Corría en año 2011 cuando BMW nos dejó a todos con la boca abierta al presentarse en el Concorso d’Eleganza Villa d’Este con el 328 Hommage, un concept roadster que rendía tributo al mítico BMW 328 en su 75 aniversario, y vendría a ser una reinterpretación de como los diseñadores del original (Fritz Fiedler y Rudolf Schleicher) lo hubiesen construido hoy día.
En busca de la ligereza extrema 75 años después
Ya en el 328 original los ingenieros de BMW persiguieron esa búsqueda por reducir el peso del conjunto al mínimo posible, con el empleo de materiales como aleaciones de aluminio y magnesio, lo que le permitió alcanzar 780 kg sobre la báscula, y lo más importante de todo, un magnífico palmarés en competición con victorias como la alcanzada en la Mille Miglia. Así, este 328 Hommage del 2011 no podría ser menos, por lo que cuenta con una estructura y carrocería en fibra de carbono con refuerzos plásticos (CFRP), tecnología punta aún hoy en el campo de los materiales compuestos.
En cuanto al propulsor que usaron los bávaros en este concept sólo ha trascendido que se trata de un seis cilindros en línea y tres litros asociado a una caja de cambios manual, la arquitectura más tradicional de la marca. Así, y teniendo en cuanta la gama de motores de la época, y que tratándose de un homenaje a un clásico el uso de sobrealimentación sería casi un sacrilegio, lo más probable es que cuente con el 3.0 litros con 258 CV o 272 CV, dependiendo de si han optado por la versión con inyección indirecta o directa.
Guiños al pasado en cada uno de los detalles
Sin embargo, lo más espectacular y característico de este BMW 328 Hommage es su diseño, como Adrian van Hooydonk supo captar en los detalles la esencia del 328 original unidos a esa impronta de la competición y trasladarlos a este concept. Así pues, nos encontramos con un roadster con formas y líneas rectas muy marcas, con dos prominentes jorobas traseras aerodinámicas y la que es una de sus principales seña de identidad, la gran parrilla en forma de doble riñón con orientación vertical, igual que el 328 original y demás modelos clásicos, y que parece emanar del interior del vano motor.
Si seguimos con esos detalles y guiños al pasado, tenemos unos faros delanteros con la características cruz de cinta adhesiva negra, así como unos cierres de seguridad de carreras en el capó o las correas en piel de alta calidad, sin olvidar el gancho de remolque en color rojo al frente. Pero eso no es todo en este sentido, sino que también posee un pequeño parabrisas sin marco, al estilo de los coches de competición de los años 30 y 40, además de cinturones de seguridad de 4 puntos y hasta dos cronómetros dispuestos frente al copiloto para que cumpla su labor en los tramos cronometrados, sin olvidar las llantas cóncavas, casi lenticulares, con una monotuerca central que emula a las clásicas de radios.
Finalmente, cabe destacar otras soluciones ya vistas a lo largo de los modelos de la firma de Múnich, como el hecho de no contar con puertas, algo que recuerda al BMW Z1 cuando circulaba con las puertas bajadas, pues la apertura de estas era vertical, al igual que una ventanilla, el interior clarísimamente orientado al conductor, de hecho, existen dos zonas bien diferenciadas, o las ópticas traseras en forma de L, un rasgo característico de BMW desde que lo estrenase el Serie 7 E32 (1986) de Claus Luthe seguido del Serie 5 E34 (1987).