El mítico 2CV fue un coche tan popular que podemos decir que es uno de los pilares de la automoción. Era versátil, robusto y podía meterse por cualquier sitio. Pero, ¿sabes que existió una versión modificada con un carácter más deportivo? ¡Te lo cuento!
Citroën 2CV Dagonet
El éxito del 2CV dio pie a que muchísimos mecánicos optaran por pensar que valía la pena mejorarlo.
Si queremos saber quién de todos ellos trabajó muchísimo en la parte estética y mecánica, ese fue Jean Dagonet, apodado «El Brujo de Marne».
¿Por qué modificar el Citroën 2CV?
El 2CV contaba con un carácter rústico que le aportaba la gran ventaja de que cualquiera podía montar y desmontar la mayoría de sus componentes. Además, el precio era muy asequible, al igual que los accesorios.
El 2CV se popularizó a sobremanera en 1953 y el mencionado Brujo de Marne (Dagonet) estaba dispuesto a mejorarlo, empezando por sus prestaciones mecánicas.
Los motores de antes eran sencillos, pero este en concreto era realmente fácil de trabajar. Contaba con una cilindrada de 375cc y desarrollaba una potencia máxima de 9CV a 3.500 revoluciones. Dagonet rectificó los cilindros y aumentó la cilindrada a 425cc.
Dagonet y la deportividad
Si algo quería Dagonet, era lograr que el 2CV fuese un coche deportivo, cuando esa palabra no aparecía en la hoja de especificaciones técnicas elaborada por Jules Boulanger cuando ideó el coche.
Las primeras versiones del Dagonet conservaban la larga capota salida de fábrica, pero sustituía la ventanilla trasera de vidrio por otra plástica más grande. La legendaria estabilidad del 2CV supuso una gran ventaja en las curvas de los rallys. Efectivamente, los coches modificados por «El Brujo» se llevaron a numerosas competiciones, incluida la Mille Miglia de 1955.
También se exprimió el motor a la máxima cilindrada (348cc) antes de que ya no cumpliese con su denominación de 2CV. Esto hace referencia a la potencia fiscal marcada por el cubicaje. Con esa configuración, en la pista de Linas-Montlhéry, el Dagonet batió 9 récords internacionales que incluían el de «12 horas», con una velocidad media de 90.96km/h y el de «24 horas» a velocidad media de 85.02 kmh.
El Brujo VS Citroën
Hablando de las velocidades medias antes mencionadas, hay que saber que el 2CV de 9CV alcanzaba 65km/h, mientras que la versión 2CV AZ con 12CV llegaba a 80km/h.
No obstante, Jean Dagonet superó los 100km/h, demostrando la gran efectividad de su labor. Por su parte, Citrën se puso las pilas en mejorar el rendimiento del 2CV que salía de sus líneas de producción.
Entre otras cosas, incluyeron un dispositivo de embrague centrífugo que se desacoplaba automáticamente cuando el régimen del motor era inferior a las 1.000rpm. Algo realmente útil para medios urbanos.
Citroën 2CV Dagonet de 1953 a 1957 y la evolución de las carrocerías
Los años fueron cambiando la manera en que Dagonet modificaba la apariencia de los 2CV. El patrón de corte para todos era la deportividad y para ello se bajaba el centro de gravedad del coche, que se mostraba más plano y alargado.
Las entradas de aire se fueron modificando, llegando a tener unas que recordaban a las de BMW. Las llantas se sustituían por unas de radios y neumáticos blancos. Más tarde, el techo de lona se sustituyó por una plancha de acero que incorporaba un maletero articulado. Mientras que la aleta trasera izquierda ocultaba parte de la rueda, la derecha se recortó para mostrarlo. Los faros se acabaron encastrando en las aletas delanteras y los pilotos traseros evolucionaron a sutiles «puntitos».
El proyecto más original de Dagonet se expuso en el Salón del Automóvil de París en 1956. El 2CV se había convertido en un coupé con parabrisas panorámico y carrocería de fibra de vidrio. La línea redondeada no gustó a los visitantes, aunque atraía su mecánica estirada hasta los 435cc y 19CV. El elevado precio y la dura crítica de la prensa desalentó a los potenciales compradores y Jean Dagonet tuvo que buscar nuevas metas.