Alemania ha dado un paso importante en lo que a legislación se refiere, con la aprobación de una ley que allana el terreno para los gigantes de la industria automovilística alemana. Nos referimos a la norma que legalizará los coches autonómos y su conducción automatizada, algo que hasta ahora faltaba en el país teutón y que obligaba a los numerosos fabricantes locales a probar su tecnología de conducción autónoma en pistas privadas cerradas al tráfico o en países como Estados Unidos. Y aunque supone un gran paso adelante, la ley no es perfecta y aún deja en el limbo varios puntos importantes.
Prácticamente todos los fabricantes alemanes están ya inmersos en el desarrollo de la conducción autónoma, sobre todo los más grandes: Volkswagen, Mercedes-Benz, BMW y Audi. Con este panorama era normal que hicieran presión a los gobernantes para que la conducción autónoma fuese legal en el país. No en vano, no dejaba de ser paradójico que, en un país con el músculo industrial y tecnológico de Alemania, los fabricantes -y, por extensión, todas las empresas del sector- no pudieran explotar en casa una tecnología de vital importancia para el futuro.
Posibilidad de probar la tecnología sin salir de casa: los fabricantes están de enhorabuena
Hasta ahora, las marcas locales tenían dos opciones para probar su tecnología autónoma: o bien desplazarse a Nevada o California (donde sí es legal), o realizar los tests en zonas cerradas al tráfico (donde es difícil, cuando no imposible, simular todos los condicionantes y la multitud de factores que se dan en la conducción real). Esta situación cambia de rumbo gracias a esta ley ya aprobada por el Bundestag, la Cámara Baja del parlamento alemán; y aunque supone un importante paso adelante, aún tiene limitaciones.
Decía Alexander Dobrindt, ministro de Transportes de Alemania, que con esta ley «permitimos que el conductor pueda retirar las manos del volante para, por ejemplo, buscar algo en internet o consultar su correo electrónico». Esta nueva norma alemana permite la circulación de coches autónomos, si bien obliga a que en todo momento haya una persona (con permiso de conducir, por supuesto) en el asiento del conductor que pueda tomar el control del vehículo en cualquier momento. Así mismo, la ley establece que todo el sistema de conducción autónomo debe poder ser desactivado en todo momento y exige que el conductor sea alertado por el sistema, con tiempo suficiente antes de que la conducción automática se desconecte, a través de una señal sonora o luminosa para que tome el volante en caso necesario.
La legislación exige que un sistema de almacenamiento de datos, como la caja negra en los aviones, que monitorice todos los parámetros del viaje, recabando información y registrando si es el conductor humano o el sistema autónomo del automóvil quien está a cargo en cada momento del trayecto. Esto será crucial para repartir la culpa en los accidentes; no en vano, el conductor será el responsable de todo cuanto ocurra mientras él esté conduciendo, pero si es el sistema del vehículo quien está a cargo y el incidente es causa de un fallo del sistema, toda la responsabilidad recaerá sobre el fabricante del coche.
Por otra parte, los fabricantes deberán dejar claro a los clientes de lo que es capaz su coche, lo que el sistema de conducción autónoma puede hacer y lo que no. Se busca con ello que los propietarios de los vehículos no incurran en un exceso de confianza, como algunos han hecho con su Tesla dejándose llevar por el nombre del sistema Autopilot (y que Alemania quiso prohibir hace un tiempo por resultar engañoso).
Esta nueva ley, que está previsto que se haga efectiva en las próximas semanas, no aborda sin embargo un tema fundamental: la protección de datos y el uso que se hace de los mismos, un punto clave -recordemos que obligará a los coches a recopilar toda la información de la conducción- que aún se deja de soslayo. Quizá se especifique más adelante, puesto que dicha norma se revisará dentro de dos años para ir actualizándose conforme la tecnología vaya avanzando.
Aunque aún no hay coches en el mercado con nivel 3 de autonomía (el cual se podría definir rápidamente como aquel que permite retirar la atención de la conducción, pero que puede requerir la intervención del conductor en cualquier momento), los podremos ver en los próximos meses: el próximo Audi A8 incorporará tecnología para alcanzar tal nivel de autonomía, si bien no lo hará desde el momento de su lanzamiento, y el recientemente renovado Mercedes-Benz Clase S se queda cerca.
Fuente: Motoring
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