El Cadillac Escalade fue uno de los primeros SUV de lujo del mercado. El heredero de la tradición de Cadillac de décadas en el segmento premium del peculiar mercado estadounidense. El Escalade nunca buscó ser el más rápido ni el más dinámico, pero triunfó con una imagen imponente y el confort del pasaje por bandera. Es el coche más importante para Cadillac y su nueva generación es la primera línea de defensa de Cadillac ante la nueva generación de todocaminos de lujo asiáticos y europeos. No tiene miedo a un Bentley Bentayga, y tampoco a un Mercedes GLS.
Su diseño es sencillamente imponente. No tanto como su anterior generación – cuyo frontal era digno de una locomotora a vapor – pero aún con todo, manteniendo una presencia muy destacada. Las barras cromadas de su calandra son horizontales y a ambos lados, sus ópticas parecen minúsculas en comparación. Sus llantas tienen 22 pulgadas en su especificación de serie. Su zaga resulta igualmente monolítica, con enormes ópticas en posición vertical, dos grandes colas de escape cromadas y un pilar C muy llamativo. Con todo, aún tiene bastante superficie acristalada.
Pero es sin duda el interior del coche donde más cambios hay. Lo más llamativo es que tanto la instrumentación como el sistema de infotainment se han fundido en una única pantalla curva de nada menos que 38 pulgadas y tecnología OLED. Tan grande como una televisión doméstica, y con la misma densidad de píxeles que una pantalla con resolución 4K. En esta pantalla se muestra toda la información relativa a la conducción y el manejo del vehículo, contando con un asistente por voz, navegación mediante realidad aumentada e incluso visión nocturna mediante infrarrojos.
El interior del coche es lujoso a más no poder y está rematado con materiales de primer nivel. Piel vuelta, cuero de alta calidad, madera natural, inserciones metálicas… combinadas de forma elegante y moderna. Podría haber sido un interior ostentoso y macarra, pero resulta tecnológico e incluso minimalista. El interior cuenta con seis plazas amplias y muy reales, en las que seis adultos y su equipaje viajarán con toda comodidad. En la versión estándar, el maletero aún cubica 722 litros de volumen con sus tres filas en posición. Es un coche enorme.
Los sillones de la segunda fila son de control eléctrico e incluso disfrutan de pantallas de 10″ y un equipo propio de infotainment. Un equipo de sonido AKG – conocido especialista de audio, que desembarca por primera vez en el sector del automóvil – ofrece una calidad de sonido de primer nivel: tiene 36 altavoces, tres amplificadores y un sonido surround con calidad de estudio de grabación. Para que desde delante escuchemos correcta y claramente a todos los pasajeros, varios micrófonos recogen la voz de las filas más atrasadas.
A nivel técnico, el coche emplea una suspensión MagneRide magnetoreológica, con posibilidad de equipar una cómoda suspensión de aire. Además, estrena un diferencial autoblocante controlado por electrónica. Sus mecánicas disponibles son un 6.2 V8 atmosférico con 420 CV de potencia, y un nuevo 3.0 DuraMax turbodiésel, de seis cilindros en línea y 277 CV de potencia. El motor ideal para un coche así, tanto por respuesta como por eficiencia: tiene el mismo par que el V8, pero lo entrega a 1.500 rpm, en vez de a las 4.100 rpm del motor de gasolina.
En sus asistencias a la conducción destaca el sistema SuperCruise de conducción semi-autónoma, que muchos posicionan por encima del Autopilot de Tesla: a diferencia de este, vigila la posición de nuestras ojos, y se desactiva si no estamos prestando atención a la carretera. El Cadillac Escalade no se pondrá a la venta en Europa. Quedará relegado a mercados donde las carreteras sean más grandes, el combustible más barato y las normativas ambientales más laxas.