El Opel GT es un coche al que tengo un cariño especial. Fue el primer coche verdaderamente clásico que conduje, hará ya dos años. Fue en las pistas de pruebas de Opel en Dudenhofen y fue en su versión Aero GT, de la que solo dos unidades experimentales fueron fabricadas. Podéis leer nuestra experiencia en este artículo. El Opel GT fue lanzado al mercado en 1968, hace la friolera de 50 años. Fue un coche especial para Opel – una marca acostumbrada a coches prácticos y funcionales – un deportivo ligero y ágil, inspirado en el mejor diseño americano, pero adaptado a las exigencias y clientela europeas.
Todo comenzó a mediados de los años 60. Un equipo de diseño supranacional – el mismo que trabajó en el diseño de los Chevrolet Corvette C3 – presentó en el Salón de Frankfurt de 1965 un prototipo llamado Opel Experimental GT. Un pequeño deportivo biplaza, de diseño absolutamente escultural. Opel no tenía en sus planes el lanzamiento de un deportivo biplaza, y pensó utilizar aquél prototipo como un vehículo de pruebas para componentes en desarrollo. No obstante, la reacción del público en Frankfurt y el entusiasmo de la directiva de la marca dieron luz verde a la producción en masa del deportivo.
Era un coche muy original. Incluso atrevido. Se construyó sobre una plataforma modificada del Opel Kadett B, en la que se montaron en posición central-delantera motores atmosféricos de cuatro cilindros. Aunque su diseño evocaba a los musculosos deportivos americanos, con sólo 4,11 metros de longitud, el Opel GT era prácticamente una versión a escala 3:4 de estos. Su carrocería tenía detalles muy curiosos, como unas preciosas ópticas traseras de aspecto circular, una línea lateral que evocaba a una botella de Coca-Cola y unos faros escamoteables – su popularidad no alcanzaría el apogeo hasta los años 80.
El Opel GT comenzó su producción en serie en 1968 – tres años después de que asombrase a crítica y público en Frankfurt. Sólamente se vendía con dos mecánicas: un sencillo 1.1 atmosférico de 67 CV y un interesante 1.9 litros de 102 CV de potencia, este último procedente de un Opel Rekord. La mayor parte de clientes optaron por el motor de 1,9 litros y por la caja de cambios manual de cuatro relaciones, aunque Opel ofrecía de forma opcional un cambio automático de tres relaciones. Este fue el preferido de los clientes americanos – el Opel GT fue uno de los pocos Opel vendidos de forma oficial en EE.UU.
Teniendo en cuenta que su versión más pesada marcaba 945 kilos en la báscula, no debería sorprendernos que el coche alcanzase los 185 km/h de velocidad máxima, con un 0 a 100 km/h de 11,5 segundos. Son cifras que aún hoy en día son correctas, pero que hace 50 años eran directamente impresionantes. Este pequeño deportivo de propulsión fue la base de varios prototipos, entre ellos una versión eléctrica – que llegó a alcanzar los 189 km/h – y un prototipo especialmente aerodinámico alimentado por gasóleo, que en 1972 logró mantener una velocidad media de 197 km/h a lo largo de un kilómetro.
El Opel GT no fue un fracaso comercial. Ni mucho menos. Entre 1968 y 1973 se fabricaron la friolera de 103.463 unidades. Aunque aún se vendía bien, la competencia creciente de coches como el Datsun 240Z y el vencimiento del contrato con Brissonneau & Lotz – el carrocero francés estampaba sus carrocerías y construía el habitáculo, ensamblándose motor y tren de rodaje en Alemania – motivaron el fin de su producción en 1973. A lo largo del próximo mes de mayo Opel celebrará de forma oficia el 50 aniversario del GT, y lo hará en el Bodensee-Klassik, un evento de clásicos a orillas del Lago Constanza.