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Si te ha picado el gusanillo y estás pensando en iniciarte en el mundo de las dos ruedas, bien sea con una moto apta para el carnet A2, con una 125 cc aprovechando la convalidación del carnet B del coche o incluso con un ciclomotor si acabas de cumplir los 15 años y estás en vía de obtener la licencia AM, hay un elemento indispensable que tendrás que comprar más pronto que tarde: el casco. Para todos los iniciados en este mundo no tendréis ningún tipo de dudas, pero si por ejemplo nunca has sido usuario de motocicletas, y has decido aprovechar estos tiempos de COVID-19 y distanciamiento social para ello, te surgirán un mar de dudas y no sabrás qué casco elegir, porque los hay de todos los precios y de muchos tipos. Así pues, con este artículo lo que pretendemos es arrojar un poco de luz exponiendo brevemente qué tipos de cascos existen, cuáles son sus características y en qué debes fijarte antes de comprar uno.
Tipos de casco según su forma y materiales
Según su forma o construcción podemos distinguir a grandes rasgos cuatro tipos de cascos. En primer lugar nos encontramos los casos off-road, en los cuales no vamos a profundizar, existiendo dentro de esta categoría una subfamilia propia, los cuales suelen incorporar una visera y ser aptos para usarlos con gafas.
En cuanto a los cascos para ser usados por carretera/ciudad podemos distinguir el casco integral, aquel de toda la vida que cuenta mentonera fija y una pantalla abatible, caracterizándose por ser el que aporta un mayor grado de protección e insonorización, siendo este tipo el que deberías comprar si no tienes ningún otro. Los siguientes son los llamados cascos modulares, que tienen protección en la zona del mentón, pero es abatible junto con la pantalla, es decir, dejan la barbilla y la cara al descubierto. Finalmente tenemos el casco tipo jet, el más usado en ciudad por su comodidad y amplio campo de visión, ya que carece de protección en la zona del mentón y en algunos casos tampoco cuenta con pantalla, siendo, por tanto, el más inseguro y ruidoso.
Pero igual que podemos clasificar los cascos por su forma, también lo podemos hacer según el material por el que están construidos, siendo este uno de los factores que más influyes en precio, nivel de protección y peso (un casco ligero es más cómodo para ser usado). Así, su calota (la estructura del casco en sí) puede estar construida de termoplástico o policarbonato en los cascos de gama baja, siendo estos los menos resistentes y presentando incluso fecha de caducidad (unos 5 o 7 años). A partir de ahí, la gama media estaría formada por los fabricados en fibra de vidrio y las gamas altas, que se caracteriza por el uso de materiales compuestos (fibra de carbono, kevlar, aramida…).
Factores a tener en cuenta: homologaciones, tipos de cierre…
Sin embargo, aún no hemos terminado, sino que más bien acabamos de empezar, y es que existen una serie de pequeños detalles muy importantes a tener en cuenta y valorar para elegir correctamente tu casco.
No podemos empezar por otro que sea por la homologación, porque es necesario que ese casco esté homologado, no por la multa, sino por tu propia seguridad y tranquilidad. No obstante, la mayoría de tiendas especializadas sólo venden cascos homologados, aunque si tienes dudas sólo tendrás que buscar una etiqueta en la que verás une ‘E’ seguida de un número que indica el código del país, así como de dos números más a su derecha, el superior que hace alusión a la revisión de la norma y número de homologación, así como al tipo de casco según la letra que lo acompaña (P = integrales, NP = cubre el mentón sin protegerlo, J = jet, PJ = modulares), y el inferior, que identifica el informe de homologación. Así pues, dependiendo del país será homologado bajo unas normas u otras, siendo la europea la ECE R22-05.
Sin embargo, algo más tangible que es el tipo de cierre del casco, el cómo se va a unir la correa inferior que impide que ante cualquier impacto no salga despedido de nuestra cabeza. Existen dos tipos de cierres, el micrométrico, que podríamos considerarlo como un cierre fácil o rápido, muy similar al que encontramos en la correa de cualquier mochila, y el de doble hebilla, el más seguro y el que es necesario, por ejemplo, para rodar en circuito.
Finalmente, también cabe mencionar otros aspectos, como que disponga de una pantalla compatible con lámina antivaho, también conocida como Pinlock, y que evita que se empañe, disponga de visor solar (una especie de gasas de sol retráctil) o que cuente con una buena ventilación que proporcione relativo confort de marcha en los días más calurosos y también ayude a evitar ese empañamiento.
Asimismo, llegados a este punto donde ya conoces a grandes rasgos todos los factores que debes tener presente a la hora de elegir un casco, no olvides que actualmente en el mercado cuentas con infinitos diseños, desde los de corte más clásicos y retro, siguiendo la actual tendencia café racer, hasta los más racing que cuentan con gráficas que imitan a las de los actuales piloto, pasando por soluciones más convencionales. Es cuestión de gustos, y también de presupuesto.
¿Cómo elegir la talla correcta de casco?
Para terminar esta breve guía no podíamos dejar la oportunidad de explicar algo tan importante como elegir la talla correcta de casco, y es que un casco holgado, uno de los errores más habituales a la hora de comprarlo, aumenta el riesgo de que salga despedido y no absorba correctamente el impacto es muy alto.
Así pues, lo correcto es medir el perímetro de tu cabeza con la ayuda de una cinta métrica justo por encima de las cejas, y con la ayuda de la tabla de tallas del fabricante del casco elegir correctamente la talla. No obstante, si no dispones de una cinta a mano, cuando te pruebes el casco debes notarlo sin holguras, de forma que muevas la cabeza rápido de un lado a otro y acompañe fielmente el movimiento. Además, y aunque lo sientas un poco incómodo al principio, ten en cuenta que el acolchado interior cederá con el paso del tiempo adaptándose a la fisionomía de tu cabeza.
Asimismo, a la hora de abrocharte la cinta, esta debe quedar pegada a la piel, bajo el mentón y a la altura del cuello, nunca colgando ni por la zona de la barbilla.
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