Normalmente calificamos algunos coches de auténticos electrodomésticos de transporte, máquinas sin pasión o emoción cuyo único cometido es transportar personas de un punto A, a un punto B. El Muji Car 1000 fue un paso más allá, llegando a reducir a la mínima expresión la carga de personalidad que un coche básico podría tener. Un coche absolutamente esencial, sin siquiera logotipos o marca reconocible. Esta es la historia del Muji Car 1000, vendido sólamente en Japón durante el año 2001. Dejando a un lado coches «mellizos» de grupos como General Motors, el Muji Car 1000 ha sido el único coche de marca blanca de todos los tiempos.
Pongámonos en contexto. Muji es una cadena japonesa de tiendas que vende artículos sin marca. Son artículos de diseño cuidado, funcionales y de buena calidad, a precios razonables. Esta cadena no sólo se puede encontrar en Japón, se ha expandido internacionalmente en los últimos años e incluso ha abierto tiendas en Madrid o Barcelona. Venden ropa, muebles, artículos de papelería, útiles de limpieza o artículos del hogar. En 2001, Muji estaba aún muy centrada en Japón, y como experimento se propusieron lanzar al mercado un coche. Así nacía el proyecto Muji Car, el primer coche de marca blanca.
Nissan Micra
Muji no tenía el músculo financiero para desarrollar un coche, ni sería un proyecto razonable para un empresa especializada en una negocio completamente diferente. Para llevar a cabo este proyecto, colaboraron con Nissan. El Muji Car 1000 era básicamente un Nissan Micra K11 – que en Japón siempre se ha vendido como Nissan March, dicho sea – sin personalidad. Ni la calandra ni su portón trasero tenían logotipo alguno. Las 1.000 unidades producidas eran minimalistas a más no poder: estaban basadas en ela versión de acceso, con llantas de chapa y paragolpes de plástico. Sólo se podían comprar en color blanco.
Era un coche que representaba fielmente los valores de Muji, al fin y al cabo: sencillo y funcional, hasta el extremo. En su interior sí podíamos encontrar un volante de Nissan, y bajo el capó, la tapa de válvulas del motor también revelaba su origen. Todo esto hablando desde un punto de vista profano, cualquier entendido en coches habría reconocido la forma del Micra a leguas. Todos ellos equipaban un motor muy básico, un 1.0 de cuatro cilindros, un atmosférico que pasaba sus 55 CV de potencia al eje delantero mediante una sencilla caja de cambios de convertidor de par y cuatro relaciones.
Teniendo en cuenta que el coche apenas pesaba 750 kilos y estaba orientado a la circulación urbana, su potencia era más que suficiente. Además, aquellos Micra tienen una reputación de oro en lo que a fiabilidad y costes de mantenimiento respecta. El equipamiento del coche era parco, contando solo con una radio-CD, aire acondicionado y elevalunas eléctricos como «extras» destacados. Aunque el coche se compraba exclusivamente a través de la web de Muji, los concesionarios de Nissan eran los encargados de la entrega al cliente.
El Muji Car 1000 costaba en su momento 930.000 yenes (al tipo de cambio actual, unos 7.250 euros), 20.000 yenes (160 euros) menos que el Nissan March equivalente. Desde la web de The Automobilist apuntan que el Muji Car 1000 llegó al mercado apenas meses antes de que se iniciase la comercialización del Nissan March K12 en Japón. Por tanto, parece lógico que Nissan quisiera adaptar estos restos de stock para este experimento de márketing de Muji.
La cadena japonesa no ha vuelto a experimentar con los coches, y el Muji Car 1000 ha pasado a la historia del automóvil como una anécdota curiosa – una de esas anécdotas que nos encantan, claro está. Pero plantea una discusión interesante: ¿por qué no existen coches de marca blanca? ¿Por qué no tenemos un Hacendado S y un Hacendado M basados en los SEAT Ibiza y SEAT Toledo? Posiblemente se venderían más que bien, ¿pero aceptaría SEAT eliminar su imagen de marca a favor de una cadena de supermercados? Nosotros solo lanzamos la idea…