Cada vez son más las voces que piden a la Unión Europea un cambio legislativo, primero, apostar por una normativa que apriete pero no ahogue a la industria del automóvil continental. Y, segundo, un plan coherente que impulse el coche eléctrico. Y es que las ventas de coches eléctricos no están creciendo lo suficiente como para cumplir con los objetivos establecidos.
Seguimos sin escoger y comprar coches eléctricos
Oliver Zipse, CEO de BMW, apuntaba que «es esencial una revisión integral de la normativa de emisiones de CO2 de flota», una legislación europea que requiere una reducción progresiva de la media de emisiones de CO2 de los coches vendidos en la Unión Europea. Y una norma cuyo cumplimiento implicará importantes dificultades para muchos fabricantes, cuyas ventas de vehículos eléctricos, que son clave para que el cálculo medio de emisiones de CO2 entre dentro de los objetivos, no están avanzando al ritmo que habían planificado inicialmente.
La no revisión de la norma implicará que muchos fabricantes estarán sujetos a sanciones de 95 euros por gramo de CO2 medio excedido y por coche vendido. Un elevado coste que penaliza la venta de vehículos con motor de combustión interna y que, sin lugar a dudas, se acabará repercutiendo al cliente.
BMW cumple, pero es la excepción
Zipse asegura que BMW ha conseguido reducir las emisiones de CO2 de sus ventas un 20% por debajo del objetivo marcado por la Unión Europea para 2023 (Automotive News). También que están en disposición de cumplir con los objetivos para 2025, en tanto sus ventas de eléctricos seguirán creciendo a lo largo de este y el próximo año. En 2030, el Grupo BMW espera que la mitad de sus ventas en todo el mundo sean de vehículos eléctricos de baterías y que esa cuota en Europa probablemente sea mayor.
Definitivamente, los compromisos de reducción de emisiones de CO2 impuestos por la Unión Europea no parece que vayan a ser un problema demasiado grave para las premium europeas, que por su perfil de cliente, y por supuesto su oferta de productos, van a conseguir que la cuota de eléctricos en sus ventas sea superior a la media.
Zipse, en cualquier caso, envía un aviso a navegantes, apuntando que «a finales de 2025 el mundo se dará cuenta de que no era tan sencillo», «para entonces, la presión sobre la industria del automóvil en Europa será significativa». Zipse denuncia que «no se ha tenido en cuenta la decisión libre de millones de clientes».
La industria del automóvil en Europa advierte del riesgo
Las declaraciones de Oliver Zipse se unen a las de Oliver Blume, CEO del Grupo Volkswagen, que advertía que «las condiciones para la transición al eléctrico» no son las que se habían estimado a la hora de planificar los objetivos de reducción de emisiones de CO2 y que, por lo tanto, «no tiene ningún sentido que la industria tenga que pagar multas».
Estos días trascendía que Fiat podría estar planteándose un movimiento poco común, el de transformar en híbrido al 500e, un coche inicialmente desarrollado para ser única y exclusivamente eléctrico.
También conocíamos la carta de Luca de Meo, CEO del Grupo Renault, que proponía diferentes acciones a la Unión Europea para promover el coche eléctrico en los países que, como España, vamos más rezagados en la transición al eléctrico, así como iniciativas «estilo Airbus» que impliquen asociación pública y privada a gran escala.