Podríamos pensar que la moda de las camperizaciones es algo relativamente moderno, ya que su popularidad ha crecido de forma exponencial durante los últimos cinco años. Sin embargo, no es una moda moderna. Durante todo el siglo XX se han construido cientos de miles de autocaravanas y se han adaptado miles y miles de furgonetas a la vida nómada, especialmente en Estados Unidos y Europa Central. El protagonista de hoy es el que se considera la camperización más antigua de la historia, o si lo prefieres, la primera autocaravana. Tiene la friolera de 108 años.
Es del año 1914, y su origen es británico. Uno de los coches más comunes y ubicuos en la época era el «Tin Lizzy», es decir, el icónico Ford Model T+. Su robusta y versátil plataforma se empleaba para todo tipo de transformaciones industriales y comerciales, y fue la base de esta autocaravana primigenia. Su historia es curiosa: fue encargada por la familia Bentall, una adinerada estirpe británica que en su momento hicieron una gran fortuna con galerías comerciales. Encargaron su construcción a una empresa llamada Dunton of Reading.
Esta empresa no construía autocaravanas, pero tenía una excelente reputación en la construcción de caravanas y carros, que en la época eran comunes para comerciantes, feriantes o viajeros. Es por ello que fue construida íntegramente en madera y tiene un aspecto parecido al de un carro tirado por caballos, montado sobre un Ford Model T. Del Model T se conserva sólamente la mecánica y las ruedas, además del volante y parte del tren de rodaje. Teniendo en cuenta que el motor de 2,9 litros del Model T desarrollaba solo 20 CV, no debía ser un vehículo rápido.
De hecho, toda esa madera maciza posiblemente tenía un tremendo peso e impedía al vehículo moverse con rapidez, pero en la época los ritmos eran diferentes. Lo realmente mágico de esta camperización – más allá de su espectacular aspecto cuadriculado – está en su interior. Es como entrar en una cabaña de principios del siglo XX, casi literalmente. El conductor y su acompañante manejan el vehículo desde un sofá tipo chester de cuero, que gira 180 grados para convertirse en uno de los muebles principales del salón del vehículo.
En el interior hay varios armarios de almacenaje de madera y una mesa plegable, con un pequeño banco de cuero – ideal para una comida. Una estufa de hierro colado hace las veces de cocina y de calefacción. No tiene baño – la naturaleza lo soportaba todo por aquél entonces – y cuenta con dos camas de tipo litera, además de una cama situada sobre el puesto del conductor. Como detalles curiosos, su iluminación es realmente rudimentaria – algunas lámparas son de aceite – y cuenta con un buzón exterior para que el cartero nos pueda dejar la correspondencia.
El coche será subastado próximamente por Bonhams, en Reino Unido, el próximo 10 de septiembre. Durante décadas estuvo abandonado y fue restaurado en 1976 por un carpintero y un mecánico. Desde entonces ha ganado concursos de elegancia y ha sido protagonista de múltiples reportajes.