómetros anualmente, y rodar fundamentalmente en entornos extraurbanos o periurbanos.
Son motores más complejos, con un mantenimiento más caro y que no se encuentran a gusto en entornos urbanos, o en recorridos cortos. Piensa en el uso que vas a darle al coche. Si necesitas un coche para recorrer 20 km diarios, soportando atascos y retenciones constantes, es mejor que te compres un gasolina – en este escenario, más fiable y lógico. Lo mismo te recomendamos si vives o te mueves en el entorno de una gran ciudad y recorres pocos kilómetros al año – menos de 15.000 km. Aunque vayas a hacer al año dos o tres viajes de 1.000 kilómetros para ir a la playa. Compra con cabeza, y no te equivocarás.