Pasión por el automóvil en la República Islámica de Irán | Por Sergio Álvarez
Diariomotor no entiende de fronteras. Hace poco explorábamos Armenia y Georgia en clave automovilística, pero he de deciros que nuestro próximo destino es mucho más interesante y exótico. Es la República Islámica de Irán. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿No prefieren los camellos a los coches? No a ambas. Por motivos laborales resido en Irán, ya desde hace más de un año. Si dejamos a un lado la mala prensa del país, sus programas de enriquecimiento de uranio y ciertos políticos con aspiraciones espaciales, descubriremos un país lleno de matices y cultura, con una población absolutamente encantadora y orgullosa de su historia.
Un país con más de 2.500 años de historia, que no se considera árabe y muy aislado de la comunidad internacional a causa de sus programa nuclear y los acontecimientos derivados de la Revolución Islámica de 1979. Un país con gigantescas reservas de petróleo y gas, con la mayor industria automovilística y parque automovilístico de todo Oriente Medio. Desconocido en todos los sentidos, pero con una pasión por el automóvil que muchas otras naciones querrían, entre otras España. Aunque la población se mueva en vehículos baratos de fabricación local, algunos afortunados iraníes poseen auténticas joyas clásicas que no dudan en sacar a pasear – y más que pasear – con frecuencia.
Muchos de los clásicos datan de antes de la Revolución Islámica, cuando los lazos de Irán con EE.UU. eran muy estrechos. Pero de eso hablaremos más tarde, sólo quiero daros una pincelada, dejaros con la miel en los labios. Hace unas pocas semanas acudimos a la inauguración del Azadi Race Track, un renovado trazado de velocidad que cumple las condiciones necesarias para acoger carreras sancionadas por la FIA. Fui invitado a la inauguración por un buen amigo, afortundamente con acceso completo a pista y paddock. Esto es lo que vimos en la exhibición inaugural, y os lo vamos a contar como si hubiéseis estado allí mismo. Abrochaos los cinturones.
Un Chevrolet Camaro del año 1972 aguarda su turno para entrar al circuito. La melodía V8 de sus escapes era evocadora, como poco. Antes de la Revolución Islámica, muchos iraníes con posibles estudiaban en los Estados Unidos, gracias a un rial iraní fuerte. El Shah de Persia permitía la importación sin impuestos a Irán de un coche adquirido en EE.UU. Era la época de los muscle cars, y muchos estudiantes cayeron rendidos a los encantos de estas máquinas políticamente incorrectas.
Aún quedaba una hora para la inauguración del circuito, y muchos coches aguardaban a la puerta. La paciencia de esperar la han desarrollado muy bien en los constantes atascos que sufre Teherán, una de las ciudades más dependientes del transporte privado en todo el mundo. Como curiosidad, el Saipa Pride situado tras el BMW, llevaba un motor 2.0 VTEC de origen Honda… con cerca de 200 CV. Todo un sleeper.
El german tuning ha arraigado en Irán, con ejemplares tan limpios y bonitos como este Golf azul de primera generación.
Varios clásicos – entre ellos un Mercedes 350 SL muy cuidado, importado de EE.UU. – situados en la línea de meta del circuito Azadi, bajo el sol de media tarde. Ya estábamos en octubre, pero el sol seguía apretando de manera considerable, que se lo pregunten al cuello del que escribe estas líneas.
Detalle de uno de los BMW clásicos preparados para circuito. Las preparaciones incluyen tren de rodaje, jaula antivuelco y en muchos casos swaps de motor.
El pequeño BMW 2002 llevaba el motor 3.2 L6 del BMW M3 E46, y gracias a un peso muy ligero convertía en humo sus neumáticos traseros con una facilidad increíble. El M3 E46 – a pesar de un aspecto poco refinado – lleva en sus entrañas el motor V10 S85 del BMW M5 E60. Sus escapes despedían llamaradas, y cuando arrancó el propulsor el suelo literalmente temblaba. Nadie llevaba tapones en los oídos…
Detalle del anterior M3 E36 con motor 5.0 V10 y al menos 507 CV de potencia. Su interior estaba completamente desprovisto de equipamiento: sólo bacquéts y una jaula antivuelco. Su sonido era desagarrador.
Un precioso Ferrari 308 GTB, en un estado de conservación impecable. Rodeado de motos deportivas, aguarda el pistoletazo de salida de las vueltas de exhibición.
Vista frontal del mismo Ferrari 308 GTB.
A su lado, un Chevrolet Camaro muy especial. Se trata del coche del Dr. Ramin Salekhou, presidente del principal club de coches clásicos de Irán y la persona que me invitó al evento. Es un Camaro del año 1974, preparado por el especialista estadounidense Baldwin-Motion. Sólo tres unidades fueron exportadas a Irán, y es la única de que se tiene constancia hoy en día. Su motor V8 de 454 pulgadas cúbicas (unos 7,5 litros) fue modificado con especificaciones de drag racing, algo palpable en los drag radials firmados por Mickey Thompson del eje trasero o su atronador escape libre lateral. Aún 40 años después entrega casi 500 CV reales en el dinamómetro.
