Cuando queremos apagar un fuego lo primero que nos viene a la mente es echar agua, elemento que, por naturaleza, es el peor enemigo de este. Y aunque bien es cierto que a lo largo de la historia se han desarrollado otros sistemas más eficaces para ya no solo evitar que un fuego se avive sino también extinguirlo, resulta tan irónico como peligroso que una botella de agua pueda causar un devastador incendio en nuestro coche.
Así lo deja patente el cuerpo de bomberos de Midwest City, Oklahoma, quienes provocan que un papel comience a arder después de que los rayos de sol incidan sobre el mismo atravesando una botella de agua. Y aunque bien es cierto que las circunstancias han de ser muy concretas, no es imposible que esto suceda, y menos en los meses de calor.
Una inofensiva botella de agua puede causar un gran incendio
Pero, ¿cómo es esto posible? Todo se debe al conocido como efecto lupa, el cual se origina cuando los rayos del sol atraviesan un vidrio -aunque también plásticos, como es el caso-. Así, el elemento en cuestión actúa como embudo solar canalizando la energía y el calor que, en caso de estar en contacto con un elemento inflamable, pueden producirse auténticos estragos.
De esta manera, si dejamos una botella de agua sobre un asiento, por ejemplo, -algo muy habitual durante el verano- y esta recibe directamente los rayos del sol durante un periodo de tiempo considerable, puede hacer que el propio asiento empiece a arder. De darse el caso, el resto del habitáculo podría prenderse rápidamente y hacer que el coche entero se incendie.
Pero el riesgo de incendio no es el único problema que acarrea dejar una botella de agua en el habitáculo. Y es que podemos toparnos con el también devastador efecto elefante, que se produce cuando, por medio de una fuerte deceleración o accidente, salen despedidos los objetos sueltos en el habitáculo, ocasionando fuertes impactos en los ocupantes que pueden derivar en heridas mortales.
A su vez, el hecho de dejar una botella de agua al sol es sinónimo de que la temperatura va a aumentar. Y es que puede resultar relativamente sencillo que el agua alcance los 50 grados y, en caso de beberla, puede provocar algún problema de salud pese a que en cuanto notemos lo caliente que está no sigamos ingiriéndola.