Los coches con motor turbo son ya la tónica habitual del parque móvil y lo exótico, de hecho, son los coches con motor atmosférico – presentes solo en modelos muy básicos o en unos pocos deportivos. La era de los motores turbo llegó a las masas hace unos 25 años, con la explosión en popularidad de los coches turbodiésel. Todos los coches diésel actuales llevan turbo, y de unos años a esta parte, prácticamente todos los coches con motor de gasolina. Y con todo, puede que sin saberlo, estés provocando una grave avería en tu motor con este comportamiento tan habitual.
No respetar la regla del minuto
El turbocompresor de tu coche es un elemento mecánico muy importante. Es el que fuerza más aire al interior de tu motor para que pueda generar más potencia con menos cilindrada, aumentando la eficiencia del vehículo. Es una turbina capaz de girar a más de 100.000 rpm y de soportar las enormes temperaturas de los gases de escape, de cientos de grados. El eje del turbo – llamado también carrete – está lubricado por la propia aceite del motor, que también lo refrigera hasta cierto punto. Es un elemento mecánico sometido a una enorme exigencia.
Es por ello que es muy importante respetar la regla del minuto. Esta sencilla regla consiste en dejar el motor al ralentí durante un minuto, tanto al iniciar la marcha como al terminarla. Como es evidente, el motor consume algo de combustible al ralentí – y en estos tiempos no estamos para regalarlo – pero ese tiempo es suficiente para que te quites el cinturón, recojas tus cosas o coloques/saques al niño de su sillita infantil. Es una regla muy sencilla de cumplir, y evitará que las altas temperaturas del turbo carbonicen el aceite en el carrete del turbo.
A la larga, ese aceite carbonizado y los depósitos generados terminarán por crear holguras en el turbo, y provocar una avería. El turbo en sí es un elemento caro, con un reemplazo que puede costar cerca de 1.000 euros. El mayor problema no es tener que reemplazar el turbo, si no que es muy posible que algunos trozos de metal o aspas de la turbina terminarán siendo absorbidos por el motor. Y una vez dentro del motor pueden provocar enormes destrozos en las válvulas, pistones y cámaras de combustión. Pueden destrozar tu motor en cuestión de segundos.
Aunque hay ciertas pistas que nos pueden indicar que un turbo está en las últimas, la rotura del turbo también puede ser repentina en algunos casos. No es mi intención asustarte, pero sí hacerte consciente de la importancia de tratar bien al turbocompresor de tu coche. La regla del minuto debe combinarse con una conducción suave y tranquila cuando el aceite no ha alcanzado su temperatura de servicio y con un mantenimiento impoluto del coche. Es especialmente importante no alargar mas de la cuenta los cambios de aceite y usar lubricantes de alta calidad.