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Tras más de veinte años desde la presentación del primer Prius, la tecnología híbrida ha alcanzado un grado de madurez y desarrollo tal que nos permite encontrar hoy día interesantes unidades en el mercado de ocasión. Adquirir pues un híbrido de ocasión no debería de suponer mayor preocupación que la aparejada a la compra de un diésel o gasolina equivalente. De hecho, el propio Toyota Prius de segunda generación avala esta tesis, no hay nada más que fijarse en cuántos taxis circulan por nuestras ciudades de ese modelo, o echar un ojo en portales de anuncios, donde hay alguna que otra unidad taxi a la venta con 350.000 km, o incluso pasados los 400.000 km.
Además, dado el panorama actual en materia de legislación sobre contaminación y medioambiente, la compra de un híbrido es una grandísima idea, pues te da acceso directo al distintivo medioambiental ECO de la DGT, con todo lo que ello significa: aparcamiento gratuito en ciertas zonas, no estar sujeto a determinadas restricciones, reducción de algunos impuestos… dependiendo estas ventajas de la zona en la que te muevas.
De hecho, hay grandes opciones en el mercado de ocasión, muy interesantes y a precios bastante competitivos, como el Honda Insight, por unos 8.000 € con diez años y sobre los 100.000 km, los Toyota Prius y Auris HSD, por unos 10.000 € con 80.000 km y sobre los ocho años de antigüedad, o mi favorito por diseño e imagen, el Lexus CT200h, el cual puedes encontrar por 12.000 €, con unos ocho años y rondando los 140.000 km, y que cuenta con la tecnología de Toyota y la imagen y acabados de una marca premiun como es Lexus.
Sin embargo, antes de que te lances a buscar híbridos como si no hubiera un mañana en los diferentes portales, quisiera que tuvieras en cuenta lo siguiente: como ya he dicho, la técnica ha avanzado enormemente en los últimos años, si bien puedes acceder a vehículos híbridos con unas prestaciones y desarrollos bastante atractivos y asumibles, no podrán igualar en ciertos aspectos a los nuevos modelos puestos a la venta, como recorrer una distancia más prolongada en modo completamente eléctrico, o la velocidad máxima en dicho modo, o la transición entre motor térmico y eléctrico.
¿Qué puntos revisar en un vehículo híbrido de ocasión?
Un vehículo híbrido no deja ser en parte un vehículo equipado con un motor térmico convencional, por lo que debes tener en cuenta los mismos aspectos que tendrías al comprar cualquier otro coche, los cuales ya hemos hablado largo y tendido en Diariomotor. Algunos de estos aspectos son el estado de la carrocería, historial de mantenimiento, suspensiones, motor, desgastes anómalos en el interior… y comprobar que toda la documentación esté en regla, así como que no tenga ninguna carga pendiente.
En lo que sí difieren es en el sistema híbrido, el cual engloba el motor eléctrico, el inversor y las baterías. A priori, tanto el motor como el inversor no son elementos de preocupación. Los motores eléctricos industriales de este tipo presentan una alfa fiabilidad, y al ser la mayoría de ellos brushless (sin escobillas), no presentan mantenimiento. Sobre el inversor, no deja de ser un transformador que convierta la corriente continua de la batería en alterna para el motor, y viceversa, que por su propio diseño y construcción tampoco debería fallar o desgastarse. La batería es “harina de otro costal” del que hablaremos más adelante.
Así pues, los principales puntos o consejos a tener en cuenta son los siguientes:
• El elemento más importante a revisar es la batería, y el más difícil, ya que mediante una simple prueba de conducción resulta casi imposible comprobar su estado. Para ello, infórmate previamente de cuál es la autonomía en modo eléctrico del coche que vayas a ver, así como de cuál es la velocidad máxima en dicho modo. Así, intenta probar el coche en entorno urbano, verificando que hasta dicha velocidad solo actúa el motor eléctrico (recuerda no pisar demasiado el acelerador, sino entrará en funcionamiento el motor térmico), así como de que la autonomía marcada es coherente. Aprovecha también para comprobar que la transición de un modo a otro, y el apoyo del motor eléctrico, se realiza de forma suave, sin extraños, además del correcto flujo de energía.
