En el NAIAS (North American International Auto Show) de Detroit del año 2005, Chrysler presentó un prototipo de lo más interesante. Aquellos años fueron una época curiosa para Daimler-Chrysler, que experimentó incluso con un Jeep urbano alimentado por pila de combustible de hidrógeno. En esta ocasión, os venimos a hablar del Chrysler Firepower Concept, un GT de lujo basado en el Dodge Viper. Chrysler quería que este coche representase sus valores de marca, pero desafortunadamente nunca llegó a fabricarse. Y es una verdadera pena, en mi opinión.
El Chrysler Firepower Concept está ligado en espíritu al Chrysler Crossfire, un coupé basado en el Mercedes SLK alemán. Los más aficionados a los clásicos americanos podrán asociar el nombre «Firepower» a la denominación que recibieron los primeros motores V8 HEMI fabricados por Chrysler, a principios de los años cincuenta. El Firepower Concept bebe estéticamente del lenguaje de diseño de Chrysler de la época, marcado por lanzamientos en clave retro como el fantástico Chrysler 300 o el prototipo ME Four-Twelve, con motor de doce cilindros.
El Firepower estaba basado en el Dodge Viper de segunda generación, con el que compartía sus 2.510 mm de distancia entre ejes, su plataforma y sus dimensiones generales. Pero eso era todo, porque el Firepower no era un radical deportivo purista, era un GT de buenas prestaciones y orientación abiertamente lujosa. De hecho, el objetivo de una hipotética versión de producción de este coche habría sido competir contra coches como el Mercedes SL 500 o el Aston Martin DB9, por citar dos coetáneos del segmento premium.
El frontal está dominado por una calandra de aspecto «huevera». Un larguísimo frontal, con nervios de expresión sobre el capó y un habitáculo extremadamente retrasado – casi vamos sentados sobre el eje trasero. La zaga del coche nos revela un portón con cristal, convirtiéndolo en un tres puertas de culo bastante abultado. Los escapes y las ópticas traseras eran muy discretos. El interior del coche es lujoso, y está guarnecido en cuero bitono. Detalles cromados y de negro piano ponen un acento de distinción. Nos encanta su volante.
La instrumentación analógica es de tipo clásico, y la consola central muestra una diferencia clave con el Dodge Viper: una palanca de un cambio automático. Y es que bajo el capó de este prototipo no había un gigantesco V10 de 8,3 litros, si no un 6.1 V8 HEMI de origen Chrysler, que en comparación parecía el motor de una segadora. Desarrollaba 425 CV de potencia y le permitía acelerar hasta los 96 km/h en 4,5 segundos, con una punta de 282 km/h. Su cambio era un sencillo sistema automático de convertidor de par y cinco relaciones.
El Firepower nunca llegó a construirse. Chrysler vio realmente complicada su comercialización, y decidió no entrar en un segmento en el que tendría muy difícil competir a imagen de marca. No obstante, la idea un Viper más sensato y descafeinado, con aires de GT, era más que interesante.