Pese a que perseguir a los diésel más modernos, que ya no son tan contaminantes, puede no estar del todo justificado, cada vez son más los que dan por perdida esta batalla. Pero el verdadero problema, sin lugar a dudas, lo tienen los diésel más antiguos. Si consideráramos a Alemania, el mercado del automóvil más importante de la Unión Europea, con diferencia, un reflejo de lo que sucede en Europa, y un anticipo de lo que sucederá en el resto de países de la Unión, hay razones para preocuparse. Alemania ha perdido el control de las prohibiciones y las restricciones a los diésel, a pesar de los intentos del ejecutivo de Merkel, y de la presión de la industria del automóvil más potente del continente.
Los tribunales llevan la voz cantante en el asunto del diésel
La ausencia de decisiones de gran calado a nivel nacional ha delegado la responsabilidad en el ámbito local, en los consistorios de las grandes ciudades de Alemania. Los tribunales han respaldado su derecho a establecer normativas que limiten el tráfico rodado en sus calles y, como consecuencia de ello, restrinjan y prohiban la circulación a los diésel, empezando por los más antiguos. Sentada la jurisprudencia, las últimas noticias nos llevan incluso a contemplar cómo los consistorios también han dejado de tener voz en este asunto. Decisiones tan importantes como limitar el tráfico en las principales calles de una ciudad, por un problema de contaminación, se están tomando por orden judicial, desplazando a las iniciativas políticas.
Pero lo mejor es que veamos un breve resumen de las decisiones que se están tomando en Alemania con respecto al diésel, y su cronología.
Stuttgart: restricciones al diésel en la «casa» de Mercedes y Porsche
La asociación Deutsche Umwelthilfe consiguió llevar a los tribunales la cuestión de las restricciones a los diésel en Stuttgart. Y venció. En verano de 2017 un juez sentaba un precedente importantísimo, reconociendo que «salvaguardar la salud de los ciudadanos es más importante que el derecho a la propiedad y a la libertad de movimiento de los propietarios de los coches diésel que estén afectados por las restricciones«.
Stuttgart ha tenido que introducir restricciones, empezando por los coches bajo la normativa Euro IV y anteriores, en una de las principales calles de la ciudad, en la que se registraron mayores concentraciones de NOx. El año que viene las áreas restringidas se ampliarán y en 2020 podrían extenderse, incluso, a coches homologados bajo la Euro V.
Düsseldorf y el apoyo de los tribunales a las restricciones al diésel
La ciudad de Düsseldorf seguía los pasos de la de Stuttgart. A pesar de que sus respectivos estados federados, de Nordrhein-Westfalen, y Baden-Württemberg, apelaron la decisión anterior de los juzgados alemanes, estos reconocieron, de nuevo, la responsabilidad y el derecho de las administraciones locales, los ayuntamientos, para establecer restricciones y prohibiciones en las calles de sus ciudades. El fallo de febrero de 2018 sentaba un nuevo precedente que pasaba la «patata caliente» a las ciudades alemanas.
Düsseldorf ya está estableciendo restricciones parciales a los diésel, en ciertas localizaciones de la ciudad, similares a las de Stuttgart. Si bien es cierto los tribunales sí han desestimado otra demanda de la Deutsche Umwelthilfe (ver noticia de Reuters), en la que se pedía la prohibición expresa de la circulación de los diésel de Volkswagen cuya homologación de emisiones había sido manipulada.
La incertidumbre y las amenazas para el diésel están haciendo que las ventas de coches con alguna suerte de electrificación crezcan significativamente.
Hamburgo y el efecto de las primeras restricciones
Hamburgo también tomaba la decisión de restringir el tráfico a los diésel anteriores a la Euro V, que inicialmente solo afectaba a un tramo de 580 metros, de una de las calles de la ciudad más afectadas por altas concentraciones de NOx. El debate, lógicamente, se centra en la efectividad de estas medidas y en si estas pueden ser contraproducentes. Al prohibir el tráfico en una arteria principal de una gran ciudad el tráfico, necesariamente, se redistribuye, y a menudo suele conllevar que aumente la congestión de otras calles, los atascos y, por lo tanto, no solo se traslade la contaminación a otro lugar, sino que esta incluso aumente.
Los eléctricos también se están beneficiando de la situación. Alemania ya vende más coches eléctricos que Noruega y es el primer mercado del coche eléctrico, por volumen, de Europa.
Berlín: las restricciones al diésel en la capital
Berlín ha sido la última ciudad que, por orden judicial, se verá obligada a establecer restricciones al tráfico de los diésel en las dos arterias principales de la ciudad, en la Friedrichstraße y la Leipzigerstraße, que cruzan el centro de Berlín de norte a sur, y de este a oeste, respectivamente. Las restricciones afectarían, inicialmente, a diésel anteriores a la Euro IV, y se extenderán también a estos últimos a lo largo del año que viene.
Los tribunales han obligado al consistorio de Berlín a tomar medidas. El control de las prohibiciones y las restricciones al diésel ya no está en manos del ejecutivo de Merkel y ni tan siquiera de las administraciones locales cuando, independientemente de la iniciativa política de los consistorios, un juez puede obligar a estos a establecer restricciones y prohibiciones.
¿Qué está haciendo Alemania al respecto?
Mientras tanto, el ejecutivo de Merkel sí que tiene en su mano la capacidad de, si no resolver, sí al menos hacer que la retirada de los diésel más contaminantes sea menos traumática. En los últimos días Alemania ha mantenido conversaciones con los fabricantes alemanes para apoyar planes que instalen sistemas anticontaminación en los diésel más antiguos en los que técnicamente sea posible y financien, parcialmente, la sustitución de los diésel más antiguos por coches modernos, menos contaminantes.
Los fabricantes, por su parte, no las tienen todas consigo. El plan alemán pretende que la mayor parte de los costes de instalar sistemas anticontaminación, y de sustituir los diésel más antiguos, la sufraguen los fabricantes. Las marcas extranjeras, por otro lado, se habrían desmarcado de un plan que incluso algunas alemanas aún se resisten a suscribir.
El cliente, por otro lado, se enfrenta a la desconfianza que han generado los diésel y, sobre todo, la incertidumbre. Y eso ya está afectando a las ventas de los diésel en toda Europa, a pesar de que el gran problema lo tienen los diésel más antiguos, especialmente aquellos de normativas de emisiones anteriores a la Euro V. Los fabricantes alemanes intentan que sus clientes sigan escogiendo diésel, ofreciendo incluso planes que garantizan que su coche no pierda valor, con una cláusula de recompra en unas condiciones pactadas, sí una normativa impidiera su circulación.
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