Alfombra de pelo, sillones de vinilo, nevera en el salpicadero, una sola puerta y el motor eterno del Volkswagen Escarabajo. Con estas pinceladas te presento al Brubaker Box, una sport van con la que podías viajar de playa en playa buscando las mejores olas (o chiringuitos).
La furgoneta camper con mejor estilo
Este vehículo del que jamás oíste hablar es el resultado de un equipo apasionado que logró plantar sobre el reducido espacio del chasis de un Volkswagen Beetle, una furgoneta de aspecto trasgresor, conservando el motor bóxer original de 4 cilindros y 1.6l que era tan fiable y sencillo de reparar. Mira todos los detalles de este increíble vehículo en las fotos de la galería.
Volkswagen Beetle
En ella podías viajar dando el cante gracias a su aspecto exterior en el que, a parte de un anguloso y futurista diseño, destacaban unos paragolpes prominentes de madera maciza. Algo no muy común, pero que tiene su razón de ser. Eran los años 70 y las furgonetas estaban de moda gracias al aire de libertad que imprimían sobre su dueño, que se podía convertir en el equivalente al vaquero solitario que cabalga de aventura en aventura. Vamos a descubrir la historia de esta formidable furgo deportiva.
Una furgo Volkswagen diferente
Tomando la base del Escarabajo, Curtis Brubaker, junto a Todd Gerstenberger y Harry Wykes diseñaron en 1972 un kit de aspecto futurista con un frontal y trasera inclinada, techo desmontable y una sola puerta corredera en el lado del pasajero. Todo se ideó para encajar perfectamente en el chasis desnudo de un Volkswagen Type I.
En el Salón Internacional del Automóvil de Los Ángeles, el Brubaker Box causó sensación. Esto llevó a Curtis a sacar su sport van, no como un kit car, sino como un coche completo. Cosa que pudo empezar a hacer gracias a 160.000 dólares que había sacado de unos inversores.
Pero nada iba a ser tan sencillo. Volkswagen se negó a la hora de proporcionarle los chasis desnudos sobre los que hacer su creación. Así se vieron obligados a comprar los Beetle nuevos en concesionario, desmontar todo lo que no hacía falta, venderlo para recuperar algo de dinero y montar las partes que ellos habían desarrollado.
El origen del Brubaker Box
Corrían los años 70 y un tipo llamado Curtis Brubaker decidió subirse a la ola del fenómeno de las furgos que había empezado en los 60 con las Volkswagen Transporter.
Curtis estudió en el prestigioso Art Center de Los Ángeles. Trabajó en el desarrollo de importantes jet privados como el Lear Jet. También diseñó interiores para los Cadillac y algunos prototipos de General Motors.
No obstante y pese apuntar a una gran carrera dentro de grandes empresas, decidió regresar a California para abrir su propio estudio de diseño con la idea de trabajar de manera independiente para las demás marcas. Ahora se entiende por qué se dio cuenta del fenómeno furgo. Las de Volkswagen estaban por todas partes con surferos yendo de una playa a otra buscando la mejor ola.
¿De qué está hecho el Brubaker Box?
El coche tenía que ser barato para resultar atractivo a la creciente comunidad de surfistas californianos, por lo que se reaprovechó todo lo posible de las piezas del Beetle original. Esta es la razón de esos llamativos paragolpes de madera, eran más baratos que el acero. También sería clave el uso de piezas que ya existen en otros modelos. Es decir, fabricar desde cero lo menos posible.
Por ejemplo, los asientos eran de Ford, los faros traseros de una camioneta Datsun, el cristal trasero de un Chevrolet El Camino y el delantero de un AMC.
Curtis diseñó un total de 13 paneles fabricados en fibra de vidrio montados en un chasis rígido de tubo de acero que se anclaba al chasis del Escarabajo. Al adelantar la posición del parabrisas delantero y retrasar la del trasero, el espacio interior ganado era considerable. De todos modos, el coche era muy bajito como se puede ver en la foto de Crutis posando junto a su creación (solo 134cm).
Peculiaridades del Brubaker Box
Al tener una única puerta corredera en el lado del copiloto, algunos de los controles del coche se instalaron en el lado de la puerta del conductor.
La parte delantera contaba con dos asientos y la trasera con un sillón corrido donde los pasajeros podían ir sentados o tumbados a placer (cosa impensable hoy día). El techo se podía retirar para disfrutar del cielo estrellado nocturno durante cualquier pernocta.
La unidad de las fotos (cortesía de los amigos de Carscoops) que se vendió en Ebay por unos 63.000 dolares hace unos años es la única que se conoce con nevera integrada en el salpicadero.
Final del Brubaker Box
Lo de tener que comprar los Beetle nuevos, desmontar sus partes y volver a montar las nuevas resultó más limitante de lo esperado, encareciendo todo el proceso. Eso llevó a producir solamente 3 unidades en 1972, justo antes de cerrar la empresa por no conseguir nuevos inversores que afrontasen el contratiempo.
Mike Hansen, uno de los inversores iniciales, se quedó con los moldes de fabricación y llegó a construir otras 50 unidades bajo el nombre de Automecca Roamer Sports Van. Según habladurías, solo unos 10 ejemplares sobrevivieron al paso del tiempo.
O más bien fueron rescatados como el que ocupa este artículo, que fue encontrado cocido bajo el sol en el desierto de California. Por suerte, alguien con ganas de hacer las cosas bien decidió darle la segunda vida que merece restaurando todo en las condiciones más originales posibles.