Estos días leía un artículo que he de reconoceros me sorprendió bastante. The New York Times alertaba de un peligro que, para muchos, entre los que me incluyo, había pasado desapercibido. Decenas de conductores habrían fallecido en Estados Unidos en los últimos años por culpa de los sistemas de arranque por botón de sus coches, mediante mandos inalámbricos, sin llaves tradicionales. Hasta el punto en que la centenaria publicación estadounidense denunciaba la pasividad de los organismos encargados de regular la seguridad de los coches comercializados en Estados Unidos y la dejadez de las propias marcas de coches.
El peligro de los coches con arranque por botón
Pero sin ánimo alguno de defender a la industria, a los fabricantes de coches, ni a los reguladores estadounidenses, hemos de decir que los casos registrados se deben, sobre todo, a un descuido por parte de los conductores. Las muertes registradas en conexión con este sistema, tan habitual hoy en día en nuestros coches, se deben a un conductor que aparcó el coche en su garaje, salió de él con las «llaves» o, mejor dicho, el mando de su coche en el bolsillo, y olvidó parar el motor. La ausencia, en muchos casos, de un aviso visual o sonoro, o un sistema que detenga el motor automáticamente al no detectar el mando en su interior, habría permitido que el motor permaneciera encendido durante horas.
En nuestra propia experiencia hemos podido comprobar cómo estos sistemas de arranque por botón no detienen el motor de los coches cuando la llave no está presente en su interior, aunque sí impiden el arranque una vez que el motor se ha detenido y la llave no está próxima. Los avisos sonoros, generalmente, tampoco suelen ser audibles fuera del coche, y están pensados para advertir al conductor de que la llave no está en el interior del vehículo, y no para alguien que se encuentre en el exterior del coche, y aún menos en estancias contiguas al garaje.
28 fallecidos por olvidar parar el motor de sus coches
The New York Times mencionaba precisamente casos como el de Fred Schaub, un anciano que con 75 años de experiencia como conductor, olvidó detener el motor de su Toyota RAV4 tras aparcarlo en el garaje. 21 horas más tarde apareció muerto en su casa, en la que la concentración del monóxido de carbono generado por su coche era 30 veces superior a la que un humano podría tolerar, e incluso suficiente para que las plantas que había en el hogar murieran, y yacieran mustias, y sin hojas.
Ya vemos que la atención a este peligro que se está prestando en Estados Unidos con este artículo también tiene que ver mucho con la naturaleza de los hogares del país, unifamiliares, y con garajes conectados con el resto de estancias, a diferencia de países como España en los que la vida en las urbes está más concentrada en edificios de pisos, con garajes comunitarios en los que aparcamos nuestros coches. Un coche con el motor encendido durante horas puede generar suficiente cantidad de monóxido de carbono para hacer irrespirable el aire de las estancias más contiguas al garaje, aumentando la concentración de un gas que es inodoro e incoloro, que provoca el desvanecimiento del que sufre la intoxicación y, posteriormente, el fallo de órganos vitales, incluidos el corazón y el cerebro.
Sin un registro de fallecidos en relación con los sistemas de arranque por botón es difícil hacerse una idea de la magnitud del problema. Según The Times, habrían identificado 28 fallecidos y 45 heridos desde 2006, pero obviamente las cifras podrían ser muy superiores. Ahora bien, ¿podrían hacer más los fabricantes de coches por resolver este problema? ¿Qué soluciones se pueden plantear para evitar los descuidos? ¿Son responsables los fabricantes de coches de lo que, por otro lado, ha sido un descuido de su cliente?