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Los coches eléctricos cada vez están más presentes en nuestro día a día. Sin embargo, actualmente no terminan de despegar: sus ventas siguen siendo minoritarias, por lo que su «contribución» al medio ambiente todavía es escasa. De ahí que el gobierno esté ya pensando en diferentes propuestas para mejorar la percepción de una movilidad, la eléctrica, que parece destinada a llegar a las masas, nos guste o no.
¿Qué impuestos pagamos cuando compramos y usamos un coche?
Los automóviles privados son una fuente importantísima de ingresos para el Estado. De él surgen miles de millones anualmente, que van a parar a las arcas públicas para después ser utilizados de diferentes maneras. ¿Cuál es la carga impositiva que soporta un vehículo -su propietario y usuarios, más bien- a lo largo de su vida útil?
En primer lugar existe el IVA y el impuesto de matriculación: dos tasas que se pagan incluso antes de que el vehículo pise la calle por primera vez. El IVA actual es del 21% para los automóviles, mientras que el impuesto de matriculación depende de las emisiones de CO2 homologadas: por debajo de 120 gr/km, el vehículo está exento de pagar impuesto de matriculación, que cuyo máximo se sitúa en el 14.75%.
Con éstos dos impuestos hemos saldado la primera «deuda» con el Estado: en segundo lugar tenemos el impuesto de vehículos de tracción mecánica (IVTM), un impuesto de tipo anual que grava la potencia fiscal de los vehículos. Depende de cada municipio, como también depende de cada municipio el aplicar o no diferentes bonificaciones relativas, por ejemplo, al combustible utilizado o al sistema de propulsión instalado en el coche.
Por último, tenemos los impuestos indirectos que pagamos cada vez que usamos el vehículo. Los más comunes y cotidianos son los que abonamos, por ejemplo, cada vez que repostamos o cada vez que pagamos un peaje. Por supuesto, cada pieza del coche que sustituyamos, cada vez que realicemos un mantenimiento, pagaremos impuestos por las operaciones realizadas y las piezas utilizadas.
¿Tiene sentido reducir el IVA a los coches eléctricos?
El IVA es el impuesto más común: todos los vehículos pagan IVA cuando se adquieren por primera vez, siendo además el mismo para todos los vehículos: un 21%. La única excepción la encontramos en el IVA superreducido para clientes con algún tipo de discapacidad, que abonan únicamente el 4%, pero como se trata de un caso «especial» y que representa un porcentaje muy bajo del total de operaciones, no lo tenemos en cuenta.
La escuela de negocios ESADE apuesta por la aplicación de un IVA reducido para los vehículos que no emitan ningún tipo de contaminante en su uso (es decir, únicamente los vehículos 100% eléctricos), una medida que el Ministerio para la Transición Ecológica, con su ministra Teresa Ribera a la cabeza, ha acogido con mucho interés.
La aplicación de una discriminación positiva a los vehículos eléctricos parece estar en la mesa del gobierno, consiguiendo así reducir el precio final del coche eléctrico. Una medida de éste tipo beneficia principalmente al usuario particular, pero antes de aprobarse debe obtener el visto bueno de la Unión Europea.
¿Tiene sentido? En parte sí: es una manera rápida de reducir de forma significativa el precio final de los coches eléctricos, aunque es cierto que representaría también una reducción importante en la recaudación de las arcas públicas, muy necesaria. Si se quiere fomentar el uso de éste tipo de vehículos, reducir el IVA es una buena idea, pero no debería ser la única medida.
¿Es una medida justa reducir los impuestos a los coches eléctricos?
No existe una respuesta tajante al respecto. Si las administraciones se limitan únicamente a reducir la carga impositiva a los vehículos eléctricos, la medida se puede calificar, además de injusta, de poco eficaz: no se trata de conseguir únicamente que los coches eléctricos sean más baratos -que también- sino de lograr que los coches eléctricos se conviertan en una alternativa útil.
Si las administraciones no fijan verdaderamente su objetivo en reducir al máximo las emisiones contaminantes del parque móvil español, podemos caer en la trampa de hacer de las discriminaciones positivas a los coches eléctricos un arma de doble filo, con un claro perfil de «medidas para pudientes», ya que generalmente la persona que se compra un coche eléctrico lo hace con otro más en propiedad, con un garaje para poder cargarlo de manera regular, etc.
Por eso es evidente que éste tipo de medidas ayudan a la implantación del coche eléctrico en nuestro país, pero no deben ser las únicas: el favorecimiento de la instalación de puntos de recarga o la mejora de las instalaciones existentes son condiciones necesarias para que el coche eléctrico se postule, de verdad, como una alternativa realista a la movilidad actual.
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