A menudo el gran público, ajeno o no tan cercano a esta nuestra afición, tiende a asociar a un coche deportivo con una mayor siniestralidad, a un coche más peligroso, más dispuesto a llevarte a una situación delicada, un pensamiento lejos de una realidad en la que debemos tener presente que, efectivamente un coche deportivo puede alcanzar una velocidad mayor y en menor tiempo y que además puede crear ciertas inercias que pueden llevarnos a una situación de cierto peligro (pérdidas de tracción, sobrevirajes…) pero también es un coche mejor preparado para enfrentarnos a una maniobra de esquiva, a una frenada de emergencia…
Un coche deportivo no es sólo un coche con una buena aceleración, también es un coche más estable en curva y con una mejor frenada
Habitualmente un coche deportivo no es sólo un coche potente. Es un coche que también cuenta con una puesta a punto muy superior y más desarrollada, más capaz, con frenos mucho más capaces que el del resto de coches, con suspensiones más firmes, más eficaces y superiores, con chasis más rígidos que siguen de una forma más fiel nuestras demandas y que aceptan un grado de “estrés” superior y que además suelen estar calzados con neumáticos de mayores dimensiones y de una calidad superior, ya no sólo por ofrecernos un compuesto de mayor adherencia sino también por ser neumáticos más evolucionados por las respectivas marcas de ruedas, el culmen de su desarrollo tecnológico.
De hecho, siguiendo con esa referencia al “culmen del desarrollo” de un coche que suelen ser los coches deportivos no podemos perder de vista lo recurrente que suele ser el que una versión deportiva de un coche “normal” disponga, por ser un acabado superior, de un mayor número de asistentes a la conducción.
En 2018 murieron 1.180 personas en España a causa de accidentes de tráfico
Tal y como mencionábamos al principio de este artículo un coche deportivo es un coche más rápido que un coche “normal”, que acelera más y que alcanza una mayor velocidad máxima y evidentemente es innegable que un exceso de velocidad propicia más situaciones de riesgo y sobre todo agrava las consecuencias de un accidente. A una velocidad elevada es más difícil reaccionar ante una situación de riesgo, ante un imprevisto y por eso no hay mejores herramientas para evitar una desgracia que la cautela y el conocimiento.
Y si a esta cautela, si al conocimiento, si al ser consciente, le sumamos un coche con unas buenas características (como las que suelen dar forma al grueso de deportivos), con mejores frenos, suspensiones y neumáticos y una mayor experiencia, algo que nos invita a recordar que los cursos de conducción son algo muy muy aconsejable para todos los conductores, seguiremos siendo seres frágiles en un objeto violento, con una gran capacidad de aceleración, con un desplazamiento en curva brutal, con inercias de una gran magnitud… Pero estaremos mejor preparados para hacer frente a una situación de peligro, teniendo bien presente que los accidentes de tráfico se cobran decenas de muertos cada semana (en 2018 murieron 1.180 personas en accidentes de tráfico) y que dejan a miles de heridos en nuestros hospitales (más de 4.500 heridos en 2018).
La velocidad, junto a las distracciones y el alcohol está entre las principales causas de accidente
No, un coche deportivo no es más peligroso que un coche “normal” por ser simplemente un coche deportivo. Es un coche más rápido y la velocidad mal empleada es un importante agravante, pero también son coches con una mejor constitución, lo que no justifica cualquier exceso de velocidad. De hecho cualquiera de los dos tipos de coches, discriminando ahora entre coches “normales” y coches deportivos pueden ser por igual la excusa perfecta para morir si no se usa con la consciencia que exigen.