El equipo de frenado de nuestros vehículos es uno de los elementos más esenciales para una conducción segura. Sin embargo, es un sistema muchas veces olvidado, de cuyo funcionamiento solo nos preocupamos cuando el mecánico nos dice que las pastillas están gastadas y toca «aflojar» dinero para cambiarlas. Uno de los elementos más importantes del sistema de frenado es el líquido de frenos. Este fluido es la sangre de nuestros frenos, un fluido que es recomendable cambiar de forma periódica, y que es habitualmente ignorado por muchos conductores.
¿Cuál es la función del líquido de frenos?
El líquido de frenos es la sangre del sistema de frenado. El fluido discurre en un circuito cerrado entre su depósito, la bomba hidráulica de frenado, y las líneas de frenado, las «tuberías» que llevan el fluido a las pinzas de freno. La bomba hidráulica presuriza el sistema y esa presión es la que permite que con una presión modesta del pedal, seamos capaces de detener rápidamente una máquina de 1.500 kilos de peso. Si has conducido un coche sin servofreno entenderás perfectamente de lo que estamos hablando.
En resumen, sin líquido de frenos, no podríamos detener el coche con la eficacia y seguridad con la que lo detenemos. El sistema de frenado transforma la energía cinética del vehículo en calor, a base de fricción. El rozamiento de las pastillas con los discos eleva la temperatura del líquido de frenos de forma rápida y violenta. Si superamos la temperatura de ebullición del líquido de frenos – 230 grados en un DOT 4 – ocurrirá lo que comúnmente se llama «quedarnos sin frenos»: el pedal tendrá un tacto esponjoso y el coche no frenará adecuadamente.
¿Por qué es necesario cambiarlo? ¿Cuándo hay que cambiarlo?
Del líquido de frenos, como has podido comprobar sobre estas líneas, depende la correcta frenada de un vehículo. Estamos acostumbrados de forma ya intuitiva a cambiar el aceite del coche de forma rutinaria, e incluso el grueso de conductores está más o menos familiarizado con el líquido refrigerante. No ocurre lo mismo con el fluido de la dirección asistida o el líquido de frenos. El líquido de frenos es un fluido sometido a presión y estrés constante, y además, tiene el «peligro» añadido de ser un fluido higroscópico a causa de su composición.
Es decir, es un fluido que absorbe la humedad. Aunque los sistemas de frenado son estancos – siempre que no existan fugas, claro está – es inevitable que con el tiempo, el fluido de frenos absorba algo de humedad. Además, si ha estado sometido a un uso exigente, el fluido perderá propiedades y eficacia. En un uso convencional del coche, es recomendable la sustitución del líquido de frenos cada dos años. Si hacemos un uso exigente del coche, es recomendable su sustitución anual. Si lo usamos para trackdays en circuito, incluso antes.
Una forma rápida de comprobar que el fluido necesita un reemplazo – quizá no sepas cuándo fue la última vez que se reemplazó – es echar un ojo a su color. Su depósito suele estar ubicado cerca de la columna de la dirección, o a los lados del capó. Si el color del líquido de frenos es marrón oscuro o incluso negro, es necesario reemplazar el líquido de forma inmediata. Si su color es claro, con tonos dorados – como una cerveza light – el líquido aun está en buen estado aparente.
¿Qué ocurre si no lo cambiamos?
Lo que ocurre es una pérdida de eficacia de frenado. El problema está en que esa pérdida de eficacia es gradual y no se revelará de forma patente hasta que tengamos que hacer una frenada de emergencia y notemos que el coche no frena con la fuerza necesaria. En ese momento, mucho me temo que será demasiado tarde. Además de una pérdida en la fuerza y eficacia de frenada, perderemos tacto de frenada. El pedal de freno tendrá un tacto menos preciso y modulable si el líquido de frenos pide a gritos una sustitución completa.
Es importante cambiar el líquido de frenos de forma adecuada. Es un circuito cerrado, y no debe tener burbujas de aire en su interior. Por ello, el purgado del circuito de frenado es vital – de lo contrario, el coche no frenará adecuadamente y el tacto de frenada será errático. Los talleres tienen herramientas y conocimientos para el correcto purgado. Si vas a cambiar el líquido de frenos por ti mismo, asegúrate de contar con un ayudante que vaya pisando el freno hasta que compruebes la ausencia de aire en el circuito.