Una Harley-Davidson de tiempos prerrevolucionarios, junto a un Porsche 911 Carrera completamente restaurado al máximo nivel. El dueño ha gastado decenas de miles de euros en devolverlo a su estado original.
Todos los coches, preparados para la vuelta inaugural. Un Porsche 911 991 Carrera S era el coche cero, encargado de abrir paso a los demás vehículos.
El Porsche 911 Carrera S se dirige a la línea de meta para dar comienzo a la exhibición.
Exhibición de BMW modificados, entre ellos el M3 “The Monster”. Los otros dos vehículos también eran auténticos Frankenstein.
Apenas reconocible, bajo esa carrocería digna del Grupo B se esconde un Ford Mustang de tercera generación modificado hasta la médula, con un bloque turboalimentado muy serio bajo su capó. Entre su paragolpes frontal y el suelo apenas cabía un dedo. Atentos al detalle de los neumáticos Hoosier de competición.
“The Car Without Driver”, un antiguo Serie 3, parte del único equipo de drifting de Irán. Poco después acababa atascado en la gravilla tras pasarse de derrape…
El anterior BMW logró salir de la gravilla por sus propios medios, este Saipa Pride modificado para circuito no tuvo tanta suerte.
Otro BMW del mismo equipo, en este caso un E36, en una de las zonas rápidas del circuito.
El coche que más espectáculo daba, con un control verdaderamente bueno de los derrapes.
El equipo de drifting, preparándose para iniciar la carrera en la línea de meta.
Drifting sincronizado. El coche que abre el grupo es un Toyota Corolla de los años 80, que había recibido una gran cantidad de golpes y arañazos en entrenamientos previos.
Aunque tengan que llevar pañuelo obligatoriamente para cubrir su cabello a causa de la sharia (ley islámica), las mujeres también disfrutan de la conducción en circuito.
El Renault 5 fue producido bajo licencia en Irán durante bastantes años. Muchas unidades aún ruedan por las calles. Es común que estas preparaciones cambien el motor de serie por los Mazda B5 atmosféricos, propulsores de 1.8 litros y muy receptivo a las modificaciones mecánicas.
Un equipo de stuntmen hace caballitos sincronizados con motos de trial.
También hay una gran afición a las motos en Irán. Una moderna Yamaha FZ6 Fazer adelanta a una Honda clásica a gran velocidad. Tras la Revolución se prohibió la circulación de motos de más de 250 cc, con el objetivo de evitar crímenes violentos. Sólo unos pocos afortunados con contactos en el Pasdarán – cuerpo de seguridad perteneciente a los Guardianes de la Revolución – tienen permisos especiales para conducir motos de gran cilindrada públicamente.
El Peugeot 206 aún se fabrica localmente en Irán, y es uno de los vehículos más vendidos. De comportamiento deportivo y muy ligero, es una base ideal para desarrollar preparaciones asequibles enfocadas al circuito. Extra lap: uno de sus patrocinadores es una empresa española de cerámica.
Los comisarios de pista comienzan a preparar el cierre del evento.
Un Cadillac Eldorado de finales de los años 50 atrapaba todas las miradas en el paddock, en parte por su inherente belleza – de una época en la que la forma primaba sobre la función – y en parte por su impresionante estado de conservación.
El Mustang del 67 tenía a su lado un Mach 1 del año 1969, con el motor Windsor 351 elevado hasta las 396 pulgadas cúbicas, y con parte del tren de rodaje modificado. Frenos Wilwood, suspensión de alto rendimiento, llantas de aleación ligera… piezas exclusivamente importadas de EE.UU. a un coste prohibitivo. Y luego se dice que en Irán odian a los EE.UU…
El atardecer llega al circuito Azadi, con un Mustang del año 1967 y un precioso Chevrolet de los años 50 compartiendo protagonismo con los rayos del sol.
El evento se cierra con la presencia en pista de una BMW E30 conducido por una pilota, ondeando la bandera de Irán.
El sol ya desaparece del horizonte y la gente comienza a regresar a sus casas. De pronto, una moto aparece a mi lado, con el enigmático nombre de Avita. Ni siquiera la había escuchado, ya que se trata de una moto eléctrica desarrollada por una startup iraní empleando la base de una Honda CBR 125R.
Este artículo es sólo el primero de varios especiales sobre Irán y su cultura automovilística. No os vayáis lejos, porque habrá pruebas de vehículos de fabricación iraní, road trips por Irán e incluso la asistencia a un rally de clásicos por el norte del país.