Muchos de los aquí presentes somos amantes del mundo del automóvil hasta el punto de que no nos importa «mancharnos las manos» y arremangarnos para ponernos manos a la obra y solucionar algún que otro imprevisto o problema con nuestro coche. Otros, incluso, nos atrevemos a realizar los mantenimientos pertinentes e, incluso, a arreglar alguna avería en caso de que no exceda nuestras capacidades. En cualquier caso, una de las operaciones más habituales es la de cambiar una rueda en caso de que ésta se pinche, una operación que se puede realizar en apenas unos minutos. Y si te digo que es posible cambiar un neumático de un Boeing 747, de un «Jumbo», en apenas 15 minutos…¿cómo te quedas?
Los aviones están más emparentados con el mundo del automóvil de lo que puede parecer e incluso algunos sistemas de seguridad o de confort están íntimamente relacionados con los que equipan los automóviles. Es el caso de los radares, del sistema antibloqueo de frenos o de los sistemas de proyección de información, todos elementos que se instalan en los aviones desde hace décadas.
Los aviones comerciales también utilizan elementos típicos que todos conocemos de nuestros coches: desde combustible fósil hasta sistemas de iluminación o climatización, pasando también por pastillas de freno o, evidentemente, neumáticos. Los neumáticos de un avión no son exactamente iguales a los que utilizamos en nuestros coches: son mucho más resistentes al peso y a la fricción, se inflan con nitrógeno para que no sufran reventones por los cambios de presión y su vida útil es mucho más limitada que la de un neumático de carretera. En el caso concreto que nos ocupa, el de los Boeing 747, los neumáticos tienen una vida útil de aproximadamente 100 ciclos de despegue y aterrizaje. ¿Qué sucede entonces? ¿Es complicado cambiar un neumático de «la reina de los cielos»?
Cambiar un neumático de un 747 es posible en un cuarto de hora
En este caso os traemos la prueba de ello a través de un vídeo publicado por el canal «Captain Joe», dedicado a la divulgación de conocimientos aeronáuticos. En él, vemos como el proceso de sustitución de un neumático de un Boeing 747 (que por cierto, utiliza 18 neumáticos en total) es mucho más rápido de lo que muchos -entre los que me incluyo- podríamos llegar a pensar aunque eso sí, como habrás intuido, las herramientas que se necesitan para llevar a cabo la operación no caben en un maletín tradicional como el que guardas en el trastero…
Tras comprobar que hay que sustituir algún neumático y chequear que el nuevo está inflado a la presión correspondiente (algo más de 15 bares, unas 6 veces la presión media de un neumático de un coche), se utiliza un gato para levantar el tren de aterrizaje correspondiente.
El gato, neumático, hace uso del propio nitrógeno del neumático a sustituir para levantar el tren de aterrizaje, una manera muy útil e inteligente de usar la presión ya existente. Tras haber levantado unos centímetros el tren de aterrizaje (ojo, un 747-8 pesa unas 185 toneladas en vacío, pudiendo superar las 400 en el momento del despegue), tan sólo hay que aflojar una suerte de tapacubos que cubre el buje y el sensor de presión de los neumáticos y, posteriormente desenroscar una enorme tuerca central convenientemente asegurada.
Cada rueda de un Boeing 747 pesa alrededor de 220 kg, asi que se necesitan 2 personas y un carro especial para sacar la rueda y llevarla hasta el dispositivo de transporte. Tras chequear que el sistema de frenos está en orden, no queda más que realizar el proceso inverso y apretar la rueda con una llave dinamométrica a los 25o NM que especifica el fabricante del avión, en este caso Boeing. Se trata de un trámite que los mecánicos más especializados son capaces de llevar a cabo en apenas un cuarto de hora y que sin duda, merece la pena observar.