• Realiza una inspección visual al cableado del sistema híbrido, normalmente de color naranja. Si puedes ver manchas oscuras o negras, o zonas donde la manguera esté endurecida, es señal de que se ha producido un sobrecalentamiento. Descarta esa unidad.
• Otro indicador del estado del sistema híbrido son los frenos. Es importante que no presenten señales de estar fatigados, discos alabeados o desgastados, pero sobre todo, intenta comprobar que los intervalos de sustitución de discos y pastillas han sido mucho (muchísimo) más prolongados que lo habitual. Los vehículos híbridos cuentan con un sistema de frenada regenerativa, por lo que los frenos trabajan menos de lo habitual. Así, si estos se sustituyen como en un coche convencional es indicativo que el sistema de frenada regenerativo no funciona correctamente (o que el conductor práctica una conducción muy exigente).
• Historial de mantenimiento. Personalmente que un coche más allá de su periodo de garantía no tenga un historial de mantenimiento en el servicio oficial no me preocupa, ya que hay muy buenos profesionales en cualquier taller independiente, o incluso el propio dueño puede realizar tareas básicas como el cambio de aceite o filtro, otra cosa bien distinta es que no posea facturas de nada. Sin embargo, en el caso de un vehículo híbrido sí es de valorar que las revisiones se hayan realizado en el servicio oficial, puesto que son casi los únicos que poseen los dispositivos adecuados para comprobar que el sistema híbrido, incluyendo a la batería, se encuentra en buen estado. Incluso hay marcas que para la batería dan una garantía mayor a la habitual, del tipo 7 años o 150.000 km, por lo que es muy posible que alguno de los coches que vayas a adquirir aún estén en dicho periodo, y que por haber realizado el mantenimiento en un servicio no oficial se haya perdido dicha garantía, ya que la marca puede alegar que solo ellos disponen de los útiles para el comprobación de dicho sistema.
• Por último es aconsejable si la inversión es notable comprar el coche en un profesional, ya sea una compra-venta o u concesionario oficial. Por ley deberán ofrecer una garantía de un año, pero ojo, lee la letra pequeña y aclara (por escrito siempre es mejor) que tanto la batería, como el motor o el inversor, están cubiertos por la misma, ya que es posible que aleguen que es una elemento sujeto a desgaste (y de hecho cierta razón tienen, pues la batería se degrada con el tiempo). Así, es mejor optar por la opción de un concesionario oficial, donde por lo general suelen ofrecer mejores condiciones. De nuevo tomando a Toyota como ejemplo (solo por el hecho que los híbridos más interesantes con unos años que hay en mercado de ocasión son de este fabricante, o de su primo Lexus), llegan a ofrecer hasta 36 meses de garantía, y la devolución en 15 días o 1.000 km.
Degradación de la batería: la gran preocupación
Llegamos al tema más importante y que posiblemente preocupa más a un potencial comprador de un vehículo híbrido, y es la batería y su degradación. En teoría, según los diferentes fabricantes, las baterías deberían tener una vida útil igual, o incluso superior, a la del coche en sí. Sin embargo, por lo general transcurridos diez años una batería de este tipo suele conservar el 80 % de su capacidad (es importante tener claro que degradación significa que almacena menos energía, pero sigue manteniendo la misma potencia, o dicho de otra forma, es como si el depósito de gasolina de nuestro coche se hiciera cada vez más pequeño, pero la tubería sigue teniendo el mismo diámetro, por lo que puede salir la gasolina igual de rápido). El precio de la sustitución de una batería en un servicio oficial por una nueva ronda los 1.500 – 1.800 €, aunque cada vez están surgiendo más especialistas paralelos, incluso con técnicas de regeneración de la misma mediante un proceso electromagnético, lo que implica un descenso del presupuesto hasta una factura de 700 €.
Geotab, una empresa canadiense relacionada con el sector de gestión de flotas, elaboró un estudio de 6.300 coches eléctricos, correspondientes a 21 modelos diferentes, llegando a la conclusión de que las baterías pierden una capacidad del 2,3 % al año. Aunque en este estudio la población estudiada fueron coches puramente eléctricos, las conclusiones son medianamente extrapolables a las baterías de coches híbridos, con la salvedad de que en estos últimos la degradación sería incluso menor, puesto que la potencia de carga es más baja (la carga no la obtienen de un cargador rápido).
