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Seguramente lo habrás oído cientos de veces. Alguien se ha comprado un SUV, y una de sus primeras explicaciones es que es más seguro que un coche. Caballo grande ande o no ande: en Estados Unidos la cultura del SUV explotaba en los años 90, e inevitablemente llegó a Europa en pocos años. Una buena parte de los coches que circulan por nuestras carreteras son SUVs, y no son necesariamente más seguros que un coche. De hecho son menos seguros en una buena parte de situaciones. Tras desmontar que diésel es igual a ahorro, volvemos con una verdad un tanto incómoda.
¿Es un SUV moderno más seguro que un coche?
Antes de nada, debemos dejar claro qué es un SUV. Hace tiempo eran vehículos directamente derivados de todoterrenos, con los que compartían un pesado chasis de largueros y travesaños, una estructura tradicional de construcción. Aunque siguen siendo más grandes que un coche, hoy en día su estructura es casi idéntica a la de un turismo: comparten un chasis monocasco y en muchas ocasiones ni siquiera tienen tracción integral. Los SUV y los crossover son más «coche» que nunca, y muchos incluso se construyen sobre las mismas plataformas modulares.
Pero son siempre vehículos más altos, y tienen una mayor masa. Sin ir más lejos, un Audi Q5 es aproximadamente 250 kg más pesado que un Audi A4, a pesar de tener un tamaño similar y un espacio interior comparable. Sí hay una situación en la que un SUV es más seguro que un coche: cuando tiene un impacto frontal contra él. Se llama compatibilidad de choque o compatibilidad frontal. El problema es que un SUV no suele ser compatible con coches como un compacto o un utilitario en caso de choque frontal contra este.
Desgraciadamente, los ocupantes del coche salen mucho más perjudicados: la estructura de absorción de impactos del coche está diseñada para absorber impactos de un vehículo similar, no los de un vehículo de tamaño mucho mayor. En estos casos, el SUV suele sobrepasar estas estructuras – a veces llegando a montarse sobre el otro vehículo – provocando graves perjuicios a sus ocupantes. Hablamos de altura, pero también de masa: el SUV es más pesado y traslada más fuerza del impacto al vehículo de menor tamaño, usándolo en caso extremo como zona de deformación.
Las ventajas del SUV terminan en este punto, y de hecho me resulta violento llamar a esta incomptibilidad de estructuras de protección una ventaja. En un estudio realizado por Consumer Reports en Estados Unidos se recoge este problema en choques frontales: el SUV o el crossover no ofrecen ningunas ventajas en otro tipo de accidentes: ofrecen, de hecho, desventajas. El verdadero problema, es que es un tipo de vehículo más propenso a esos otros accidentes, por una serie de motivos que a continuación vamos a detallar.
Mayor masa y altura: su talón de Aquiles
Los SUVs son más altos y pesados que un turismo convencional. Esto hace que tengan un centro de gravedad más elevado, con un peligro de vuelco mayor al de un coche en caso de una maniobra muy brusca o una salida de vía. Este argumento es incontestable. A pesar de que hoy en día todos equipan control de estabilidad, el ESP no puede evitar todas las situaciones de peligro y tampoco puede doblegar las leyes de la física. También hay que tener en cuenta que su mayor peso provoca grandes inercias en su conducción, especialmente patentes a la hora de practicar maniobras evasivas.
Es decir, serán menos efectivos en situaciones de peligro, de reacciones más torpes y menos ágiles. No podemos olvidar asimismo, que los frenos de los SUV y crossover no suelen ser mucho mayores que los de un coche estándar, pero deben frenar una masa superior: esto provoca un alargamiento de las distancias de frenado. En caso de problemas, las salidas de vía son más probables, y una vez perdido el control tienen más posibilidades de vuelco que un vehículo con un centro de gravedad más cercano al suelo.
Un último factor debe tenerse en cuenta, y es un arma de doble filo. La visibilidad hacia delante de los SUV y crossover es mejor, nos sentamos más altos y dominamos el tráfico desde las alturas. Pero hay que tener en cuenta la psique humana: nos sentimos rotegidos por un caparazón metálico de escasa superficie acristalada y aguerrido diseño. Nos sentimos valientes, nos sentimos fuertes, y esto nos puede llevar a adoptar un estilo de conducción más confiado, tomando más riesgos y en definitiva, incrementando nuestras posibilidades de accidente.
¿De verdad son tan inseguros los SUV?
Este artículo habría sido muchísimo más válido a finales de la primera década del siglo, cuando la moda SUV explotó en España y todos tenían un tamaño superior al actual. Hoy en día son los crossover medios y los SUV pequeños los vehículos más vendidos del universo SUV, y lo cierto es que guardan pocas diferencias con un coche convencional, como un compacto o una berlina. Son más pesados y altos, pero la diferencia entre un Renault Captur y un Renault Clio es mínima, tanto a nivel estructural como a nivel de masa.
Los SUV y los crossover superan las mismas pruebas de choque que el resto de vehículos, y sus sistemas de seguridad activa y pasiva están a un nivel muy alto. Como contra-argumento a lo expuesto anteriormente, también podemos argumentar que la dinámica menos ágil de un SUV puede hacernos conducir de forma más tranquila. Si vemos que nuestro vehículo acusa inercias y se balancea de forma ostensible en las curvas, de forma instintiva y natural, tenderemos a conducirlo de forma más tranquila. En cierto modo, depende del prisma con el que observemos la situación.
Con todo, sigue habiendo no pocas diferencias entre un Renault Clio y un Renault Kadjar. O entre un Volkswagen Golf y un Volkswagen Touareg. Quizá este artículo te haga reflexionar sobre si adquirir o no un SUV en caso de que estés pensando en comprar un coche nuevo. Pero lo que me gustaría es que el mito de que un SUV es un coche más seguro quede desmontado de una vez por todas. Ojalá pudiese haberlo escrito hace diez años, pero más vale tarde que nunca, como se suele decir.