Las ventas de diésel en Europa se sitúan en mínimos históricos. Actualmente, el diésel representa alrededor de una tercera parte de las matriculaciones en Europa, muy por debajo de la cuota del 43,1% que ostentaba el año pasado. Un descenso tan acusado de la cuota del diésel, en un mercado que anualmente introduce más de 15 millones de coches nuevos, tiene consecuencias que no solo afectan a la comercialización de automóviles, sino también a su producción. Bien lo sabe el Grupo Volkswagen, uno de los mayores defensores de la tecnología diésel que ahora mira al futuro en clave eléctrica. Pero hablemos de uno de los efectos que está teniendo la caída de las ventas de los diésel y de cómo ha obligado a Volkswagen a revisar la producción de su motor TSI.
Volkswagen revisa al alza la producción del TSI por la caída del diésel
En 2017 se lanzaba uno de los últimos motores presentados por el Grupo Volkswagen, el 1.5 TSI EVO. Este motor se convertía en el relevo natural del antiguo 1.4 TSI, siendo un bloque avanzado, con tecnologías como desconexión de cilindros. El 1.5 TSI EVO de cuatro cilindros es junto con el 1.0 TSI de tres cilindros el corazón de los motores de gasolina del grueso de la gama de productos de Volkswagen, los de más volumen y, sobre todo, los más compactos.
Inicialmente se había previsto una producción de 500.000 motores al año. Pero el éxito de este motor y, sobre todo, el ocaso del diésel, haría que Volkswagen tuviera que revisar al alza sus previsiones.
¿Qué están adquiriendo los compradores que abandonan el diésel?
No solo es importante que nos preguntemos por qué están cayendo las ventas de los diésel, sino también qué alternativas están escogiendo los compradores en vez del diésel. No parece que los híbridos, y toda suerte de enchufables y eléctricos, estén llevándose las ventas que están perdiendo los diésel.
Los mayores beneficiados de la caída de los diésel están siendo los motores de gasolina. De ahí que Volkswagen decidiera revisar su previsión al alza, e incluso ir mucho más allá de duplicar la capacidad de producir motores TSI. De los 500.000 motores al año previstos inicialmente se pasó a 1.250.000 motores al año, en un proceso que no es ni mucho menos sencillo. Pero eso también tiene consecuencias. Al fabricar y, por lo tanto, comercializar más motores de gasolina, y menos diésel, las emisiones medias de CO2 de las ventas de Volkswagen – y prácticamente de todos los fabricantes – están aumentando.
Y es por eso que Volkswagen, y otros muchos fabricantes europeos que están viéndose afectados por la caída de las ventas de diésel, ya consideran como uno de los mayores riesgos, y uno de los puntos que requerirán más esfuerzos e inversiones, la reducción de emisiones de CO2.