El diseño y la producción de chips se ha convertido en un sector crítico para la economía mundial, un elemento clave en la geopolítica y lo suficientemente relevante como para llegar a paralizar fábricas enteras y poner en jaque la producción de bienes de consumo que, como los automóviles, están repletos de tecnología y por ende de los codiciados semiconductores.
Según Bloomberg, el gigante taiwanés de la producción de semiconductores TSMC estaría ultimando la inversión de 10.000 millones de euros para construir una fábrica de microchips de 28 nanómetros en Sajonia, Alemania, en asociación con NXP Semiconductors, Bosch e Infineon Technologies. La tecnología de 28 nanómetros no sería, ni mucho menos, la más puntera, pero sí una línea de producto muy rentable en la que siguen invirtiendo TSMC y otros productores de chips.
Estaríamos ante uno de los movimientos más importantes, para Alemania, y para la Unión Europea, que busca asegurarse la producción de semiconductores en territorio comunitario para minimizar la dependencia de los principales productores, ahora afincados en Asia, y por supuesto hacer frente a un ambiente geopolítico incierto, especialmente por las tensiones con China, y entre estos y Taiwán.
Una importante fábrica de semiconductores en Europa
TSMC, que tan solo ha declarado ante estas informaciones que «aún está valorando la posibilidad de construir una fábrica en Europa», se beneficiaría junto a sus socios del importante paquete de fondos con los que la Unión Europea ha dotado a los miembros para financiar proyectos como este. Fondos de los cuales, por supuesto, también dispondría España y ya habrían propiciado proyectos como los planes de producción de vehículos eléctricos y una gigafábrica de baterías de SEAT y Volkswagen.
La producción de microchips es clave para industrias como la del automóvil, y viceversa, la fortaleza de la industria del automóvil en un mercado es esencial para que compañías como TSMC se instalen junto aquellos que serán sus clientes, que diseñan la tecnología y los automóviles, y la producen. Y aquí residiría una de las claves por las cuales TSMC daría prioridad a una fábrica en Alemania, que es la gran potencia europea del automóvil, frente a España, potencia productora de coches, pero no tanto en el diseño de la tecnología y los automóviles.
En septiembre esa era una de las razones que esgrimía María Marced, presidenta en Europa de TSMC, en una entrevista (El Español) en la que apuntaba que «los chips son el nuevo petróleo».
El plan de España para atraer a la industria de los semiconductores
En el último año ya hemos visto cómo otros proyectos tan importantes como el de la fábrica de Intel, que también escogió Alemania, se escapaban de España. En cualquier caso, los acontecimientos de las últimas semanas son un buen reflejo de que, incluso con las importantes inversiones públicas y facilidades, así como el potencial de Alemania, este tipo de proyectos no están exentos de dificultades. En estos momentos, Intel estaría demandando una inversión pública mayor de los fondos europeos para instalarse en Alemania, mientras que esta habría puesto como condición a Intel una inversión mayor en la fábrica que se levantaría en la ciudad de Magdeburg (Financial Times).
España habría dispuesto 12.000 millones de euros de los fondos europeos para atraer proyectos de semiconductores. Proyectos que poco a poco se van materializando con la llegada de centros de diseño de semiconductores y también con la posibilidad de que, ante la falta de fábricas que produzcan semiconductores punteros, apostar por fábricas que produzcan chips que no han alcanzado tal nivel de miniaturización, pero siguen siendo igualmente importantes para la economía moderna, para la industria del automóvil y, por supuesto, más sencillos de producir.
De hecho, y según estas informaciones, el proyecto de TSMC en Alemania se enmarcaría precisamente en este ámbito, el de una tecnología de semiconductores presente en el mercado por más de una década que, aún así, sigue siendo muy necesaria, muy rentable para TSMC y, por ende, sigue propiciando inversiones de los productores de microchips en todo el mundo.