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Thomas Special "BABS" (1923): el coche de récord que decapitó a su piloto y sobrevivió a su prisión de arena

En el pasado Festival of Speed en Goodwood – al que mi compañero David Villarreal pudo acudir – estuvo presente un coche muy especial. Un Thomas Special fabricado en 1923 por John Parry-Thomas, y equipado con un motor de avión de 27 litros de cubicaje. Era un coche creado para batir récords de velocidad sobre tierra, por aquél entonces pasatiempo favorito de aristócratas, pilotos e incluso gobiernos. Este coche, apodado «BABS», esconde una historia tan especial como trágica, que hoy os queremos contar en este artículo.

John-Parry Thomas era el ingeniero jefe de Leyland, un fabricante británico de coches que a lo largo del Siglo XX se convertiría en propietario de marcas como Land Rover o MG. En los años 20 del siglo pasado, fue el encargado de diseñar y fabricar un enorme coche de lujo, el Leyland Eight. A pesar de la oposición de la directiva, corrió con una unidad en el circuito de Brooklands, en 1922. La adrenalina de la competición se apoderó al completo de él, y decidió que quería dedicar su vida y conocimientos a la competición.

Otra historia de la época que no te puedes perder, y también con final tráfico: la historia del White Triplex.

Dimitió de su trabajo como ingeniero – más que bien pagado – con el objetivo de construir coches de competición, y correr con ellos. Thomas era amigo del conde Louis Zborowski, un aristócrata que le encargó la construcción de «Chitty 4», el cuarto de una estirpe de potentísimos coches de carreras que apodaba cariñosamente «Chitty Chitty Bang Bang», en los que se inspiraría la famosa película años después. «Chitty 4» era un coche cuyo único objetivo era ser el coche más rápido del mundo. Nada más, nada menos.

John-Parry Thomas lo construyó usando un pesado chasis de acero, sobre el que montó un motor Liberty L-12, un V12 de 27 litros de cubicaje, construido para su uso en aviación. Un excedente de 450 CV de la Primera Guerra Mundial, que encontró su hueco en el coche, acoplado a la caja de cambios y la transmisión por cadena de un ya entonces veterano Blitzen Benz de preguerra. Zborowski apenas pudo disfrutar el coche, ya que murió en 1924 en el trazado italiano de Monza, en un trágico accidente en carrera.

En los años 20, se podían encontrar abundantes motores de avión sin estrenar, excedentes de la Primera Guerra Mundial.

John-Parry Thomas compró a los herederos de Zborowski el «Chitty 4», por un precio de 125 libras, entonces una suma nada desdeñable de dinero. Durante dos años reconstruyó su mecánica, con el objetivo de extraer más potencia de aquél enorme y pesado V12. Le instaló un juego de carburadores Zenith y construyó un sistema de escape artesanal, así como un primitivo carenado, que a duras penas cubría motor, transmisión por cadena y ruedas. Por aquél entonces no existían ordenadores o túneles de viento.

Apodó al coche «BABS», diminutivo de Barbara, siguiendo la tradición de poner nombres de mujer a los coches de carreras. En 1925, se hizo a la playa de Pendine – una larguísima playa al sur de Gales, entonces escenario habitual de récords de velocidad – con el objetivo de batir el récord mundial de velocidad sobre tierra. En un año batió 12 récords, y en dos ocasiones fue la persona más rápida del planeta. Pero sus récords eran efímeros, y eran superados en cuestión de semanas por otros corredores.

El 3 de marzo de 1927, Thomas estaba enfermo y el clima no era el mejor, pero con todo, trató de batir una vez más su marca previa.

Para enero de 1927 BABS ya había rodado a 288,44 km/h, sobre ruedas más propias de una bicicleta, usando una cadena para transmitir la potencia al tren trasero, y sin frenos delanteros. John-Parry Thomas tenía una especial rivalidad con Sir Malcolm Campbell y Henry Seagrave, que dedicaron buena parte de su vida a batir récords de velocidad sobre tierra. Thomas sabía que Seagrave iba a intentar romper la barrera de las 200 millas por hora en Florida, y una vez más, se lanzó a las arenas para revalidar su récord.

El 3 de marzo de 1927, Thomas corría a toda velocidad por Pendine, cuando su coche sufrió una deriva, posiblemente causada por una racha de viento. BABS volcó, y cuando los primeros auxilios llegaron al coche, se encontraron una escena dantesca. Una de las ruedas se había desprendido del coche, y al volcar, el carenado había decapitado parcialmente a Thomas. El coche estaba en llamas, y los allí presentes tuvieron que romper las piernas del cadáver para evitar que fuese pasto de las llamas.

A pesar de haber pasado 42 años enterrado en una arena húmeda y muy salada, el estado del coche era sorprendentemente bueno.

La historia podría terminar aquí, pero no es el caso. Thomas fue enterrado en su Surrey natal, y en vez de ser desguazado o reparado, el coche fue enterrado en un agujero excavado en la arena en Pendine. 42 años después, en 1969, sólo los más viejos del lugar se acordaban de aquél accidente. Siguiendo testimonios fotográficos y tirando de hemeroteca, Owen Wyn Owen, restaurador de coches clásicos e ingeniero, dio con el paradero de BABS. ¿Su idea? Desenterrarlo y devolverlo a su estado original. Como lo oyes.

Tras obtener el permiso de los herederos y del ejército británico – al que pertenecía entonces la zona donde el coche había sido enterrado – Owen comenzó su labor arqueológica. A pesar de los años de humedad y ambiente salino, el coche estaba relativamente entero. La restauración del coche demoró la friolera de 15 años, y fue posible gracias al relativo buen estado de los restos del coche. El carenado fue construido de nuevo, y muchas piezas fueron reconstruidas usando como punto de partida piezas originales.

Wyn Thomas tardó dos años en localizar a un familiar de Thomas, que autorizase la extracción del coche de su prisión de arena.

La restauración del propulsor fue larga y tediosa, pero exitosa. Tras multitud de pruebas y constantes ajustes, BABS volvía a la vida, y el propio Owen volvía a pilotarlo en las Pendine Sands de Gales. El coche es ahora uno de los principales atractivos del Pendine Sands Museum – donde pasa los veranos – y el Brooklands Museum – donde pasa las temporadas de invierno. Tras el fallecimiento de Wyn Owen, es su hijo Gerraint el que se encarga de pilotarlo, y el mismo que ha subido a Goodwood con el coche este año.

Una impresionante historia, que mantiene vivo el legado de Thomas, y que honra enormemente a Owen. El vídeo de su ascenso a Goodwood quita el hipo: el coche escupe fuego y humo, rodando a escape libre y un ritmo en absoluto lento. Así es como John-Parry Thomas querría que se hubiera conducido el coche.

Fuentes: Parry-Thomas | Greg Wapling

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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