Para evitar averías, y ver reducida su durabilidad drásticamente, un motor ha de recibir la lubricación adecuada en todo tipo de condiciones, en todo tipo de escenarios y en todo tipo de situaciones. En el caso de un superdeportivo, como el Bugatti Chiron, ese aspecto es aún más importante, en tanto su naturaleza deportiva, y sus prestaciones, lo obligarán a verse sometido a las condiciones más inclementes para un motor, frenadas de infarto, intensas aceleraciones, curvas al límite. De ahí que su sistema de lubricación y refrigeración deba estar a la altura en todo momento y asegurarse de que todo funciona tal y como debería. Esa es la razón por la cual Bugatti somete a los motores y las suspensiones del Bugatti Chiron a auténticas torturas, simulando incluso vueltas rápidas a fondo en Nürburgring sin salir de un laboratorio. Pero como veremos a continuación, ni estas prácticas son únicas de Bugatti, ni son tan raras en cualquier fabricante.
Precisamente ese aspecto será el que marque la diferencia, puesto que los fabricantes de automóviles, desde el que desarrolla un Volkswagen Polo, o un Ford Fiesta, hasta el que trabaja en uno de los deportivos más rápidos sobre la faz de la Tierra, el Bugatti Chiron, intentan aplicar auténticas torturas a sus creaciones con un único fin, asegurarse que de existir algún problema este se producirá antes de que sea demasiado tarde. Y existen todo tipo de pruebas, desde sistemas que exprimen al máximo el motor durante jornadas incesantes o incluso lo enfrentan a un desgaste acelerado – como emular el recorrido de cientos de miles de kilómetros en un tiempo que, de otra forma, no hubiera sido posible en condiciones reales – hasta sistemas que abren y cierran puertas para asegurar que con el paso de los años estas seguirán estando perfectamente ajustadas.
Las pruebas del Bugatti Chiron, en cualquier caso, no dejan de ser curiosas. Sobre todo el banco de pruebas del motor en el que este no solo ha de mantenerse en pleno funcionamiento emulando vueltas rápidas a Nürburgring, sino también sufrir las fuerzas transversales y longitudinales que debería afrontar en una vuelta real.
Como contaban en Jalopnik, tiene toda la lógica del mundo que los fabricantes intenten aprovechar al máximo estos bancos de pruebas y complementar, sin sustituir, a las pruebas de campo, a vueltas rápidas en circuito y la puesta a punto de sus probadores. Imaginaos que destrozar el motor de un Bugatti Chiron no es barato, y aún lo es menos los quebraderos de cabeza que te puede generar un accidente o una avería importante mientras pones a prueba tu coche, ya sea en Nürburgring, o en Sierra Nevada.
En estos vídeos publicados por James Mills, del Sunday Times, en Twitter, también vemos el trabajo de un banco de pruebas en el que se exprimen las suspensiones.
Porsche también ha empleado sistemas similares, que también emulan el rodaje en Nürburgring.
El año pasado ya os hablábamos, por ejemplo, de las 8 torturas a las que sometieron al Nissan Qashqai antes de su lanzamiento. Torturas que, insistimos, no son únicas del Bugatti Chiron, ni del Nissan Qashqai. Y que van desde forzar a un coche y a un motor a recorrer cientos de miles de kilómetros, hasta emplear robots que abren y cierran las puertas 1,2 millones de veces y el capó 48.000 veces. Torturas como activar el limpiaparabrisas durante 480 horas ininterrumpidas o accionar los intermitentes laterales 2,25 millones de veces. Torturas como abrir y cerrar las ventanillas mientras proyectas ceniza de volcán, lanzar objetos con el peso de un oso pardo contra las lunas, o mantener los altavoces al máximo volumen con la música de Mariah Carey, drum&bass y trance alemán.
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