El plan de descarbonización al que se enfrenta España a través del nuevo Gobierno tiene por delante la puesta en marcha de muchas y polémicas reformas. De entre todas ellas hoy nos hacemos eco de la planteada a través del Ministerio de Hacienda, organismo que ya trabaja en una revisión del impuesto de matriculación, pero que de forma paralela también trabaja en una revisión del impuesto de circulación o «numerito» dirigida a los coches más viejos. En pos de rejuvenecer el parque móvil español, esta medida plantea importantes problemas si no se ejecuta como es debido.
La edad media del parque móvil español no para de crecer y ya supera los 12 años. Obviamente un parque así representa un grave problema para un país que pretende descarbonizarse en las próximas décadas, especialmente cuando la venta de coches nuevos se reduce y la apuesta por la movilidad alternativa es poco menos que anecdótica.
Por este motivo, entre las muchas medidas planteadas para acelerar la transición a un modelo de movilidad más sostenible, una de las modificaciones que se están estudiando es la revisión del impuesto de matriculación para adaptarse a la nueva realidad del mercado. Hemos de recordar que tanto el actual impuesto de matriculación como el etiquetado de emisiones han demostrado haberse quedado obsoletos, reduciendo así su capacidad para incentivar la compra de coches más eficientes. Sin ir muy lejos, el «coladero» de los semihíbridos o híbridos enchufables está permitiendo que algunos coches de elevada potencia y peso disfruten de ventajas sin que nada ni nadie les obligue a hacer uso de su motor eléctrico.
De forma paralela a estos problemas asociados a la compra de un vehículo nuevo, nos encontramos la fiscalidad que soporta un coche que ya está en nuestras manos. La propuesta de Hacienda es aumentar los impuestos a los coches más contaminantes en primera compra en funcion de sus emisiones, siendo el segundo punto, que no el menos importante, aumentar la fiscalidad de los coches más contaminantes y antiguos en propiedad.
La problemática que plantea esta revisión del impuesto de circulación es que, una vez más, no se cuestiona el verdadero uso y estado de esos coches ya en circulación. Si dejamos a un lado el uso real y mantenimiento que se hace de un automóvil, estamos obviando su verdadero impacto ambiental. Como ejemplo tenemos el caso de los vehículos de corte clásico o histórico, con uso poco menos que anecdótico por regla general, pasando a soportar una elevada carga fiscal sin que ello repercuta en la compra de un coche nuevo más «verde».
Vaya por delante que no pretendo criticar la revisión de los impuestos de matriculación y circulación, pues las tecnologías que ofrece el mercado actual demuestran que hay criterios obsoletos y que necesitan de una puesta al día urgente. Pero hay algo que debemos entender antes de demonizar a todos los coches que circulan en España, y es que el uso real del coche importa, al igual que importa el mantenimiento y estado de sus sistemas anticontaminación. No debemos caer en el sinsentido de creer que un utilitario gasolina del 2000, bien mantenido y con un recorrido anual de 1.500 Km, contamina más que un SUV diésel de 2015 con FAP y EGR anulados para evitar averías y un recorrido anual de 20.000 Km.
Fuente: EuropaPress
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