El mundo de los coches avanza a pasos agigantados, y parecemos envueltos en una vorágine de digitalización, electrificación y avances rompedores en sistemas anticontaminación. Los coches son más limpios, seguros, conectados y digitalizados que nunca, y con todo… nunca han tenido tan poca personalidad como hoy en día. Aunque los coches del pasado eran mucho más imperfectos y mucho más básicos, tenían algo que casi ningún coche tiene hoy en día: alma. En este artículo queremos hablaros de 10 elementos de los «coches viejos» que echamos de menos actualmente.
1) Cambios manuales
Aunque aún podemos comprar muchos coches con caja de cambios manual, son un elemento en vías de extinción. El advenimiento de los coches híbridos y los coches eléctricos podrían poner punto y final a una tecnología que incluso está desapareciendo de los coches más pasionales, en aras de una mayor efectividad. Ningún otro elemento nos ofrece mayor control y conexión con la máquina que una caja de cambios que tengamos que accionar por nosotros mismos. Lejos queda la época en la que un coche automático era algo exótico y reservado a los topes de gama.
2) Sonido de escape
Y digo sonido de escape en general, no me refiero únicamente a un sonido bonito. Actualmente, la mayoría de los coches – sean diésel o gasolina – cuentan con un filtro de partículas en su línea de escape, para minimizar las emisiones contaminantes. A causa de estos filtros, pero también a sus sistemas internos de control de emisiones, los coches han perdido una gran parte de su sonido. Lejos quedaron las combustiones imperfectas, los olores, los petardeos… y lejos quedan los motores con carácter. Se acabó aquello de distinguir coches solo por el sonido de su escape.
3) Llaves para arrancar el coche
Aunque aun quedan coches que arrancamos usando una llave de toda la vida, una gran parte de los coches actuales se arrancan pulsando un botón. ¿Sabéis qué se arranca también pulsando un botón? Una lavadora o un lavaplatos. Bromas aparte, de nuevo, perdemos otro elemento de conexión con la máquina. En aras de una mayor sencillez o comodidad, operar un coche se convierte en una tarea cada vez menos implicada. Tampoco debemos olvidar el principio de ingeniería llamado KISS («Keep It Sweet and Simple»): el mejor sistema suele ser el más sencillo.
4) Facilidad para hacer el mantenimiento
Desgraciadamente esta no es una tendencia tan moderna. Desde hace ya dos décadas, los coches han ocultado sus mecánicas y componentes internos bajo tapas de plástico. No solo por presentarnos una imagen más «limpia», si no para disuadirnos de trabajar en nuestro propio vehículo. Tampoco podemos obviar la intrínseca dificultad que a día de hoy conlleva algo tan sencillo como cambiar una bombilla fundida en un faro o piloto. El objetivo último ya lo estarás sospechando: que lleves el coche al servicio oficial o un taller para cualquier nimiedad.
5) Frenos de mano convencionales
Este punto es similar al punto de las llaves de arranque. Los frenos de mano eléctricos se han popularizado tremendamente durante los últimos años, por su tamaño compacto y el espacio que liberan en el habitáculo. El problema es que añaden complejidad y coste a un sistema sencillo y efectivo, un sistema que no necesitaba de más complicaciones técnicas. Además, si eres un petrolhead y te gusta practicar una conducción deportiva, echarás de menos poder «tirar de gancho» en esa horquilla tan estrecha de tu tramo de curvas favorito.
6) Instrumentación analógica
En apenas unos años desaparecerán al completo las instrumentaciones analógicas en los coches modernos. Algunos coches incluso tienen pantallas digitales que imitan la forma y aspecto de los relojes de antaño. Personalmente, el diseño de los cuadros de mandos analógicos me fascina. Me hace recordar aquellos coches con multitud de relojes, para todo tipo de funciones, de diseño limpio, legible, cuidado y funcional. El baile mecánico de sus agujas ha sido reemplazado por una fría pantalla TFT, personalizable y con mucha información, pero aséptica e impersonal.
7) Una buena visibilidad
Los puntos anteriores pueden ser hasta cierto punto discutibles, y puedo achacarlos en parte a preferencias personales. Pero este punto es puramente objetivo. El diseño de los coches actuales, además del grosor de sus pilares, han provocado una dramática merma en la visibilidad desde dentro del vehículo. Cuando me subo en mi antiguo Saab 900, sus finos pilares, su forma cuadriculada y sus grandes ventanillas me permiten tener una visibilidad casi perfecta a mi alrededor. En comparación, un crossover moderno es prácticamente una jaula oscura.
8) Ventanillas manuales
Vuelta al tono ludita que impera en este artículo. En los coches modernos las ventanillas son ya por defecto eléctricas, salvo en versiones muy básicas de coches baratos, y solo en las puertas traseras. Las ventanillas eléctricas son mucho más cómodas que las manuales, pero también son más propensas a fallar y cuando fallan, suelen requerir una visita al taller. Las ventanillas manuales rara vez fallan y además de ahorrar bastante peso – una observación interesante en coches orientados a las altas prestaciones – nos hacen ejercitar el brazo izquierdo.
9) Ruedas de repuesto
Volvemos a la objetividad pura y dura. Y esa objetividad es que a día de hoy, es noticia que un coche lleve rueda de repuesto, ya sea de tipo galleta o sea una rueda completa. Antaño todos los coches tenían rueda de repuesto, algunos incluso la ubicaban en el vano motor para no restar espacio de carga. Hoy en día, los fabricantes abaratan costes con un kit antipinchazos y el espacio de la rueda de repuesto lo destinan al maletero, al depósito de AdBlue o a la batería del sistema enchufable. Todo correcto, hasta que tenemos un pinchazo inesperado.
10) Colores y tapicerías llamativos
Por último, y para concluir esta lista, he de deciros que echo mucho de menos que la industria automovilística se tome menos en serio a sí misma. Hasta la entrada del siglo XXI era habitual ver tapicerías de tela con patrones coloridos y estrambóticos, mandos y molduras en colores llamativos. En las carrocerías había amarillos, verdes menta, morados… Hoy en día, todo se resume en un mar de coches oscuros, con tapicerías serias y formales. Las marcas han perdido el arrojo que tenían, y no quieren arriesgarse a «no gustar» a una parte de su público.