En la historia del motor hay modelos que son grandes desconocidos a pesar de sus particularidades: el Austin Allegro es uno de ellos. Sí, hablamos de aquel modelo británico cuya resistencia al aire era menor cuando circulaba marcha atrás. El mismo que sorprendió con su motor cuadrado o, mejor, dicho achatado por arriba y por abajo: hoy en día no es una rareza, pero en los años setenta era algo realmente especial. Esta es su triste historia.
Austin fue una de las marcas que pertenecían a British Leyland Motor Corporation Ltd, conocida como British Leyland Ltd cuando fue nacionalizada. Aquel holding británico poseía marcas como Mini, MG, Jaguar, Land Rover, Rover o Triumph, entre otras. En los años setenta las cosas empezaron a torcerse y la compañía se estructuró en varios verticales: Leyland Cars, Leyland Truck and Bus y Leyland Special Products.
Leyland Cars se dividió, a su vez, en Austin-Morris (modelos con un elevado número de ventas) y Jaguar Rover Triumph (JRT). Aquello no logró que British Leyland Ltd enderezase el rumbo y la empresa se vio obligada a vender las marcas que no desaparecieron. Hoy, Austin es propiedad de SAIC Motor.
El Austin Allegro
Antes de que todo aquello ocurriese, British Leyland tenía reservado un notable papel para Austin: quería que ella fuera la abanderada de la vanguardia y la alta tecnología para plantar cara al resto de Europa. Su bastión iba a ser el Austin Allegro, aunque las cosas no salieron como tenían planeado.
El Austin Allegro era un coche compacto que ocupó el lugar del Austin 1100: su diseño original era elegante, pero no se adaptaba al motor de la Serie E que debía equipar para ahorrar costes. Los británicos se vieron obligados a aumentar la altura del coche dando lugar a un vehículo mucho más convexo de lo previsto.
Elementos premium
Solucionado el problema, llegó uno nuevo: el Departamento de Marketing ordenó que los asientos fueran más grandes y mullidos porque, desde su punto de vista, eran un símbolo premium. Esta decisión hizo que el habitáculo fuera más estrecho: ¿cómo lo solucionaron? Con el volante Quartic, que estaba achatado por arriba y por abajo.
Con este diseño tan peculiar se generaba más espacio para las piernas y permitía al conductor un acceso más fácil. Además, sus dos únicos radios mejoraban la visión del cuadro de instrumentos.
Cómo vender un volante cuadrado
El Austin Allegro fue presentado en el Salón de Londres de 1973 y, probablemente, la explicación más repetida por parte de los responsables de la marca es que no era un volante cuadrado, sino un círculo achatado.
Para vender aquella innovación que no terminaba de cuajar entre el público y levantaba las suspicacias de la prensa, Austin explicó que era una “forma lógica” y que, además, enfatizaba la alta tecnología del Allegro… entre otros muchos argumentos que no funcionaron. Un par de años después de arrancar con su comercialización, el volante Quartic fue sustituido por uno completamente redondo.
Un fracaso en Europa
El cambio llegó con la segunda generación (1975) del Austin Allegro, que corregía algunos fallos del primero. La tercera se presentó en 1979 y estuvo protagonizada por una serie de importantes cambios estéticos respecto a las anteriores. Cuatro años después de aquello, la producción del Austin Allegro finalizó.
La mayoría de las unidades vendidas (un total de 642.350) se quedaron en Inglaterra: la conquista de Europa fue un fracaso porque allí registró unas cifras muy bajas. Dicen que el Austin Allegro fue demasiado innovador para su época, aunque también pudo influir que fue catalogado como uno de los peores coches fabricados en la historia del motor. ¿Quién les iba a decir que su volante achatado acabaría triunfando?
Imágenes: British Motor Museum / Wikipedia / Autoweek