Cuando se trata el tema del coche eléctrico y su implantación en el mercado, se suele mirar hacia Noruega. El país nórdico es el hogar de aproximadamente uno de cada cinco coches eléctricos que circulan actualmente por las carreteras europeas. Aunque a día de hoy el parque automovilístico noruego sigue teniendo mayoría de coches de combustión interna, este país es un buen ejemplo de cómo implantar la electrificación en los coches privados: la inmensa de coches nuevos vendidos el pasado año en Noruega estaban electrificados, cuando hace apenas seis años los diésel copaban el 75% de las ventas. ¿Cómo se explica un cambio tan brutal?
Noruega: donde los híbridos son mayoría, y los Tesla de los coches más vendidos
Si hay un lugar donde los Tesla Model S y los Model X dejaron de ser exóticos, ese es Noruega. Allí ver circular los coches de Tesla, o los Volkswagen e-Golf, Nissan LEAF y BMW i3 forma parte del entorno automovilístico de una forma tan natural como pueda serlo ver los de combustión interna tradicionales. No en vano, los dos modelos más vendidos el pasado diciembre fueron el Model X y el Model S, y la inmensa mayoría de los coches nuevos que se venden actualmente en Noruega (ver tabla inferior) están electrificados en menor o mayor medida. Concretamente un 39,2% del total de 158.650 coches matriculados durante 2017 son híbridos enchufables (29.236) o eléctricos (33.025), con ambos tipos logrando aumentos muy notables respecto al año anterior (+43,9% y +36,4%, respectivamente).
La cuotas de mercado para los catalogados como cero emisiones (eléctricos puros más coches de hidrógeno) ascendió del 15,7% en 2016 al 20,9% el año pasado, más de cinco puntos porcentuales. Dicho de otra manera: el último año, uno de cada cinco coches vendidos nuevos en Noruega era puramente eléctrico. Si ahora tenemos en cuenta todos los tipos de híbridos (no sólo los enchufables) la cuota de mercado para los coches electrificados asciende hasta un impresionante 70,6% del total. Las anteriores son todas cifras muy superiores a cualquier otro país, no sólo proporcionalmente sino también en términos absolutos: Noruega encabeza el listado de vehículos eléctricos per capita y se sitúa solamente por detrás de China (con una población 263 veces mayor), Estados Unidos y Japón en número total. Pero evidentemente esto no siempre fue así.
Y es que si las cifras anteriores sorprenden, no lo hace menos el saber que hace sólo seis años, en 2011, los híbridos representaban el 2,82% del total y los eléctricos un testimonial 1,44%. En aquel año no sólo reinaron imperiosamente los diésel, sino que marcaron un récord histórico en Noruega copando el 75,7% del mercado. La situación ha revertido por completo y el año pasado los diésel apenas supusieron el 23,1 por ciento de nuevas matriculaciones, mientras que los estrictamente gasolina alcanzaron el 24,7 por ciento. ¿Qué ha ocurrido para una reducción tan drástica?
El máximo exponente de los incentivos a la compra del vehículo electrificado
Noruega se propuso años atrás unos objetivos que tienen que ver con las emisiones contaminantes en relación a su parque automovilístico. Uno de esos objetivos era reducir la media de CO2 de los coches nuevos hasta los 85 g/km para el año 2020 (en el año del récord diésel estaban en 131 g/km). Y aquí hay buenas noticias, porque gracias al importante número de eléctricos e híbridos, el año pasado la media se consiguió dejar en 82 g/km. Además, Noruega pretende ser pionera en la prohibición de coches propulsados únicamente con motor de combustión, algo que quiere eliminar para el 2025.
El país noruego se ha tomado muy en serio esta transición hacia un parque automovilístico más respetuoso con la atmósfera, y por eso los estímulos para la adquisición de híbridos y eléctricos son de lo más generosos. Aparte de una infraestructura de recarga que no para de crecer, este tipo de vehículos cuenta con ventajas como la reducción o exención en los peajes y en las tarifas de aparcamiento regulado de muchas ciudades, además de poder circular por el carril bus y librarse de pagar impuestos de importación. Pero sin duda el mayor aliciente es la exención del IVA, que en Noruega es del 25%, al menos hasta el año 2020 y que deja el precio de estos coches a la altura, si no más baratos en algunos casos, que homólogos de combustión interna. Unos incentivos que las arcas públicas de Noruega se pueden permitir gracias en buena parte, y paradójicamente, a la explotación de sus yacimientos de petróleo, pero que no durarán para siempre.
Fuente: OFVAS | SSB | The Guardian | Transport&Environment
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