El principal factor que afecta a la degradación es la refrigeración. Así, los vehículos que circulan por climas cálidos poseen una degradación mayor de la batería, al igual que los que poseen un sistema de refrigeración por aire en lugar de refrigeración líquida. En el anterior estudio de Geotab citado anteriormente se ha comprobado que la degradación media de la batería de un Tesla Model S, que cuenta con refrigeración líquida, es del 2,3 % anual, mientras que en la del Nissan Leaf, que es por aire, asciende hasta el 4,2 %.
Por último, cabe mencionar que la degradación de las baterías no es lineal, sino que presenta una velocidad mayor en el primer año, estabilizándose hasta el séptimo, donde comienza a ser más acusada. Además, lo ideal de cara a su conservación es mantener el valor de carga siempre comprendido entre el 20 y 80 %, cosa que hace la gestión electrónica del coche, y que es más fácil en el híbrido, pues en un eléctrico se tiende a usar casi toda la capacidad para declarar una mayor autonomía, mientras que en lo híbridos no se corre el riesgo de quedarnos tirados.
El movimiento se demuestra andando: casos reales
Como bien dijo Diógenes: “el movimiento se demuestra andando”, nosotros vamos a exponer tres casos de Toyota Prius entrados en kilómetros para que valores por ti mismo su fiabilidad y cuan de interesantes es su compra en el mercado de ocasión.
El primero de ellos corresponde a una prueba de larga duración que realizaron nuestros compañeros de km77. Para ello, en el año 2006 compraron un Prius con el que recorrieron 160.000 km en aproximadamente un año y medio. El resultado de la prueba fue que durante ese tiempo, y sobre todo, durante esa distancia, el coche no dio ningún fallo destacable, además de mostrarse como un coche con un funcionamiento muy bueno (el cual no cambió durante ese tiempo) y muy económico, con un consumo medio real de 6,3 l/100 km, siendo de 5,5 l/100 km en ciudad y de 6,6 l/100 km en autopista.
El único fallo mencionado fue que el pedal del acelerador se quedó enganchado a fondo en un par de ocasiones, no debiéndose al defecto relacionado con las alfombrillas de la famosa llamada a revisión de Toyota, por lo que posiblemente ese defecto sea puntual.
Tras terminar la prueba, uno de los periodistas adquirió la unidad para su uso particular. No le dio ningún problema hasta que llegó a los 10 años y 285.000 km, cuando fue necesario reemplazarle la batería, con un presupuesto de Toyota de 1750 €, aunque finalmente optó por sustituir el mismo el módulo dañado.
El segundo caso es el que nos narra Javier Costas. Compró su Toyota Prius 1.8 con 40.000 km y tres años, y transcurridos 5 años y 110.000 km recalca lo positivo de su experiencia, sin que ninguna avería haya tenido lugar. De hecho, ni tan siquiera fue necesario sustituir los discos ni pastillas de freno. En cuanto al consumo medio real, arroja un valor de 5,9 l/100 km.
Para finalizar tenemos el caso más sorprendente de todos, el de Andrew Grant, taxista de Vancouver (Canadá). En noviembre del año 2000 Andrew compró un Toyota Prius, que usó hasta el 2003, habiendo recorrido más 300.000 km. Durante ese tiempo comprobó que los costos de mantenimiento y consumo eran muchos más bajos que los de cualquier otro vehículo del sector. De hecho, las pastillas delanteras las cambió con casi 300.000 km, demostrando así la eficiencia y ahorro del sistema de frenada regenerativa.
Pero el Prius solo lo usó tres años porque los propios ingenieros de Toyota se interesaron en él para estudiar los desgastes que tenían y aplicar lo aprendido de cara a la nueva generación del 2004. Así Pues, Andrew entregó su coche a Toyota a cambio de uno nuevo, que usó durante poco más de un año (y más de 100.000 km) y que pasó a ser su coche particular al comprar la nueva generación en el año 2004. Pero lo mejor viene ahora, Andrew se jubiló en 2011, habiendo recorrido con el Prius en 7 años nada más, y nada menos, que 1.5 millones de kilómetros. Durante ese tiempo el taxista volvió a destacar la fiabilidad y lo económico de su mantenimiento, además de que no fue necesario sustituir las baterías, aunque como era normal algunas otras partes sí acusaron desgastas y fue necesaria su sustitución.
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