Conociendo la curiosa y exótica cultura automovilística de Armenia | Por Sergio Álvarez
Durante el pasado mes de agosto tuve la oportunidad de visitar la desconocida República de Armenia durante una semana. Ubicada en el Cáucaso, hace frontera con Turquía, Irán, Georgia y Azerbaiyán. Su situación geopolítica es muy complicada: las relaciones con Turquía son muy tensas debido al Genocidio Armenio de principios del Siglo XX (aún no reconocido por Turquía) y la frontera con Azerbaiyán también está cerrada a causa del conflicto de Nagorno-Karabakh, con un alto al fuego declarado en 1994, pero sin un tratado de paz oficiamente firmado.
Las relaciones con Georgia son buenas y no tiene más remedio que llevarse bien con Irán, su enorme y poderoso vecino. Es un país aún muy cercano a lo que fue en tiempos soviéticos, en muchos aspectos es como si el tiempo se hubiese detenido en los años 80 y sus habitantes aún recuerdan con nostalgia cariñosa su pertenencia a la URSS. Los recursos económicos del minúsculo país son escasos, y de los 10 millones de armenios repartidos por el mundo, sólo 3 millones viven en Armenia. De esos 3 millones, la mitad viven en Yereván, la capital.
Y con todo, tiene una cultura automovilística curiosa y muy desconocida en Occidente, muy basada en antigua maquinaria soviética. Pero no sólo vamos a ver coches rusos, porque hay un curioso mercado de importación de vehículos de segunda mano y una presencia más que notable de maquinaria iraní. También conoceremos el principal medio de transporte en el país, llamado “mashrutka”, del que os podremos contar impresiones de primera mano. Abrochaos el cinturón y acompañadnos en esta aventura.
Recordad, Armenia no es Asia, no es Europa y tampoco es Oriente Medio: es el Cáucaso. No lo digo yo, lo dicen sus propios habitantes: no se puede catalogar fácilmente…
En Armenia los precios del combustible están regulados. El país importa todo su petróleo de Irán y Rusia. Curiosamente, se vende gasolina de 91 octanos, apta para los motores de los antiguos coches soviéticos y el parque de origen americano. Para hacernos una idea de los precios, un euro se compra por unos 550 drams.
Aunque en la foto no lo parezca, el tráfico en Armenia es escaso y fluido incluso en hora punta. Hay pocos coches en relación a sus habitantes, causa del escaso poder adquisitivo de la población.
El Mercedes Clase G es el símbolo de estátus por excelencia en el Cáucaso y en la órbita ex-soviética. Y siempre con ocho cilindros, nada de versiones de acceso. También hay nuevos ricos en Armenia, gracias a la privatización de empresas públicas en muchos casos.
El otro “utilitario” de los ricos es el Lexus LX 570 y los Toyota Land Cruiser 200. Sus propietarios los mantienen impolutos, y con los neumáticos abrillantados.
Un Citroën 2CV en un estado impoluto estaba aparcado frente a una cafetería junto al monumento conocido como “The Cascades”.
La policía armenia se mueve en vehículos de origen soviético como los ubicuos VAZ 2107 o este UAZ Hunter. Es producido por Ulyanovsky Avtomobilny Zavod (UAZ) sobre la base del UAZ-469, introducido al mercado en 1973. Aunque su uso es principalmente militar, existen versiones civiles. Su motor 2.4 de gasolina entrega unos modestos 75 CV. A cambio, es duro como una roca, con un mantenimiento muy sencillo y habilidades 4×4 excelentes.
Un Porsche Cayenne, un Jeep Cherokee y un Ford Focus estadounidense comparten aparcamiento. Muchos armenios adquieren vehículos de segunda mano de origen estadounidense a través de la comunidad armenia en la diáspora, especialmente en Estados Unidos.
En mitad de la carretera al monasterio de Khor Virap había un atasco. El inesperado motivo: unas “glamourosas” fotografías para una boda. Al expresar mi asombro al guía me dijo que estas cosas pasan en el Cáucaso…
La columna vertebral del parque móvil armenio son los Lada 2107 y derivados. No exagero si digo que conforman tranquilamente el 40% de todos los coches que se ven en el país. Comparte protagonismo con un UAZ-469.
