A pesar de la, cada vez más extensa, presencia de los coches eléctricos, existe una alternativa a la gasolina y el diésel que puede ser la salvación para los motores de combustión: el biocombustible. No es la primera vez que os hablamos de ellos, pero sí de un ejemplo con los ingredientes más pintorescos: vino y queso. Y el modelo que se impulsa gracias a ellos es de lo más ‘royal’.
Corría el año 1969 cuando la Reina de Inglaterra regaló a su hijo, el Príncipe Carlos, un Aston Martin DB6 Volante Serie II con motivo de su 21º cumpleaños. Un modelo que, impulsado por su motor de seis cilindros en línea de 4.0 litros y 282 CV, ha sido uno de sus coches habituales en las últimas décadas. Eso sí, de un tiempo a esta parte no utiliza un carburante tradicional: funciona con un biocombustible hecho con los excedentes de un vino blanco inglés (Chapel Down) y el suero que se extrae al fabricar queso (concretamente la variedad Stilton).
El biocombustible del Aston Martin del Príncipe Carlos está producido por Green Fuels, una compañía con sede en Gloucestershire. Trabajó con RS Williams Ltd, una empresa especializada en la restauración de modelos de la marca británica, para convertir el DB6 y que pudiera funcionar con este biocombustible compuesto por un 15% de gasolina 95 y un 85% de bioetanol, que se fabrica con los azúcares fermentados del vino y del suero.
Las ventajas del biocombustible
Convertir un modelo moderno para que funcione con este combustible es más fácil que hacerlo en un Aston Martin DB6, que necesitó una nueva línea de combustible y una serie de ajustes en la sincronización del motor para que funcionase sin problemas. En cualquier caso, el proceso es más barato que sustituir el motor de combustión por uno completamente eléctrico para reducir al máximo las emisiones.
Y es que, entre los beneficios asociados a este biocombustible de vino y queso, están sus emisiones: son más limpias y si, como es el caso, se fabrican con subproductos de otras industrias los beneficios ambientales aumentan. Según su propio dueño, el Aston Martin DB6 “funciona mejor y es más potente”. A esto hay que añadir que suele ser más barato que la gasolina tradicional, pero es (muy) complicado encontrarlo en los surtidores de las estaciones de servicio. La independencia del petróleo tenía que tener algún coste.
La cara B
Sí, el biocombustible fabricado a partir del excedente del vino y del suero sobrante del queso tiene una cara B. Los expertos creen que el Aston Martin DB6 del Príncipe Carlos es un caso aislado y no escalable. La organización europea Transport & Environment (T&E) apuntó, en su momento, que “no debe confundirse con una solución seria para descarbonizar los vehículos”.
Es, por lo tanto, adecuada para un uso de bajo volumen porque su producción a gran escala no ayudaría a mitigar el efecto de los coches en el cambio climático ya que es necesario contar con cultivos específicos y extensivos: la caña de azúcar, por ejemplo, tiene una elevada densidad energética para producir suficiente etanol, pero requiere mucha tierra para crecer. Esta reducción de emisiones tendría, según T&E, un nefasto impacto en el medio ambiente.