Para los fabricantes y las marcas, tener entre sus filas al deportivo más rápido en Nürburgring, al modelo más seguro, al más lujoso, al más caro o al que tiene la mayor capacidad de remolque es un honor. No pasa lo mismo cuando se trata de marcas que no acaparan los focos de los titulares: hemos reunido a cinco coches que rompieron récords… aunque nadie se acuerde de ello.
El motor de 10 cilindros más pequeño
El Lexus LFA tiene el honor de estar equipado con el V10 de producción más pequeño: 4.8 litros con 553 caballos de fuerza y 527 Nm de par, que le permitían pasa de 0 a 100 km/h en 3,7 segundos y alcanzar una velocidad punta de 325 km/h.
La marca japonesa apostó por aquella configuración buscando un comportamiento diferente: querían que la fuerza llegara más rápido y la aceleración fuera más suave. Así las cosas, la potencia alcanzaba su punto máximo en 8.700 rpm (300 por debajo de la línea roja) y el 90% de esos 527 Nm estaban disponibles desde las 3.700 vueltas, alcanzando, eso sí, su punto máximo en 6.800 rpm. Lo más curioso es que ocupaba menos espacio físico que la mayoría de los V8 de la época.
El coche más pesado
Al hablar del vehículo de producción más pesado es fácil imaginarse un modelo estadounidense: quizás un Cadillac Escalade (más de 2.700 kilos) o el nuevo Hummer EV (en su configuración más capaz alcanzará los 4.500 kilos). El coche con el mayor peso tiene un origen mucho más cercano: Alemania. Fue allí donde se fabricó el Mercedes-Maybach S600 Pullman Guard (2017), un modelo blindado de fábrica que pesa 5.100 kilos. Las puertas pesaban tanto que estaban equipadas con motores eléctricos y el coche necesitaba un motor V12 de 6.0 litros para moverse.
El coche más ligero
En este apartado hay cierta disputa. Unos creen que el vehículo de producción más liviano fue el Peel P50 (1962), que pesaba 55 kilos. Otros, sin embargo, señalan al LCC Rocket alegando que tenía cuatro ruedas y, además, podía circular por carretera sin problema alguno.
El LCC Rocket (Light Car Company Rocket) fue una creación de Gordon Murray y del piloto de carreras Chris Croft. Era un biplaza en tándem (los pasajeros se sientan uno detrás de otro) y estaba impulsado por un motor Yamaha de 1000cc, heredado de la FZR1000, que entregaba 145 o 165 CV, según la especificación. Utilizaron tecnología del mundo de las dos ruedas y materiales de vanguardia de aquella época para lograr un peso de 385,5 kilos.
El coche más lento
No hay muchas dudas: el Peel P50 sí fue el coche de producción más lento. Estaba impulsado por un motor de 49cc que desarrollaba 4,5 CV transmitidos directamente a la rueda trasera: disponía de una caja de cambios con tres velocidades hacia delante y carecía de marcha atrás. Para ir en esa dirección, el conductor tenía que salir fuera levantar el Peel P50 con un asa situada en la parte posterior y girarlo.
No obstante, aquel motor era suficiente para alcanzar los 60 km/h de velocidad máxima y lograr un consumo de poco más de 2 l/100 km. No era el más rápido, pero como pesaba tan poco, su aceleración era aceptable.
El coche más barato
El coche de producción más barato es el Smith Flyer de Briggs & Stratton (un fabricante de motores para maquinaria agrícola de pequeño tamaño): en 1922 se vendió por 125 dólares que, en 2022, habrían sido 2.068 dólares. Un Ford Model T costaba dos o tres veces más.
El chasis de aquel vehículo eran unos largueros de madera sobre los que montaron un par de ejes, cuatro ruedas de bicicleta y una quinta rueda motorizada. El volante movía la dirección, pero no tenía frenos y estaba impulsad por un motor monocilíndrico de 201cc, que se refrigeraba por aire y tenía una potencia de 2 CV. Con 3,8 litros podía recorrer hasta 150 kilómetros.