No es extraño ver muchos vehículos militares en las carreteras armenias, teniendo en cuenta el clima geopolítico de la zona. Enormes camiones Kamaz del ejército pueden verse día sí y día también por la red viaria de la pequeña república.
La moto es un medio de transporte muy poco habitual. Sólo en el campo se emplean como vehículo de trabajo. La moto de la imagen acababa de descargar varios kilos de melocotones en puestos de venta junto a la carretera. Los Lada también se llenan hasta arriba de fruta, que luego se vende a precios que en España serían irrisorios.
Si los Lada suponen el 40% de los vehículos que circulan por Armenia, los GAZ “Volga” pueden ser tranquilamente el 30%. Los taxistas presumen de su robustez y de que “es mejor que muchos todoterreno”. Sencillos, espartanos y muy cómodos. El GAZ-2104 de la imagen lleva bajo el capó un motor de 2.4 litros con unos 100 CV, y ha sido fabricado como muy tarde en 1992.
El mercado de importación se nutre de muchos vehículos japoneses, que llegan en buen estado a Armenia. Resulta de lo más peculiar ver un Lada junto a una lujosa berlina Toyota, centrada en el mercado doméstico japonés.
Como no podía ser de otra manera en países ex-soviéticos, el Mercedes es el mayor símbolo de estátus. Muchos Mercedes de los años 80 han sido importados de segunda mano a Armenia, y convertidos a autogás. No es extraño subirse a un taxi y que sea un Mercedes 500 SEL.
De vez en cuando, nos encontramos con extraños ejemplares JDM, como este Accord Wagon SiR. Bajo el capó monta un muy poco común motor 2.3 DOHC VTEC H23A con 200 CV de potencia.
Al igual que en Azerbaiyán, se tiene mucho aprecio a los clásicos soviéticos. Este GAZ M-21 Volga estaba impoluto, con el orgulloso emblema del venado sobre el capó.
Enormes SUV estadounidenses recorren las calles de Yereván como si de Sunset Boulevard se tratase. El secreto de los enormes Dodge y Jeep con motores V8 es su inevitable conversión a autogás, de lo contrario serían ruinas económicas con cuatro ruedas.
Junto a la Plaza de la República me encontré un impresionante Mercedes S 65 AMG – 612 CV, V12 Biturbo… – aparcado frente a un café. No me extrañó comprobar que su matrícula era de la Federación Rusa.
Un Mercedes 200 E cruza la Plaza de la República. Los armenios cuidan mucho sus coches en general, con interiores pulcros y un mantenimiento puntual de la mecanica.
La influencia iraní es innegable, y el Iran Khodro Samand (basado en el Peugeot 405) es un coche común, gracias a su coste accesible.
Traído desde Estados Unidos, un poco común Infiniti QX4 – basado en un antiguo Nissan Pathfinder – aguarda a su propietario en el centro de Yereván. Es un coche que jamás había visto en vivo.
Para viajar a la vecina Georgia, hay que coger una “mashrutka”. Son minibuses Ford Transit donde caben unas 10 o 12 personas con su equipaje. El precio para un viaje de 6 horas y 500 km es de unos 12€ (6.500 drams). No son cómodas, pero es la manera más rápida de llegar a Tbilisi. Cuando se completa el aforo, la mashrutka sale de la estación de autobuses.
Las mashrutkas son el principal medio de transporte en Armenia. Por un importe de 100 drams (menos de 0,20€) podremos cruzar Yereván al completo. Son autobuses urbanos a efectos prácticos. Siempre son furgonetas GAZ propulsadas por LPG y con más kilómetros encima de los que es posible imaginar.
Si os ha gustado este Foto a Foto seguid atentos, porque pronto visitaremos Georgia y conoceremos su cultura automovilística, que no guarda apenas similitudes con la armenia.