Ford vuelve a subir un Mustang al Empire State Building | Por Sergio Álvarez
El pasado 16 de abril el Ford Mustang celebró una efeméride que pocos vehículos han conseguido lograr. 50 años de producción ininterrumpida, 50 años para un icono automovilístico estadounidense. El pony car más famoso de la historia, cuya sexta generación se estrena en las carreteras estadounidenses de manera inminente. Algo más de un año después de su lanzamiento en 1964, Ford tuvo la genial idea de exponerlo durante unos días en la plataforma de observación del Empire State Building en Nueva York.
Una genial anécdota para la que el coche hubo de ser parcialmente desmontado y metido a calzador en los ascensores del edificio. Mi compañero David lo ha contado con todo detalle en un artículo que no os podéis perder. La noticia es que Ford ha vuelto a subir un Mustang al Empire State Building, coincidiendo con su 50 aniversario. Sólo ha estado expuesto en el piso 86 del rascacielos neoyorquino los días 16 y 17 de abril, en un marco temporal que casi parece un reflejo del Salón de Nueva York de 2015. Puede que no sea una casualidad en el fondo…
Pero no hemos venido a conspirar. Por suerte, vivo muy cerca de Nueva York y pude acceder al Empire State el día 17 de abril, apenas unas horas antes de que el Mustang fuese retirado de la plataforma de observación. Era una oportunidad que no podía dejar pasar. Este especial es nuestra visión de un momento histórico para los aficionados a los coches. Las vistas de Nueva York desde 300 metros de altura impresionan a cualquiera, pero no podía apartar la vista de un coche, a todas luces un elemento extraño en un lugar invadido por centenas de turistas ajenos a la historia que tiene ese trozo de metal con ruedas.
El Empire State fue construido en 1931, y fue terminado en menos de 15 meses. En su momento, supuso un faro de esperanza para muchas familias y negocios en plena Gran Recesión. Los motivos art decó aún adornan el hall, aunque su diseño no sea tan característico como el del Chrysler Building.
Los ascensores sólamente suben directamente hasta el piso 80. Se puede esperar una cola interminable para subir en ascensor 6 pisos, o hacer un poco de ejercicio.
A 300 metros de altura hace bastante más frío que en la calle, y el viento es constante en la plataforma de observación. En este entorno inhóspito hordas de turistas pelean entre sí por la “foto souvenir”. Rodeado por dos guardias de seguridad, allí está un flamante Ford Mustang GT Convertible, en un vistoso color amarillo.
El Ford Mustang 50th Anniversary Edition se limitará a 1.964 unidades, cuyo guiño al pasado se centra en detalles estéticos como una calandra que imita a la original, con una barra cromada transversal. Curiosamente, no es una unidad de esta tirada la que han subido al Empire State, es un descapotable de estricta serie.
Una placa conmemorativa ocupa el lugar de la matrícula trasera, con el clásico caballo al galope. Algún niño preguntaba si era un Ferrari GT, por aquello del caballo.
La estampa lumínica del nuevo Ford Mustang es muy característica, con un diseño de LEDs diurnos frontales que imita el aspecto de las ópticas traseras, un claro guiño al diseño original de los años 60.
Las ópticas traseras son ahora 100% LED, y mantienen el esquema de triple barra vertical, un esquema que no todas las generaciones del Mustang han respetado.
Multitud de turistas curiosos se hacían fotos con el coche y se preguntaban qué demonios hacía ahí arriba, y cómo lo habían subido. El coche fue desmontado y cortado literalmente en trozos por un equipo de DST Industries. Esta empresa es un proveedor de Ford, y fueron en 1965 los encargados de desmontar el Mustang que terminó en la terraza del Empire State.
El Mustang parece aparentemente completo, pero no tiene motor y parte del sistema eléctrico del coche ha sido eliminado. Aún así todas las luces del interior y exterior funcionan, alimentadas por una toma externa de electricidad.
La terraza está abierta al público de 8 de la mañana a 2 de la madrugada. El equipo que ensambló de nuevo el coche tuvo menos de seis horas para montar el coche, en una noche en la que además nevó ligeramente en la zona.
Desde el muelle de descarga del Empire State, el Mustang tuvo que pasar por un montacargas y dos ascensores. Días antes, se construyeron modelos de madera del rompecabezas y se comprobó que el peso estuviese dentro de las tolerancias de los ascensores.
Fue necesario entrar al interior del edificio en varias ocasiones. Había mucha gente en el exterior y hacer fotos fue complicado en muchos momentos. Pero como dice el refranero castellano, “sarna con gusto no pica”.
Más de 300 hacia abajo Nueva York no duerme, sus avenidas repletas de coches y gente que se mueven de un lugar a otro, algunos con rumbo, otros sin él.
A falta de sentarse en una unidad, el interior parece de buena calidad y el diseño – aunque evolucionario – es de lo más acertado.
Un frontal poderoso, que sin perder la esencia Mustang, incorpora al diseño la imagen heredada del Ford Evos Concept.
Un noche muy americana ya termina para nosotros. Un detalle final: una azafata de Ford me regala un pequeño llavero conmemorativo del evento. Además de bonito, quizá sea en un futuro un ítem de coleccionista.