Lo que cambian las cosas en un año, como dirían los chicos de Carolina Durante. Hace algo más de un año nos hicimos eco de un coche muy peculiar, que ponía a la venta el concesionario británico SuperVettura. Un concesionario de Koenigsegg, especializado en coches de altísima gama y gran exclusividad. El coche en cuestión era un BMW 325ix E30 del año 1987, cuya peculiaridad era que solamente tenía 508 km en su odómetro. Nunca había sido matriculado, era una auténtica cápsula temporal. Y su precio estaba inflado en exceso: un año después, llegan las rebajas.
Repasemos un poco las características de este coche. Se trata del primer coche de tracción integral producido por BMW, y en este caso, estamos hablando de un Serie 3 con carrocería de cuatro puertas, menos deseable que una versión coupé. Su motor de 2,5 litros y seis cilindros en línea desarrolla 170 CV, que canaliza a las cuatro ruedas a través de una caja de cambios manual. En su momento era un coche rápido, haciendo el 0 a 100 km/h en unos 9 segundos, ayudado por un peso muy contenido. Una berlina dinámica y prestacional, pero sencilla.
BMW Serie 3
A nivel de equipamiento, esta unidad en cuestión es muy espartana. En línea con muchos coches adquiridos en el mercado alemán, se priorizaba motor y tren de rodaje frente a equipamiento interior. La unidad lleva llantas de chapa de 14 pulgadas con tapacubos, su tapicería es de tela, y ni siquiera tiene elevalunas eléctricos delanteros. No lleva ordenador de a bordo, volante de cuero o pomo del cambio en cuero. Pese a ser un gran coche, en su momento estaba «pelado». Lo que lo diferencia de otros coches coetáneos, es que nunca se llegó a matricular.
Pese a ello, el coche ha sido mantenido y se han cambiado sus fluidos. Incluso se han movido sus neumáticos – que son la monta original – para que no se deformasen. El año pasado SuperVettura pedía la friolera de 60.000 libras por la unidad en cuestión. Parece que los tiempos han cambiado y no ha habido suficiente interés en el coche: el precio se ha reducido hasta las 48.000 libras esterlinas, una reducción de precio del 20% con respecto al precio original. Y es que el valor intrínseco del coche no es tal: su precio solo lo justifica su nulo kilometraje.
Seamos francos, si alguien compra este coche – solo el museo de BMW o algún coleccionista muy caprichoso podría adquirirlo a ese precio – no lo va a conducir. Por miedo a que pierda su valor. Su destino es seguir siendo una cápsula temporal, ya que el coche no es lo suficientemente especial en sí para que su valor se mantenga de otra forma. Solo el mercado dirá si sigue justificado pagar el equivalente a casi 55.000 euros por un coche que nunca podrás usar.
