Los acontecimientos se han acelerado. En 2035 dejarán de venderse coches con motor de combustión interna en Europa. Día sí, día también, conocemos un nuevo proyecto para levantar una gigantesca fábrica de ensamblado de packs de baterías en Europa. Pero Audi alerta, puesto que todos estos esfuerzos podrían no ser suficientes. Europa necesita mayor independencia, producir localmente componentes críticos para la nueva industria del automóvil que está consolidándose. Y eso pasa, entre otras cosas, por producir localmente en Europa celdas de batería y semiconductores.
En el último año, Europa ha constatado, con mayor crudeza que nunca, el riesgo de depender de líneas de producción localizadas en Asia y cadenas de distribución que han sufrido grandes disrupciones durante la pandemia de la COVID-19. Hoy ha sido la propagación de un virus, pero mañana podría ser cualquier acontecimiento o situación que comprometiera el suministro de elementos tan importantes, en estos tiempos que corren, como los semiconductores, o las celdas de batería. Elementos necesarios para los coches modernos, pero también para el grueso de la industria tecnológica.
Levantar fábricas de ensamblado de baterías en Europa, pero también de semiconductores y celdas de batería, ya no es únicamente necesario para la economía de la Unión Europea sino también por una mera cuestión estratégica, en la que por supuesto entra en juego la geopolítica.
«Es muy importante para Europa asegurar la producción local y es inteligente invertir en ello», apuntaba el CEO de Audi, Markus Duesmann, que asegura que la marca de los cuatro aros y, por extensión, el Grupo Volkswagen, ya están «impulsando la producción de baterías en Europa e incrementando su competitividad en el desarrollo de software» (Automotive News).
Volkswagen ya ha anunciado tres «gigafábricas» de baterías, que estarán localizadas en Suecia, Alemania y España, alcanzando una capacidad de producción de 40 GWh anuales y otras tres factorías de las cuales aún no han especificado su localización. Volkswagen también ha apostado, en su transformación hacia una marca tecnológica, por el desarrollo de software. La Software House de Volkswagen empleará a miles de desarrolladores para disponer de software propio, con el que dotar a sus productos. Volkswagen espera que, únicamente el software, suponga un beneficio de cientos de millones de euros.
Como os decíamos, los paradigmas de la globalización que han regido hasta hace poco están quebrándose. La industria europea apostó por una deslocalización que hizo dependientes a los fabricantes locales de la producción de terceros, de proveedores tan críticos hoy en día como los fabricantes de semiconductores. La disrupción que ha generado la pandemia en las cadenas de distribución y la fabricación nos ha llevado a situaciones de máximo riesgo, como la crisis de los semiconductores, que estos días está teniendo como consecuencia la parada de muchas líneas de producción de automóviles en el continente, por el desabastecimiento de conductores.
La petición de Audi a la Unión Europea, para impulsar la producción de celdas de baterías y semiconductores, tiene mucho sentido. La Unión Europea ya ha previsto fondos para financiar este tipo de proyectos, así como la producción de coches eléctricos y el ensamblado de baterías, por cientos de miles de millones de euros. En cualquier caso, tras la asignación de los presupuestos, serán los miembros de la Unión Europea los que decidan y establezcan como distribuir la inversión entre los diferentes proyectos.
En España, el primer Plan Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) del vehículo eléctrico y conectado, sufragará con 4.295 millones de euros este tipo de proyectos, empezando por el de la nueva fábrica de baterías de SEAT y Volkswagen.