Hace 20 años, los volantes para simulación no se anclaban a la mesa. Se sujetaban con unas ventosas… y a conducir. El paso de los años ha llevado el mundo de la simulación al extremo. Ya podemos montar un simulador en casa, ya sea lo más sencillo frente al escritorio o un auténtico cockpit.
Pero algunos lo llevan todavía un poco más allá añadiendo mejoras como los bodyshakers y buttkickers, una especie de altavoces que en lugar de emitir sonido, emiten únicamente vibraciones.
Recogen determinada información de la telemetría del simulador para generar esas vibraciones a través de un amplificador y trasladarlas a nuestro cuerpo.
Los bodyshakers van adheridos al asiento del cockpit, y transmiten las vibraciones del motor, el cambio de marchas, los baches de la carretera e incluso cuando los neumáticos empiezan a patinar.
Aunque no lo parezca, unos buenos bodyshakers en nuestro simulador permiten rodar más rápido, ya que las vibraciones transmitidas al cuerpo aceleran nuestra percepción de lo que está haciendo el coche.
Es mucho mejor que estén adheridos al asiento para percibir perfectamente todas las vibraciones. En el caso de estar sujetos a la estructura del cockpit, las vibraciones quedan repartidas por toda la estructura y ya no se perciben igual.
Los bodyshakers y buttkickers hacen bastante ruido y a veces no sólo en la habitación donde tengamos el simulador, sino en el piso del vecino. Al tratarse de vibraciones de muy baja frecuencia, depende de la superficie podemos enviar las vibraciones a habitaciones colindantes.
Puedes encontrar en el mercado muchos bodyshakers ya montados y listos para funcionar a partir de los 300€ o también puedes montarlos por tu cuenta comprando los componentes por separado. En páginas como Simracingcoach encontrarás mucha información y opciones sobre precios y soluciones más adecuadas para tu cockpit.
Cuestión aparte son los simuladores que incorporan movimiento y que, aunque parezca que son lo más en cuanto a simulación, sólo en algunos casos pueden mejorar la experiencia, pero la estropean en muchos otros.
Por ejemplo, la simulación de la suspensión, mediante actuadores que suben y bajan nuestro backet, pueden ayudar a aumentar las sensaciones. Pero en el caso de los que mueven todo nuestro cuerpo intentando emular las fuerzas G, la experiencia no es real. El desfase entre lo que sucede en el simulador y el movimiento que experimentas desvirtua completamente la simulación, al menos la simulación racing.