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Georgia y sus coches, una mezcla de continentes y épocas

Georgia y su desconocido mundo automovilístico | Por Sergio Álvarez

Tras pasar por Armenia, mi ruta caucásica recayó durante unos días en la República de Georgia. Este pequeño país de apenas 4,5 millones de habitantes es casi el doble de grande que Armenia, pero tiene sólo un 50% más de población. Tiene salida al Mar Negro y hace frontera con Armenia al sur, Azerbaiyán al este y la Federación Rusa al norte. Las relaciones con Rusia han sido muy tensas hasta casi este año, ya que ambos países disputaron un duro conflicto en 2008 por el control de la República de Osetia del Sur. La superioridad militar y económica rusa pudo con Georgia, cuya flota aérea – un sólo caza – fue destruida en tierra.

Pero no estamos aquí para hablar de geopolítica, por muy interesante que sea. Estamos aquí para hablar de coches, y la cultura automovilística de este peculiar, desconocido y apasionante país. Una de las peculiaridades es que es un mercado que prácticamente vive de la importación de vehículos extranjeros de segunda mano, y que ha repudiado de manera muy notable a los coches rusos que anteriormente eran ubicuos en sus carreteras. Los vehículos nuevos son poco comunes, entre otros motivos por una renta per cápita anual de apenas 2.400$ (dato de 2007) que limita la capacidad de compra de los georgianos.

A lo largo de este “Foto a Foto” veremos algunos de los peculiares vehículos que llegan al país, de orígenes de lo más variopinto, como Japón o Estados Unidos. No os vayáis muy lejos, arrancamos motores para descubrir el peculiar mundo del automóvil de Georgia. Y como ya decíamos al hablar de Armenia, el Cáucaso no se puede clasificar fácilmente: es una entidad de lo más auténtica en sí misma.

Al contrario que en Armenia, la presencia de coches de fabricación rusa no es tan ubicua como lo era antes de la caída de la Unión Soviética. Esto se debe al mayor nivel de renta de Georgia y a la afluencia de coches extranjeros de segunda mano. Con todo, es posible ver máquinas como este Volga, fabricado hace unos pocos años y aún vendido nuevo en Georgia.

Algo curioso ocurre en Georgia. Es un país cuyo mercado automovilístico está compuesto en su mayoría por coches importados de Europa, Japón y Estados Unidos. Un georgiano me contaba que los coches japoneses están muy cuidados y aunque se pagan sumas considerables por ellos, resultan más asequibles que un coche nuevo. Nunca había visto un Mazda Verisa – destinado en origen sólo al mercado asiático – en directo, y fue en la preciosa parte antigua de Tbilisi, la capital de la república caucásica.

Las calles del casco viejo de Tbilisi mezclan lujosas viviendas restauradas por la élite georgiana con calles de lo más auténticas donde parece haberse detenido el tiempo. Algunas de las calles apenas están asfaltadas, los gatos corretean a su libre albedrío y muy pocos coches circulan por este remanso de tranquilidad. Sólo los residentes en la zona antigua están autorizados a circular por sus calles, algunas de ellas con inclinaciones del 25% en la zona cercana a la fortaleza que contempla Tbilisi a sus pies.

Coches importados de variopintos orígenes, con el denominador común de la segunda mano, aparcados delante de un restaurante. Un Mercedes ML de primera generación no llama tanto la atención como un Nissan Pathfinder que nunca se llegó a vender en España – sí era común en EE.UU. – y una Toyota Grand Hiace, exclusiva para el mercado japonés. Una furgoneta de pasajeros con cierta orientación premium. Nótese que la importación de repuestos es un negocio de lo más boyante en Georgia.

América tiene una buena cuota de mercado en la pequeña República de Georgia, que apenas tiene cinco millones de habitantes. Grandes pick-up o SUV con enormes motores V8 como esta Dodge RAM 1500 ruedan por Tbilisi, por supuesto con conversión a LPG. De lo contrario, su consumo los convertiría en ruinas con ruedas. La gasolina tiene un precio de unos 90 céntimos de euro por litro, un precio muy similar al armenio.

El Mercedes Clase G es el símbolo de estátus por excelencia en todos los países que pertenecieron a la órbita soviética. No hay tanta desigualdad económica como el Armenia o Azerbaiyán, por lo que los Clase G que se ven son pocos y de segunda mano, como este G300 Turbodiesel, posiblemente importado desde Alemania.

