Audi y Porsche anunciaban ayer mismo un acuerdo para estrechar, aún más si cabe, sus lazos. La obsesión del Grupo Volkswagen, y probablemente la clave de su éxito, pasa por obtener el mayor rendimiento de cada una de sus inversiones, optimizar al máximo cada proceso y, en última instancia, lograr unos márgenes de beneficio muy superiores a los de su competencia. Esa es precisamente la clave de que Porsche, hoy en día, haya conseguido uno de los mayores márgenes de beneficio por coche vendido de la industria. A día de hoy, existen casi tantos nexos de unión entre Audi y Porsche como detalles identitarios que garantizan que cada marca siga fiel a sus principios, sus intereses comerciales, y su legado histórico. ¿Pero cuál es el plan de Audi y Porsche para estrechar aún más su relación?
La relación más obvia entre Audi y Porsche es la que se ha visto reflejada en sus todocamino, en productos como Porsche Macan, o Porsche Cayenne, que aprovechan al máximo las plataformas y los motores de Audi, y del grupo. Y aún así basta ponerse a los mandos de un Porsche Macan para comprobar cómo, de verdad, y sin que nos ciegue la marquitis, Porsche ha conseguido imprimir un tacto especial a su coche. A la vista de los resultados, y de cómo el éxito comercial de Macan y Cayenne ha ayudado a Porsche a garantizar el futuro de sus deportivos de referencia, no creo que nadie piense en estos productos como los herejes de la marca de Stuttgart.
En otros casos, como los deportivos de referencia de Porsche, desde 718 Boxster y 718 Cayman, hasta Porsche 911, apenas había margen para compartir tecnologías y plataformas. Porsche sigue apostando por el todo atrás, mientras Audi confía en el todo delante, incluso en deportivos como el Audi TT, y la tracción quattro. Aún con downsizing de por medio, Porsche no renuncia a sus motores bóxer – con cuatro y seis cilindros – mientras Audi apuesta por motores de cuatro y cinco cilindros en línea, y configuraciones en uve para sus deportivos de pata negra.
La colaboración entre ambas marcas ha llegado hasta tal punto que, en cualquier aspecto susceptible de ser amortizado por Audi y Porsche, se ha buscado la máxima eficiencia consiguiendo que ambas marcas aprovechen la tecnología. Un buen ejemplo es el de los nuevos motores V6 Turbo, de los cuales hemos hablado largo y tendido. Dos motores de fabricación y desarrollo común, en los que tanto Audi, como Porsche, han puesto lo mejor de su conocimiento técnico para apostar por dos filosofías que estarán presentes en diferentes modelos de ambas marcas, en función de los requisitos del producto.
¿Por qué resultaba necesario estrechar aún más la colaboración entre Audi y Porsche?
Audi y Porsche, dentro de la filosofía del Grupo Volkswagen, no pueden permitirse una competencia en el desarrollo de ciertas tecnologías que, a la larga, no lleva a ninguna parte. Especialmente cuando se trata de afrontar los retos de un futuro cada vez más próximo, en el que la electrificación, y la digitalización, dominarán las estrategias de ambas marcas. Es por eso que este acuerdo muy probablemente no afectará al corazón de Audi y de Porsche, seguiremos viendo Audi TT de tracción delantera y quattro, RS compactos de cinco cilindros, Porsche 911 de motor trasero y bóxer de seis cilindros, y biplazas Porsche de motor central y bóxer de cuatro cilindros.
Y es por eso que este acuerdo se materializará, muy probablemente, en un primer eléctrico de Porsche, la versión definitiva del prototipo Porsche Mission E, en el que buena parte de su tecnología habrá sido desarrollada y compartida con Audi. Recordemos que Audi también planea un lanzamiento importante en los próximos años, el de un eléctrico puro de gran autonomía, con el que competir con Tesla, que como mínimo se traducirá en un gran SUV eléctrico. Por no hablar de otro aspecto no menos importante, el del desarrollo del coche conectado, y el coche autónomo, una carrera de la que ni tan siquiera marcas como Porsche – que siguen abogando sobre todo por el placer de conducir – se pueden quedar fuera.
Fuente: Porsche
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