Contemplar el tráfico georgiano o caminar por sus calles es como retroceder en el tiempo diez años (a veces incluso más). Podría decir que esta foto fue tomada en Berlín hace ocho años y todo el mundo me creería. Sólo dos coches en esta imagen tienen menos de diez años, y uno de ellos es un minibús mashrutka, columna vertebral del barato y eficaz transporte público de Georgia.

Un ejemplo adicional de la composición y edad media del automóvil en Georgia. Sólo la Policía se mueve en una flota recién estrenada de Skoda Octavia de tercera generación.

Nunca esperaría ver en directo un Subaru Forester STI. Y he visto más de una unidad, todos muy cuidados y en estado prácticamente original. Sólo se vendió en Japón, y sobre la carrocería del crossover se montó un propulsor 2.5 turbo de cuatro cilindros opuesto, con una potencia de 265 CV. Con un tren de rodaje deportivo – y las divertidas carreteras de Georgia – debe de ser todo un juguete.

Uno de los últimos prototipos de Mercedes estaba de pruebas en Mtskheta, convenientemente camuflado como vehículo turístico… No se escapó a nuestras cámaras, como es habitual.

También sobre ruedas, en la localidad de Gori se encuentra el vagón ferroviario que Stalin usaba para desplazarse por la Unión Soviética. Decían que el georgiano más famoso de la historia tenía pavor a los aviones y desconfiaba de posibles asaltos de circular por carretera. El vagón, ubicado en un museo dedicado a su persona, estaba blindado y gozaba de un lujoso equipamiento a bordo.

Iosif Stalin examina un ZIS 101 en 1935, uno de los primeros vehículos de fabricación soviética considerados de lujo. Pueden decirse muchas cosas de Stalin, pero no se puede negar el inmenso impulso a la industrialización de la antigua URSS, a pesar del alto coste humano.

El Honda CR-V es un coche muy común en el país, posiblemente el SUV más común de Georgia. Algunas unidades son de origen estadounidense, otras de origen japonés (con su volante a la derecha, cómo no), y todas son de primera generación. Algunas provienen de agencias gubernamentales y ni siquiera se pintaron de nuevo. Los coches en Georgia suelen estar relativamente cuidados, pero en todas partes hay excepciones como se puede ver…

Un viejo GAZ soviético lleva tantos años abandonado en un parque que ha pasado a convertirse en parte del mobiliario urbano. En Armenia y Azerbaiyán coches como este son restaurados y cuidados con mimo, en Georgia prefieren un Mazda de segunda mano.

Más perlas japonesas. Un Honda CRX 1.6-i 16, con motor de 1.6 litros y 137 CV atmosféricos a un elevado régimen de giro. Con menos de una tonelada de peso, este juguete es un coche altamente cotizado en Europa y Estados Unidos, prácticamente un clásico moderno. En Georgia también aprecian máquinas como este ligero CRX, al parecer. Tenía un escape modificado, unas llantas nuevas, y estaba un poco sucio.

Solamente he visto motos de gran cilindrada en Georgia, en números muy escasos y con bastantes años a sus espaldas. Quizá tiene que ver con un clima que no es cálido en verano y se torna gélido en invierno. En las montañas del norte de Georgia, vía de comunicación con Rusia, avisté esta Harley ucraniana, con mascota incluida. El casco es obligatorio, pero nadie parece preocuparse por ponérselo.

Tras ascender a la iglesia de Gergeti Sameba me encontré con el pasado y el presente de los 4×4 de Georgia, un veterano Lada Niva junto a un Hyundai Tucson de hace unos años. Casi parecen haber sido colocados a propósito para esta foto. Ahora bien, cuando sea invierno posiblemente sólo el Niva sea capaz de subir al macizo de Kazbegi, donde se tomó esta foto.

Un producto patrio como el primer Seat Toledo recorre las calles en una zona humilde de Tbilisi.

Oxidada y abollada, esta furgoneta rusa parece abandonada pero aún es el coche de diario de alguien.

Un BMW Serie 7 de primera generación está aparcado delante de un Nissan Pathfinder de primera generación. Es muy posible que ambos fuesen importados a Georgia en los últimos cinco o diez años.

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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